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El oratorio laico

 

Por Aldo M. Etchegoyen


t.gif (67 bytes)  Nos ha sorprendido la capacidad de fino humor del rabino Daniel Goldman en su comentario periodístico sobre la propuesta de dedicar un lugar como oratorio en la Legislatura de Buenos Aires. El comentario tuvo alguna reacción del diputado Agustín Zbar de la cual Página/12 fue eco.

El tema ofrece motivo para una breve reflexión al respecto. Muchísimas veces lo religioso sintoniza en las personas con los valores espirituales que dan fundamento al proceder y la vida de ellas. Lamentablemente otras veces no, hay muchos ejemplos para comprobar que lo religioso estuvo en el lado totalmente opuesto de los valores espirituales (sean judíos, cristianos o de otras fuentes religiosas) que fundamentan la vida, con la distancia años luz que la comparación merece, hemos visto a funestos personajes militares participando devotamente en actos religiosos, mientras instrumentaban la tortura y la desaparición forzada de miles de personas.

Un oratorio en la Legislatura sería un espacio religioso. Al respecto hubo mucha discusión, lo verdaderamente importante es que los legisladores sepan incorporar los valores surgidos de una auténtica espiritualidad, la cual tiene que ver con concretos asuntos de esta vida, en defensa de la dignidad humana en cada una de las decisiones a tomar.

No pongo en duda de que algunos lo harán, pero por otro lado hay muchos ejemplos, también en diversos niveles, de manejos políticos y económicos totalmente opuestos a la verdad, la justicia, dignidad humana y equidad. ¿No estarán pensando los lectores en la venta ilegal de armas?

Es un hecho que la corrupción anda suelta y ella opera en base a la seguridad de que el poder del dinero, en muchísimos casos, suele ser más fuerte que el poder de la ética. Ampliando más el espectro, los derechos del dinero suelen ser más fuertes que los derechos humanos y de ello da muestra el sistema económico actual.

Sé muy bien que el rabino Goldman con su testimonio y su vida ha asumido un firme compromiso con esos valores espirituales que son esenciales para la vida, pienso que por allí pasan las cosas.

En la medida en que nuestra democracia busque consolidarse en esos valores fundamentales podremos despejar tanta neblina y oscuridad que nos rodea.

 

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