El país más reaccionario del mundo
De todas las dictaduras actuales, la teocrática
de Kabul es la que más se mete en el dormitorio y la vida privada de sus víctimas. Está
prohibido cortarse la barba, ver TV y jugar al ajedrez. |
Por Sergio Kiernan El gobierno talibán de Afganistán es el más reaccionario que existe en el mundo. Como tantas dictaduras sangrientas del pasado y el presente, los talibanes no vacilan a la hora de ejecutar a la oposición, ejercer una férrea censura y eliminar toda protesta individual. Pero a estos elementos "típicos", los teócratas agregan los suyos: poseer un televisor o una videograbadora es un delito grave, usar la barba corta o afeitarse se pena con prisión efectiva y golpes; las mujeres fueron declaradas inexistentes como sujetos legales, y toda diversión (cine, carreras de cualquier tipo, naipes y hasta el ajedrez) es severamente castigada. Al contrario de las tiranías occidentales, la talibana definitivamente se mete en la vida privada, en el dormitorio de sus sujetos. Los estudiantes islámicos acabaron con la guerra civil afgana del modo más tajante al ganarla y ejecutar a cuanto rival por poder tuvo la desgracia de caer en sus manos. En cuanto se aseguraron el dominio del país, cumplieron con su simple plataforma y pusieron en efecto la versión más severa posible de la shar`ia, la ley del Islam, y del purdah, el conjunto de reglas que rige la vida de las mujeres. Afganistán, una tierra remota en todo caso, se hundió desde entonces en una niebla misteriosa de la que surgen pocas informaciones. Es que los talibanes ven en cada extranjero un enemigo y en cada periodista un espía al que hay que cazar y ejecutar, como ya hicieron con algunos infortunados. La única versión que surge es la que ellos controlan y emiten por un medio francamente sorprendente en un grupo enemigo de todo lo moderno, la Internet. Abriendo el site www.taliban.com se accede a un servicio semioficial de noticias, a varios menúes de propaganda ideológica fundamentalista y a algunos textos religioso-políticos. El site tiene una arquitectura muy profesional pero está escrita en un inglés torpe, de a momentos difícil de entender. Los contenidos parecen, a primera vista, seleccionados por los enemigos de los talibanes para hacerlos quedar mal. Pero a poco de leer, se ve que el grupo se enorgullece enormemente de vivir en la Edad Media. Los cables de agencia son más que explícitos. Con ellos uno se entera que el 4 de octubre la policía de Kandahar hizo una redada de criminales y "elementos antisociales" a los que les confiscó "240 cassetes de música y varios paquetes de naipes, los que fueron quemados públicamente". Los peligrosos delincuentes musicales fueron encarcelados. En el mismo mes, el grupo encargado de cuidar la moral pública, el Amr-bil-M`Aroof, castigó en la provincia de Khost a 30 taxistas y camioneros por escuchar música en sus vehículos, a 36 hombres por cortarse la barba a menos de "un puño de largo, como ordena el Corán", y a 18 comerciantes por no vender oraciones impresas, como es obligatorio. El tema de las barbas es una verdadera obsesión para los talibanes. En un cable del 6 de setiembre se anuncia orgullosamente que "cada policía está adornado con una barba". La mayoría del artículo acusa a los antecesores del gobierno islámico de corruptos y saqueadores, pero una y otra vez se vuelve al tema del título, la barba "correctamente larga" de los agentes. Afganistán ya tiene un conflicto internacional debido a la pilosidad, ya que fue suspendida por la federación mundial de box porque sus boxeadores se rehúsan terminantemente a afeitarse, como indica el reglamento. El cable que critica a los árbitros internacionales también se burla de Irán, cuyos campeones se afeitan para competir "aunque se dejan crecer la barba más tarde...". El 9 de agosto, la policía religiosa allanó sistemáticamente la capital, Kabul, buscando televisores, tocadiscos, videocámaras, caseteras de video y audio, antenas parabólicas, computadoras y otros "artefactos de entretenimiento inmoral". Más de 240 televisores volaron por las ventanas o fueron destruidos a martillazos, junto a cientos de otros "instrumentos de depravación moral". Mientras que las mujeres, curiosamente ausentes de los cables, parecen haber aprendido que quedarse en casa es la única manera de evitar los azotes (caminar sola por la calle es punible con 20 golpes) los hombres, más libres, siguen dando problemas. En julio hubo doce detenidos que usaban el cabello "en un estilo occidental, antiislámico" y otros cuatro, extranjeros, fueron a prisión por ingresar alcohol al país. Los talibanes están satisfechos por sus logros. En setiembre, el director actuante de la policía religiosa, mullah Naqeebullah Mulla Khail, dijo en un discurso que "todo ha sido pintado con el color del Islam, todos los vicios, como la educación mixta, la música, el video y la televisión, han sido erradicados", "y las puertas de los gobernantes santificados están abiertas para los creyentes". Con evidente alegría, el mullah anunció que "el purdah es ley y todo hombre luce ahora una barba". Además del moralismo más extremo (ni los iraníes llegaron a tanto en el fervor revolucionario de 1979) los afganos muestran una gran literalidad. Por ejemplo, el Corán prohíbe representar la imagen humana, por lo que se debe prohibir la televisión, que muestra justamente figuras de personas.
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