Por Adriana Meyer
El dictador Emilio
Massera pisará los Tribunales por tercera vez en su vida el 3 de diciembre, cuando se
presente como imputado ante el juez federal Adolfo Bagnasco, quien lo acusa del delito de
sustracción de menores. Durante el último mes de este año tal como adelantó
Página/12 el 17 de junio, deberán desfilar por el edificio de Comodoro Py 2002
otros cinco represores de la Escuela de Mecánica de la Armada: Jorge Tigre
Acosta, Jorge Vildoza, Héctor Febres, José Suppicich y Antonio Vañek. Por la gravedad
de los delitos que se les imputan podrían quedar detenidos apenas terminen de declarar.
Son los primeros militares citados por su presunta participación en los partos
clandestinos que tuvieron lugar en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) durante la
dictadura, en la causa que iniciaron las Abuelas de Plaza de Mayo hace dos años. Otros 30
integran la lista, muchos de los cuales también deberán comparecer ante la Justicia.
Entre ellos, los ex presidentes Jorge Videla y Leopoldo Galtieri, además de Armando
Lambruschini y Alfredo Astiz.
Massera y Acosta están imputados también en España por el juez Baltasar Garzón, quien
les pidió la captura. A Massera también lo reclaman desde Francia (ver página 18). Si
bien el ex jefe de la Marina no pertenece ya a esa fuerza, no se lo puede considerar como
uno de los retirados, ya sea por sus lazos con el actual gobierno a
través de hombres de su confianza que revistan en las filas oficiales (ver página
2), tanto como por sus nunca resignadas aspiraciones de liderar un movimiento político.
Los antecedentes de Acosta son conocidos, pero no tanto los del resto de los marinos de
esta primera etapa de citaciones.
El vicealmirante Antonio Vañek fue jefe del Comando de Operaciones Navales. El
contraalmirante José Suppicich reemplazó desde enero de 1979 al fallecido almirante
Rubén Chamorro en la dirección de la ESMA y en esa etapa se produjeron partos en ese
centro clandestino de detención. Estaba procesado por 24 delitos. El capitán de fragata
Jorge Vildoza está señalado como jefe del Grupo de Tareas G.T. 3.3.2. y antes de ser
beneficiado con la ley de obediencia debida estuvo prófugo. La Justicia lo reclamaba por
67 delitos. El prefecto Héctor Febres fue indicado por varias testigos como quien se
llevaba a los bebés. Torturó con picana eléctrica y palazos a Víctor Basterra y a las
monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet, entre otros detenidos. Cumplía prisión
preventiva por 23 delitos cometidos durante su actuación como oficial de inteligencia del
GT 3.3.2. Actuó bajo los apodos de Daniel, Selva,
Orlando y Gordo. Había sido destinado a Concordia, Entre Ríos,
donde el pueblo y el Concejo Deliberante lo declararon persona no grata.
La causa es impulsada por seis Abuelas de Plaza de Mayo, madres de las desaparecidas
Silvia Isabella Valenzi, Clara Anahí Mariani, Cecilia Viñas de Penino, Mónica Grinspon
de Logares, Patricia Roisimblit y Laura Estela Carlotto. Ellas representan a los 230 casos
de embarazadas y menores secuestrados con sus padres, según el registro de la Comisión
Nacional por el Derecho a la Identidad. En la ESMA se detectaron dieciocho nacimientos y
sólo dos bebés fueron devueltos a sus familias biológicas (ver página 4).
