Por Horacio Cecchi
Por unas horas,
el centro neurálgico de la política argentina se ubicó en un shopping. Ocurrió anoche,
cuando Carlos Menem, Fernando de la Rúa, y buena parte del jet set político, se
reunieron para la inauguración del nuevo mega shopping Abasto Buenos Aires. Hubo gran
cantidad de concurrentes, una fiesta con show sorpresa, bellas promotoras, la voz y la
imagen tridimensional de Carlos Gardel sonando entre los timbres de los celulares, y
bebidas y saladitos para tirar al techo, contra las viejas cúpulas, treinta metros por
encima de las cabezas de los presentes. Pero, durante todo el día, los preparativos de la
inauguración conmocionaron al barrio, convocaron a una multitud de curiosos que pegaron
sus narices a las puertas vidriadas, y desordenaron el ya caótico tránsito de la avenida
Corrientes.Por dentro, y más allá de la fiesta de inauguración,
el Abasto sigue siendo un mercado. Un monumental mercado de fin de siglo. No más entrar
para comprobarlo. El hall principal se abre en dos calles paralelas a Agüero y Anchorena,
bordeadas por buena parte de sus 200 locales comerciales y adornadas con árboles de
papel. Hacia el fondo, sobre Lavalle, una estructura con un techo de 3 mil metros
cuadrados de vidrio cubre la "Plaza Seca", uno de los orgullos del nuevo Abasto:
"Los inversores quisieron respetar el entorno y conservaron la plaza, a espaldas del
mercado. Es la plaza cubierta más grande del país", afirmó un vocero de IRSA, la
empresa del magnate George Soros en Argentina, dueño de este y otros ocho shoppings en el
país.
En el nivel 1, al que se accede por escaleras mecánicas con luces que
indican el sentido de circulación, se despliega la principal inversión comercial del
shopping: Neverland, un parque de diversiones para niños que ocupa dos pisos con
calesitas, autitos, kioscos y una inmensa vuelta al mundo cuyos habitáculos llegan a
centímetros de las cúpulas. "El fuerte del Abasto es el sector infantil",
asegura el vocero. En el nivel 2, se abre el Patio de Comidas, de 3000 metros cuadrados,
con su sector fast food, restaurantes y bares, con capacidad para 1700 personas. Como el
resto de los shoppings, cuenta con su correspondiente McDonald's, pero el Abasto Buenos
Aires tiene su particularidad: entre sus 200 locales habrá también una hamburguesería
para cumplir los rituales judíos, el McDonald's Kosher. "Es el segundo que hay en el
mundo --afirma el vocero, sin reprimir su orgullo--. El primero está en Jerusalén."
Del lado de Anchorena, también ocupando los niveles 1 y 2, se
encuentra el solar donde, en marzo, se inaugurará Urbania, un museo interactivo para
niños, donde se pondrán en juego diferentes aspectos de la vida cotidiana: "Habrá
un banco, un puerto, una construcción, para que los chicos intervengan directamente en el
proceso y sepan cómo se hace un cheque, por ejemplo". Para completar la oferta de
servicios, el Abasto abrirá, a partir de hoy, 12 salas de cine con 3400 butacas, tres
niveles de estacionamiento con capacidad para 2200 autos y, en los primeros meses del
año, apenas cruzando la calle Agüero, un hipermercado Coto, que para seguir la línea,
será el más grande que abrirá la firma en el país.
El despliegue previo a la inauguración fue, como no podía ser de otra
forma, monumental. Un caos descomunal invadió las calles adyacentes desde el domingo
pasado. "Nunca vi tanta gente, desde que cerró el Abasto", dijo a este diario
uno de los pocos vecinos originarios que quedan en los alrededores. Sobre Agüero y
Humahuaca, en la puerta que corresponderá de ahora en más a los proveedores, cientos de
celulares, anteojos negros y trajes oscuros con caída recta, se entremezclaban con
carretillas de maniquíes, estanterías, enormes macetas de plástico, obreros con sus
cascos amarillos cargando carretillas pero de arena, y columnas de vigilantes de la
empresa Search que cumplían estrictamente con las leyes del caos impartidas: impedían el
ingreso a todo aquel que no fuera maniquí o no llevara encima un celular o un par de
anteojos negros. Alrededor, una multitud de curiosos se congregó, desde temprano, para
observar el despliegue. Una de cada dos personas que pasaba por alguna de las puertas del
Abasto preguntaba a los vigilantes por la fecha de inauguración. La otra mitad observaba
azorada.
Después de catorce años desde su clausura, y unas cuantas décadas de
decadencia, el viejo Mercado volvió a abrir sus puertas, aunque de sus orígenes sólo
queden el techo y sus paredes.
Entre cierres y desalojos
La
contracara del remozado Abasto Buenos Aires es lo que queda fuera. Agüero y Anchorena,
Lavalle, Humahuaca, Guardia Vieja y, especialmente, la cortada Carlos Gardel parecen
vestigios de Sarajevo. Casas semiderruidas, puertas tapiadas, terrenos baldíos. Si la
preocupación de los antiguos inquilinos era la falta de seguridad, la remodelación del
Abasto promete "limpiar" la zona. Pero la ley del inversionista exige una
limpieza completa: difícilmente quede en pie alguno de los antiguos edificios que rodean
al ex Mercado, y con ellos, sus inquilinos.
