LA PANDILLA NEWTON |
(The Newton Boys) Estados Unidos, 1998.
Dirección: Richard Linklater.
Guión: Richard Linklater, Claude Stanush y Clark Lee Walker, basado en
un libro de Stanush.
Fotografía: Peter James.
Música: Edward Barnes y el grupo Bad Livers.
Intérpretes: Matthew McConaughey, Ethan Hawke, Vincent DOnofrio,
Skeet Ulrich.
Estreno de ayer en los cines Ocean, Solar de la Abadía, General Paz, Rivera Indarte, Alto
Avellaneda, Village Cinema Avellaneda. |
Por L.M.
Rugen los años veinte, y
desde Texas hasta el Canadá ningún banco ni caja fuerte se le resiste a la pandilla
Newton, cuatro hermanos provenientes de una familia pobre del sur que, sin saberlo,
deciden hacerse la misma, famosa pregunta de Bertolt Brecht: ¿Qué es robar un
banco comparado con fundarlo?. Sucede que los Newton Boys no son un producto de la
imaginación de algún guionista nostálgico del viejo Hollywood, sino que tuvieron
existencia real: fueron los ladrones de bancos más exitosos de la historia de los Estados
Unidos y nunca se vieron en la necesidad de matar a nadie. En ese mismo estilo amable y
exento de emociones fuertes, el director Richard Linklater hizo de La pandilla Newton un
film de un anacronismo deliberado, que rechaza sistemáticamente no sólo la explotación
de la violencia como recurso dramático sino también todo drama en sí mismo, para dar
cuenta de la saga de los Newton Boys casi como si se estuviera frente a un acta judicial.
La pandilla Newton es esencialmente un film atónico, falto de todo énfasis, que rehúye
la posibilidad de poner acentos allí donde otro realizador y no cuesta pensar en el
Walter Hill de Cabalgata infernal hubiera aprovechado para poner su firma en la
puesta en escena. Aunque por oposición, la asociación con aquel magnífico western surge
naturalmente, porque también se ocupaba de unos hermanos pandilleros los James,
sumados a los Ford y a los Younger que debían enfrentar tiempos nuevos. Los
muchachos Newton empiezan robando bancos como si todavía se tratara del viejo Oeste, pero
enseguida se dan cuenta de que las cosas han cambiado y que ya no hay por qué entrar y
salir corriendo a los tiros. Ellos son gente de provincia y están acostumbrados a ser
atentos.
Se diría que los Newton encarnan la transición entre la cultura rural del western y la
urbana de los gangsters, que ellos nunca llegarán a ser. Ese medio tono de los personajes
parece ajustarse muy bien a la particular manera de concebir el cine que tiene Linklater,
como la que demostró en Antes del amanecer. Si allí su cámara recorría Viena con
cierto sorprendido extrañamiento, aquí se interna en una época que le es tan ajena como
aquella ciudad y a la que observa con la misma distante curiosidad. Una recomendación:
conviene quedarse bien hasta el final, porque mientras transcurren los últimos títulos
La pandilla Newton ofrece un estupendo bonus track, dos entrevistas de archivo a los
auténticos Newton una a cargo de Johnny Carson que son tanto o más
interesantes y divertidas que el film en sí mismo.
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