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FREI RETIRO SU EMBAJADOR EN MADRID ANTE EL PEDIDO DE EXTRADICION DE PINOCHET
Chile y España en relaciones peligrosas

Los pinochetistas protestan frente al Palacio gubernamental de la Moneda en Santiago de Chile.

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El embajador chileno en España, Sergio Pizarro Mackay.
Deberá volver a Chile para responder a “consultas urgentes”.

Por Pablo Rodríguez

t.gif (67 bytes) El pedido de extradición contra Augusto Pinochet que el gobierno español ya cursó a Londres está calentando los ánimos en Santiago. Mientras la derecha pide a gritos que se interrumpan las relaciones diplomáticas con España, el gobierno chileno llamó a su embajador en Madrid, Sergio Pizarro Mackay, para realizar “consultas urgentes”, aunque negó que se tratara de una ruptura con España. Es una señal de “profundo malestar”, señaló el canciller chileno José Miguel Insulza. Los comandantes de las Fuerzas Armadas chilenas se reunieron ayer para solicitarle al presidente Eduardo Frei que convocara al Consejo de Seguridad Nacional para estudiar la situación. La próxima semana la Cámara de los Lores británica decidirá si ratifica o no la inmunidad del ex dictador otorgada por la Alta Corte de Justicia de Londres.
La cancillería chilena envió ayer a Madrid una nota formal de protesta, a la que adjuntó documentación sobre Pinochet. Según Insulza, el pedido de extradición de la Justicia española, que hoy llegará al Ministerio del Interior británico, “ha confirmado nuestra peor expectativa, en el sentido de que el Consejo de Ministros de España es solamente un buzón de las peticiones del juez Garzón”. El canciller se preguntó “de qué vale la firma del rey de España o la del presidente del gobierno español” y acusó al gobierno de José María Aznar de no asumir “las responsabilidades políticas” del caso.
En respuesta a la medida tomada por la Cancillería chilena, “el gobierno español reitera una vez más que el Consejo de Ministros está obligado, por el ordenamiento jurídico español, a dar curso a esta como a las demás peticiones de extradición emanadas de un órgano judicial competente”, según difundió la Cancillería española a través de un comunicado. El gobierno español quiere “seguir obrando con la mayor prudencia y delicadeza para preservar las excelentes relaciones que España mantiene y espera seguir manteniendo con la República de Chile”, dice el documento. “En todo momento hay situaciones que le crean dificultades a uno y probablemente éste sea uno de los casos”, declaró el canciller español, Abel Matutes.
“No somos un país bananero y nadie nos puede manejar con control remoto”, respondió ayer desde Londres Alberto Espina, del Partido derechista Renovación Nacional (RN). Desde la detención de Pinochet, la derecha adoptó posturas insólitas en señal de protesta (además de varias manifestaciones, los intendentes derechistas se negaron a recoger la basura en la vereda de varios centros españoles y británicos, y una senadora llegó a decir que había que dejar de tomar whisky), y el gobierno la acusó de provocar incidentes en “una actitud antidemocrática”.
Pero tanto RN como la Unión Demócrata Independiente (UDI) apoyaron la gestión del gobierno en favor de Pinochet. Ahora quieren una reacción “más enérgica” al pedido de extradición contra su líder, según dijo el senador de RN Sergio Romero. “El gobierno de Chile debe ordenar el retiro de su embajador en Madrid” sentenció Romero, a quien se sumó en la propuesta el diputado de su partido, Alberto Cardemil. Desde la UDI, sus diputados calificaron la situación como “de la máxima cobardía, por cuanto lo que está aplicando España a Chile jamás se lo van a aplicar a ninguna potencia, lo aplican sólo porque nuestro país es un país más débil”.
En el gobierno la defensa de Pinochet sigue acarreando problemas. “Por cuestiones de seguridad”, el Ministerio del Interior retiró ayer la autorización para un acto masivo de los partidos oficialistas que se iba a realizar en el Parque Forestal de Santiago con el lema “por la paz, la democracia y la justicia”. El acto fue convocado originalmente para apoyar la posición oficialista, pero se temía que cambiara de signo rápidamente y la Democracia Cristiana, el partido del presidente Eduardo Frei, se retiró de la organización de la manifestación. Dentro de la coalición gobernante, muchos de los integrantes del Partido Socialista aplaudieron el proceso que lleva adelante el juez español Baltasar Garzón.
Los diputados socialistas Isabel Allende y Juan Pablo Letelier están en Londres luego de prestar testimonio en la Cámara de los Lores que estudia la apelación del fallo de la Alta Corte británica. Algunos dirigentes incluso han hablado de la derogación de la Ley de Amnistía dictada por Pinochet en 1978. Aunque se descarta cualquier tipo de ruptura dentro de la oficialista Concertación por la Democracia, las discrepancias entre socialistas y democristianos crecen.
La situación también se está tensando entre los militares. Horas antes del encuentro de los jefes de las Fuerzas Armadas, los que se reunieron fueron los generales de la guarnición del Ejército en Santiago, lo que despertó algunas sospechas sobre una eventual movilización de tropas en protesta por la medida del gobierno español. El subsecretario del Interior chileno, Belisario Velasco, negó estas versiones. En los 90, los militares ya realizaron dos ejercicios militares de amedrentamiento, conocidos como “el boinazo” y “el enlace”, realizados por los juicios que se seguían contra algunos militares por crímenes de la dictadura y por el proceso a uno de los hijos de Pinochet, acusado de malversación de fondos. Pero Velasco dijo ayer que “no hay ningún movimiento inusual de tropas”.
A la salida de la reunión entre los oficiales del Ejército, el jefe de información del cuerpo, coronel Alfredo Ewing, dijo que la cita estaba convocada de antemano para discutir los ascensos que se producirán dentro del Ejército a principios de 1999. Pero esto no significa que el asunto sea ajeno a la situación del ex dictador. Los oficiales que serán dados de baja para permitir estos ascensos son los últimos que quedan en actividad del grupo de los colaboradores más estrechos de Pinochet durante su dictadura (1973-1990).