"Nadie sabe nada, nadie hace nada, pero yo alquilo hace 45 años y
a fin de año se me termina el contrato --dice Claudio a Página/12, en El Ideal,
un antiguo bar sobre Anchorena--. No me dijeron nada, pero no me lo van a renovar. Este
terreno ahora vale mucha plata. El de al lado lo vendieron hace poco a 300 mil
dólares." A la vuelta, en un taller mecánico sobre Lavalle, Ernesto y Martín
aseguran que "casi todos fueron desalojados. Los boliches chicos van a cerrar. Nadie
nos dijo nada, pero la lógica indica que van a subir los alquileres una barbaridad no
más para que te vayas. Va a haber que empezar de nuevo en otra parte". En Humahuaca,
a pocos metros de una de las entradas laterales del Abasto, la peluquería de don
Próspero es uno de los pocos locales que queda en pie desde los años 20. "A esto
todavía le falta mucho --dice Próspero, ocultando su edad y refiriéndose a la ola de
desalojos--. Para que esto cambie hay que darle unos 20 años."
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Menem, De la Rúa, anteojos y saladitos
Por P.L.
A las
20 y 11, con el fondo grandioso de la Vuelta al Mundo del sector infantil, Neverland,
el presidente Carlos Menem sonreía junto al jefe de Gobierno Fernando de la Rúa,
impávido. Aplausómetro: primero Carlos Gardel, que llegó más tarde; después De la
Rúa; para Menem aplausos y silbidos, que fueron unánimes para el secretario de la
Presidencia, Alberto Kohan. También estaba el embajador de Israel, Yitzhak Avirán. Tres
mil personas aceptaban saladitos y, bajo los arcos inmensos del edificio, ahora kitsch,
admiraban los grandes conejos de felpa que lo decoran.
Los actores Enrique Pinti y Susú Pecoraro recordaron las fundaciones
anteriores del Abasto, en 1893 y 1934, y exaltaron a los inmigrantes, "hormiguitas
laboriosas". Pero la atención general ya era atraída por las caras de Menem y De la
Rúa, vistosos con anteojitos tridimensionales: llegaba Carlitos Gardel, en la enorme
pantalla de 3 D. "Qué suerte: 1998 y recuperamos el Abasto", manifestó el
Morocho del ídem, y volvió al más allá.
El presidente de IRSA, Eduardo Elsztain, agradeció a los 13.000
ahorristas de El Hogar Obrero, que financiaron la obra al aceptar que sus acreencias se
transformaran en acciones del shopping. De la Rúa anotó el Abasto en el proyecto de que
"la avenida Corrientes sea eje de desarrollo para la ciudad". Menem felicitó a
la empresa y al Gobierno de la Ciudad y recordó --textual-- "a nuestro nunca
bienamado Carlos Gardel".
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Los terrenos se cotizan
Como
los caballos ante las gateras están los agentes inmobiliarios de la zona: "A partir
de mañana se van a largar las ventas", se esperanza uno de ellos. Es que hasta ahora
las operaciones son pocas. Muchos dueños prefirieron esperar para ver hasta cuánto
llegaban a subir los precios. La zona privilegiada es la de las tres cuadras de Corrientes
frente al Abasto, donde los precios se triplicaron desde que IRSA compró el edificio. En
lugares más alejados dentro del barrio, el aumento en las cotizaciones no superó el 20
por ciento.
Según Vicente Palazzo Caputo, que atiende su inmobiliaria frente al
Abasto, los valores más elevados se ubican en las tres cuadras de Corrientes que van de
Jean Jaures a Gallo: "Están frente al shopping, allí se instalaron los bancos: un
terreno puede estar en 3000 pesos el metro cuadrado, pero los dueños prefieren
alquilar". Es que tienen la esperanza de sacarse la lotería de "un banco que
les pague 20.000 dólares de alquiler", comenta Palazzo Caputo.
Un poco más baratas son las propiedades en las calles que rodean el
Abasto: mil a mil quinientos dólares el metro cuadrado de tierra. "En el resto del
barrio, la suba de precios no fue superior al 20 por ciento", dice Palazzo Caputo y
admite que "hasta ahora no hay muchas ventas: los dueños están esperando para
vender, buscando mejores precios, pero a partir de hoy, seguro, se van a largar, porque ya
se saben los valores".
Según Palazzo Caputo, "la mayoría de las casas las van a tirar
abajo pero algunas se refaccionarán porque hay muchos pedidos para restaurantes y casas
de comida".
En cuanto al precio de los departamentos, "los nuevos, como los de
las torres de IRSA, están entre 1100 y 1300 dólares el metro --según Palazzo Caputo--;
usados, entre 800 y 900". De todos modos, "con los departamentos no pasa
nada". Es que en la zona "es todo chato todavía: tienen que venir inversores
para construir".
Juan Alberto Toselli, de la inmobiliaria Toselli y Fuentes, coincide en
que "la gente está a la expectativa: quiere ver el lanzamiento, cómo va a ser. Creo
que será un boom a partir del '99, porque el '98 ya está jugado".
Las cifras que maneja Toselli son: "En 1991, un lote de 8,66 por
45 o 50 metros, sobre Anchorena a una cuadra de Corrientes, valía 80.000 dólares, y
ahora está en 300.000".
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