El abogado de las seis querellantes, Alberto Pedroncini, sin ocultar su satisfacción,
aseguró a Página/12 que estamos entrando en la culminación de una investigación
sistemática y correcta, con más de cincuenta testimonios y gran cantidad de pruebas
documentales y testigos calificados que conocen los hechos por haber ejercido funciones en
los centros clandestinos. El letrado opinó que la resolución de Bagnasco no
tiene nada de oportunismo político ni de búsqueda de impacto. Según Pedroncini,
estos primeros seis nombres representan distintos niveles de la cadena de mandos, lo
que es indispensable cuando se busca a los responsables de la autoría mediata del
terrorismo de Estado. Entre los testimonios fundamentales de esta causa se destaca
el del ex capitán Alfredo Astiz, quien reconoció haber visto mujeres embarazadas en la
ESMA; el de la periodista Miriam Lewin, quien presenció el parto de su amiga Patricia
Roisimblit, y el de Sara Osatinsky en Suiza, que relató haber asistido a quince
compañeras que dieron a luz allí. El capitán de navío retirado Jorge Luis Magnacco
reconoció ante Bagnasco que atendió partos en la ESMA, entre ellos el de Silvina
Labayru. La declaración de este médico militar coincide con otras del expediente, pero
además es valiosa a los efectos de probar que existió un plan sistemático de
apropiación de niños. Magnacco dijo que los oficiales que estaban en la ESMA eran
enviados allí por cortos períodos de tiempo, en un mecanismo de rotación.
Pedroncini sostiene que esas palabras son el reconocimiento de que existió un pacto de
sangre. Ese mecanismo hizo participar a todos los autores mediatos y a los
ejecutores materiales, y la necesidad de ocultar los crímenes que cometieron para eludir
la responsabilidad penal convirtió el pacto de sangre en pacto de silencio,
aseguró el letrado.
El próximo capítulo de este caso podría ser el referido a los nacimientos ocurridos en
Campo de Mayo, dependiente del Ejército. Bagnasco tendría más elementos sobre los
sucedido en la ESMA y por eso habría decidido empezar las citaciones relacionadas a esos
hechos.
Massera y sus ex subordinados están acusados de sustracción de menores, sustitución de
identidad, reducción a servidumbre y privación ilegal de la libertad. La suma de estos
delitos indica que una eventual pena sería alta, es decir, no excarcelable.
Cuando el juez Roberto Marque-vich ordenó detener a Jorge Rafael Videla, Massera dijo:
¡que me vengan a buscar! La Justicia tomó al pie de la letra el desafío lanzado por el
represor y en menos de un mes deberá tomarse la molestia de dirigirse a los tribunales
federales de Retiro. Caso contrario, irán por él.
UN DEBATE QUE SE VUELVE A ABRIR
¿Hay cosa juzgada?
Por Victoria Ginzberg
¿Los miembros de las
Juntas Militares ya fueron juzgados por el delito de sustracción de menores? La citación
indagatoria al dictador Emilio Eduardo Massera reabrirá este debate, que comenzó cuando
el juez Roberto Marquevich ordenó la detención del también dictador Jorge Rafael
Videla. Quien empezó esta polémica judicial fue el ex fiscal Luis Moreno Ocampo, que
sorprendió al asegurar que la sociedad tiene que tragarse ese sapo. (Videla) ya fue
juzgado y fue absuelto. Su ex colega, Julio César Strassera, en cambió afirmó
ayer, como en junio, que no hay cosa juzgada: Mientras los casos no sean los que yo
presenté durante el Juicio a las Juntas, no veo que haya problema.
El argumento de la cosa juzgada es uno de los preferidos junto con la
competencia de la Justicia militar frente a la federal de los abogados de los
militares para evitar que sus defendidos vuelvan a la cárcel. Por eso, los miembros de
los organismos de derechos humanos se indignaron al escuchar a Moreno Ocampo. Sin embargo,
varios juristas afirmaron que el tema es, al menos, digno de discutir. Es una
situación confusa y complicada, dijo el ex camarista Andrés D`Alessio.