 

Ahora sí, sin escalas

Además de las reacciones diplomáticas, el gobierno del presidente Eduardo Frei tomó medidas concretas para enmendar errores pasados. Una semana después de la detención de Augusto Pinochet, un avión Gulfstream III de la Fuerza Aérea Chilena había aterrizado en una base militar de Oxfordshire a la espera de cualquier novedad que permita a Pinochet volver a su país. Se decía que este transporte podría llegar a Santiago en 15 horas de vuelo ininterrumpidas, pero no es así: debe realizar al menos una escala. Como los recursos contra Pinochet se multiplicaron, ningún lugar parece seguro para aterrizar sin que el actual senador vitalicio corra peligro de ser detenido nuevamente; salvo la británica isla Ascensión, en el Océano Atlántico, el único lugar en el que seguiría vigente la inmunidad en caso de que sea ratificada en Londres por la Cámara de los Lores. Pero en Chile no quieren problemas. Según un portavoz de la base militar británica, desde hace tres días está estacionado allí un avión Boeing 707 de la Presidencia de Chile que sí puede volar directo a Santiago. Este avión es uno de los cuatro que compró en la década del 60 el presidente Eduardo Frei Montalva, padre del actual mandatario.

 


 

ARIEL DORFMAN HABLA DEL FUTURO DEL EX DICTADOR
“Lo principal es que se vaya”

Por P.R.

