Por Pedro Lipcovich
Casi una piedra
filosofal de la medicina, que convertirá en salud todo lo que toque. Así se presenta el
hallazgo de un equipo de investigadores norteamericanos que consiguió cultivar, a lo
largo de varios meses, células humanas indiferenciadas, capaces de convertirse en
cualquier tejido: en hígado o riñón, para los que necesitan trasplante de esos
órganos; en células del páncreas, para que los diabéticos se olviden de la insulina;
en células nerviosas, para reparar el Mal de Parkinson. Combinado con técnicas usadas
para la clonación, el descubrimiento permitirá reproducir un órgano dañado a partir de
una célula cualquiera de la misma persona. Es como para soñar con la inmortalidad, y,
efectivamente, la combinación de estas técnicas permite pensar, por primera vez
seriamente, en un ser humano inmortal (ver recuadro).
Durante los primeros días de su desarrollo, las células del embrión son totipotentes:
cualquiera de ellas puede convertirse en célula nerviosa, o muscular, o de la piel,
etcétera. Pasada la primera semana, se van diferenciando y a las nueve semanas la mayor
parte tiene fijo su destino: ya se definió de qué órgano y sólo de ése
formará parte.
El grupo de investigadores de la Universidad de Wisconsin tomó células de embrión en
esos primerísimos días y las cultivó con técnicas especiales: Después de cuatro
o cinco meses, esas líneas celulares todavía mantenían la potencialidad de
desarrollarse como derivados de las tres capas embrionarias, incluyendo hueso, cartílago,
piel, mucosas, músculos, ganglios y células nerviosas, anunció el equipo dirigido
por James Thomson, ayer, en la prestigiosa revista Science.
Conseguir que esas células permanezcan sin diferenciarse es el paso necesario para,
después, lograr que se diferencien en el sentido deseado: que se transformen en células
nerviosas o renales o pancreáticas. Estos ejemplos designan futuras probables
aplicaciones: tejidos de hígado o riñón, para solucionar definitivamente la necesidad
de órganos para trasplantes; tejidos de páncreas productores de insulina, para realmente
curar a los diabéticos que hoy dependen de inyecciones cotidianas. La diabetes y también
el Mal de Parkinson estarían entre los primeros males controlados, ya que resultan
de la muerte o disfunción de sólo uno o unos pocos tipos de células, observan los
investigadores.
Ellos anticipan la posibilidad de hacer bancos de estas líneas celulares, tomando en
cuenta como ya se hace con los órganos para trasplantes la compatibilidad con
los tejidos de eventuales receptores.
Pero hay más. Lino Barañao profesor de la UBA e investigador del Conicet en
trasplante de núcleos celulares explicó a Página/12 que combinado con
técnicas de clonación, el método permitiría partir de células de la propia persona a
fin de conseguir, para ella misma, tejidos u órganos nuevos. Supongamos, Juan está
enfermo: se tomará una célula de su cuerpo (todas las células contienen la información
genética suficiente para reproducir el organismo entero); se le extirpará el núcleo,
que contiene los genes, y se lo trasplantará a una de esas células indiferenciadas de
origen embrionario. Se contará así con algo inédito, valiosísimo: una célula que,
genéticamente, es de Juan, pero que no está diferenciada, como si fuera de su propio
embrión.
La nueva célula de Juan podrá reproducirse indefinidamente y transformarse en cualquier
tejido: si Juan padece una cirrosis, convendrá guiar esa línea celular hasta convertirla
en tejido hepático; si Juan es diabético, habrá que producir a partir de esa célula
tejido del páncreas. Los tejidos se trasplantarán sin posibilidad de rechazo: serán sus
propios órganos renacidos, con su propia información genética.
En pocos años se obtendrán tejidos como los de la piel, hígado o páncreas
afirmó Barañao: para lograr órganos completos como el corazón habrá que
esperar más, pero ya hay grupos de investigación que desarrollan estructuras complejas,
que incluyen vasos sanguíneos. Los embriones que utilizaron en Wisconsin procedían
de tratamientos de parejas con problemas de infertilidad. Por eso, la financiación fue
sólo con fondos privados, ya que en Estados Unidos no se puede usar fondos federales para
este orden de investigaciones. Los activistas antiaborto no esperaron para protestar:
No hay distinción entre aborto e investigación con embriones, dijo la Liga
Americana por la Vida. Sin embargo, el descubrimiento permitirá estudiar mejor el
desarrollo de las células embrionarias con miras a resolver problemas que hoy conducen a
abortos espontáneos.