t.gif (862 bytes) “Pinochet me importa un pito. Lo que me interesa es el pueblo chileno”, dice Ariel Dorfman, una de las víctimas ilustres de la dictadura de quien ahora está detenido en Londres. Para el autor de Mirando el sur, deseando el norte, lo que la Justicia británica decida sobre Pinochet es secundario respecto del problema principal que se plantea para la llamada “transición” chilena a la democracia. Profesor de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, Estados Unidos, Dorfman pasó por su país natal para asistir a un Encuentro de Escritores del Sur que reúne a sudafricanos, australianos chilenos. Conversó con Página/12 sobre una situación acerca de la cual “los 14 millones de chilenos deben tomar una decisión”.
–¿Cuál será el futuro de Pinochet?
–No estoy preocupado de pronosticar lo que en definitiva no está ni en mis manos ni en la del pueblo chileno. Sí puedo hablar de lo que está en nuestras manos. La gran pregunta que hay que hacerse es: ¿cómo va a enfrentar el pueblo chileno los dilemas que Pinochet está planteando respecto de esta transición política e institucional? Es evidente que a Pinochet hay que sacarlo ya de la política. Si esto no ocurre, va a haber otra crisis de aquí a un año. Lo que pasó ya no se puede sofocar. El monstruo ya salió del closet y ahora no hay manera de esconderlo nuevamente. Y esto, a mí, me parece terriblemente saludable.
–¿Pero usted considera probable que Pinochet se retire luego de este incidente, si es que vuelve a Chile?
–Sí, es probable que se retire. En realidad, no lo puedo saber y sabemos que Pinochet es bastante impredecible. Pero la idea de que se puede retirar es algo que viene repitiendo la derecha. La derecha ya dijo “basta”. Hasta el candidato de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Joaquín Lavín, lo ha dicho. Pinochet se ha transformado en un problema para la derecha porque se ven obligados a defenderlo y esto perjudica la imagen de Chile y sobre todo la de ellos mismos. Es cierto que en la derecha hay muchos nostálgicos pinochetistas, pero hay otros que están dispuestos a negociar.
–¿Esta negociación podrá incluir a la Constitución de 1980, que es la que regula la transición con nueve senadores designados a dedo y un sistema electoral que favorece claramente a las minorías electorales?
–Chile es un país de negociaciones. Siempre lo fue y cuando se apartó de ese camino, tuvimos una dictadura de 17 años. Y la derecha en este país siempre estuvo condenada a ser una minoría. Si no lo hubiera estado, no se podrían haber refugiado en este sistema que la protege. La derecha puede optar por mantenerse en la misma posición, pero no va a obtener resultados a largo plazo. Tienen que darse cuenta de la realidad y comenzar a negociar una salida a esta situación, que así como está no tiene salida.
–¿Cómo se imagina un futuro sin Pinochet, o con un Pinochet debilitado por todo lo que está ocurriendo?
–La verdad, yo prefiero que lo juzguen, pero no es algo que me desvele. El señor Pinochet me importa un pito. Lo que me importa es el pueblo chileno y la manera en la que resuelva una cuestión que a esta altura ya trasciende a Pinochet. El señor Pinochet algún día morirá y no podemos estar todo el tiempo hablando sobre él, sobre lo que hace y sobre lo que deja de hacer. De una vez por todas, tiene que aparecer información sobre los desaparecidos, para después mirar hacia adelante y dejar atrás a este personaje. No puede ser que un solo hombre sea el centro de un problema que concierne a 14 millones de personas.
–¿La transición chilena podrá respirar tranquila una vez que Pinochet abandone ese centro de atención?
–Somos los chilenos los que debemos hacer que Pinochet abandone ese centro. No hay que esperar nada de él, hay que forzarlo a retirarse de la historia, en la que por desgracia ya tiene un lugar asegurado. Pinochet nopuede ser un pretexto para que no nos veamos las caras todos los chilenos. Pinochet no puede ser el pretexto para que 14 millones de personas desconozcan un problema que es a ellas a quienes les toca resolver.

 


 

DE LA IZQUIERDA A LA DERECHA, PIDEN QUE DEJE LA ESCENA
Ya manejan el retiro de Pinochet

Por Francesc Relea desde Santiago de Chile

t.gif (862 bytes) Ante el posible regreso a Chile del general retirado Augusto Pinochet, dirigentes de todo el espectro político buscan una vía que permita la retirada de la vida pública del hoy senador vitalicio. Una de las alternativas que se barajan es un proyecto de reforma constitucional, presentado por el presidente del Senado, Andrés Zaldívar (democristiano), que permita la dimisión de los parlamentarios y, por consiguiente, la del senador vitalicio. La Carta Magna no contempla hasta ahora esta posibilidad. El problema para los que buscan deshacerse de Pinochet es llevarlo a cabo de manera honrosa.
Desde el ministro de Relaciones Exteriores José Miguel Insulza (socialista), que ha afirmado categóricamente que “Pinochet debió haber resuelto su retiro allá por 1989”, hasta Joaquín Lavín, candidato presidencial de la derecha pinochetista, que ha pedido “un gesto de grandeza” al ex dictador, la opinión mayoritaria en Chile es que el hombre más poderoso de los últimos 25 años no tiene cabida en el futuro político del país. “La única contribución positiva que podría hacer Pinochet es retirarse totalmente de la vida activa. Limpiaría bastante el aire”, sostiene el senador Edgardo Boeninger, democratacristiano, antiguo rector de la Universidad de Chile, ex ministro y uno de los principales negociadores de la transición.
La dimisión a su escaño de senador vitalicio, tras una eventual reforma constitucional, es altamente improbable. Pinochet perdería la inmunidad parlamentaria y allanaría el camino de una ofensiva judicial en su contra. “Con la cantidad de querellas presentadas y las que caerán en el futuro, no veo cómo, en su sano juicio, podría renunciar al fuero”, dice el senador Boeninger. “Lo más factible es una retirada más simbólica, apareciendo de vez en cuando en el hemiciclo, pero sin hablar. Que se quede callado y lo podamos ignorar”.
Boeninger recuerda que desde que asumió su nuevo cargo, Pinochet ha asistido a una de cada dos sesiones del Senado, como promedio, y sus intervenciones han sido escasas. Es miembro, por imperativo parlamentario, de la Comisión de Defensa, pero tampoco allí ha dejado su impronta. El otro eje de la estrategia del gobierno chileno y de sectores de la oposición de derecha es dar una salida, también honrosa y probablemente de contenido simbólico, a la cuestión de los derechos humanos. En concreto, el paradero de los más de 3000 casos de detenidos desaparecidos.

 

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