Buscando la
inmortalidad
Por P.L.
Inmortales. Consiguieron líneas celulares inmortales: así de
fuerte fue la caracterización de Andrés Carrasco jefe del laboratorio de
embriología molecular de la Facultad de Medicina e investigador del Conicet para la
investigación de Wisconsin. Esta inmortalidad consiste en que, con el método ahora
puesto a punto, las células embrionarias se pueden reproducir
indefinidamente.
Carrasco explicó que habitualmente las células en cultivo se reproducen sólo
cierta cantidad de veces, tienen una especie de reloj interno que hace que no se dividan
más. Y lo mismo sucede en el organismo.
Esas líneas inmortales permitirán contar con cantidades ilimitadas de células
para investigación y eventuales usos terapéuticos, y no hará falta volver a recurrir a
embriones para obtenerlas.
Esto lleva a pensar en lograr la inmortalidad para las células del propio
organismo: para el ser humano.
Sí, ya es posible plantearlo, aunque en los bordes de la fantaciencia. En esas
líneas celulares hay alta actividad de la enzima telomerasa, cuya
disminución se vincula con el envejecimiento celular. En la medida en que se pueda
conocer y dominar este mecanismo, es pensable la posibilidad de rejuvenecer los tejidos
del organismo. |
LOS RIESGOS DE LOS XENOTRASPLANTES
Cuidado con el animal
Por Malen Ruiz de Elvira
El debate sobre la
utilización de órganos y tejidos procedentes de animales para trasplantes en humanos va
a experimentar un nuevo impulso con la publicación de tres nuevos trabajos sobre la
posibilidad de contagio, a través de los órganos, de microorganismos que puedan resultar
patógenos e incluso mortales para el trasplantado. Los expertos se inclinan por dar vía
libre a suficientes ensayos clínicos como para poder obtener datos suficientes sobre las
ventajas y los inconvenientes de los xenotrasplantes, considerados por muchos la solución
a la escasez de órganos.
No hay respuestas claras y fáciles para los trasplantes de órganos procedentes de
animales a las personas, señala el especialista británico Jonathan Stoye en la revista
The Lancet, que publicó el resultado de tres trabajos sobre las posibilidades de contagio
de retrovirus porcinos al hombre a través de los órganos trasplantados.
Estos retrovirus (microorganismos similares al virus del sida) son los que han provocado
mayor preocupación entre los especialistas, tras comprobarse que son capaces de infectar
células humanas. Ahora, científicos alemanes informan que estos virus se encuentran
presentes en el cerdo en la aorta, el hígado, el pulmón y la piel, todos ellos tejidos
susceptibles de ser utilizados en trasplantes. Sin embargo, otro trabajo, realizado en
Estados Unidos y Suecia, ha buscado el virus en muestras de sangre de 10 enfermos suecos
de diabetes que habían recibido trasplantes de células pancreáticas (productoras de
insulina) de cerdos.
A pesar de que los trasplantes habían permanecido durante varios años y que los
pacientes habían recibido drogas que disminuían sus defensas, no se encontraron signos
de infección. Finalmente, científicos británicos y suecos han buscado la infección por
estos retrovirus en dos pacientes renales que habían utilizado temporalmente riñones de
cerdo para tratamiento de diálisis, sin encontrarla. Los científicos han establecido los
pasos necesarios para que en un trasplante de un órgano o tejido procedente de un animal
sea peor el remedio que la enfermedad.
A juzgar por el interés que suscita la cuestión entre científicos y empresas el futuro
del xenotrasplante es prometedor. Para conseguir los cerdos adecuados, no se ha dudado en
recurrir a utilizar las últimas técnicas de ingeniería genética y de clonación, a fin
de evitar el rechazo y obtener órganos puros y uniformes. El objetivo todavía no se ha
conseguido, pero los avances resultan rápidos.
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