En la sentencia de la llamada causa 13 se excluyeron las apropiaciones de menores del plan
criminal elaborado por las Juntas Militares durante la dictadura, que incluía
desapariciones, tormentos y homicidios. Para DAlessio lo que está en discusión es
si la Cámara se pronunció o no acerca de estos delitos. Si no fueron objeto de
pronunciamiento en el juicio, entonces los militares no fueron juzgados. Si se consideró
que el robo de bebés podría haber sido parte del plan y no se lo incluyó, podría haber
cosa juzgada, dijo el decano de la Facultad de Derecho. D`Alessio planteó el
problema pero no se definió: Es un tema complejo. Yo me pondría a resolverlo si
tuviera que dictar sentencia. Moreno Ocampo opinó que los jueces resolvieron en
1985 que no hubo sistematización en la sustracción de menores y que las pruebas que
surgieron después no sirven. Pero tan tajante como Moreno Ocampo fue Strassera:
Mientras los casos por los que sean juzgados no estén dentro de los presentados en
el juicio a las juntas, no hay cosa juzgada.
Los abogados de Videla hicieron su presentación argumentando que su cliente ya fue
juzgado poco tiempo después de la detención del dictador. El juez Roberto Marquevich
desestimó el recurso que fue apelado y pasó a la Cámara de San Martín. Como el caso
está actualmente en manos del juez Adolfo Bagnasco, es la Cámara Federal porteña, que
todavía no se ha expedido, la que debe decidir sobre este asunto. Massera es el único de
los citados ayer que puede apelar a este argumento. No así los demás imputados, que se
libraron de su condena por la ley de Obediencia Debida, que excluye la apropiación de
menores de sus beneficios.
Opinan militantes de derechos humanos |
La
lucha es el camino
Adriana Calvo *
Es una gran alegría. Esto se suma a la cárcel de Videla, a la de
Pinochet, a la competencia de Garzón en este tema que se declaró en España. Todo esto
lo que muestra es que la lucha, junto a la constancia, son los caminos. Confirma la
consigna que tomaron las Madres, esa que reza que la única lucha que se pierde es que la
que se abandona. Seguimos convencidos de que el único camino es la justicia. Creemos que
con impunidad no hay democracia. Ahora es más ancho el camino para conseguir la
anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
* Asociación de ex Detenidos Desaparecidos.
Este es el primer paso
Mabel Gutiérrez *
Estamos muy contentos con la noticia. Los represores finalmente van
a tener que presentarse a declarar en un juicio penal. Podrán ser imputados.
Lamentablemente, hasta ahora ése es el único crimen por el que se los puede juzgar, pero
si son declarados culpables por el robo de bebés, la sociedad los va a condenar por el
resto de los delitos. El juez Adolfo Bagnasco citó gente de la Escuela de Mecánica de la
Armada (ESMA) porque tomó la teoría de la responsabilidad por cadena de mandos.
Llamarlos a declarar es el primer paso para procesar a estos asesinos. Por supuesto,
aspiramos a que queden detenidos. Este un pequeño triunfo, el primer paso para tratar de
destruir la impunidad que vivimos.
* Asociación Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas.
Es reducir la impunidad
Laura Bonaparte *
Este es un juego político perverso. No es correcto que procesen a
estos asesinos sólo por el robo de bebés. No puede quedar frenado el juzgamiento del
resto de los delitos porque los crímenes de genocidio y de lesa humanidad tampoco
prescriben. Sin embargo, no hay más remedio que entrarle al juego porque es una forma
reducir la impunidad, que es la madre de todos los vicios y excesos que se están
cometiendo y permite la repetición de una escalada de crímenes. Los argentinos no han
llegado a comprender la gravedad de la derogación de las leyes de Obediencia Debida y
Punto Final.
* Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora. |
Un verdugo bueno con amigos
en el Gobierno
Para ser un hombre del pasado, el
ex dictador Massera sigue teniendo buenos amigos en el poder. La historia de una relación.
Emilio Massera, con 73 años, y
una deuda con la Justicia.
De jefe de una fuerza gorila y represora, al entorno menemista. |
|
Por Luis Bruschtein
La relación de Massera
con el poder es una senda tortuosa, llena de paradojas, que comienza antes del golpe de
1976 y no se sabe cuándo termina; es un camino paralelo entre su ascenso en una fuerza
tradicionalmente gorila como la Armada y los altibajos y recovecos del peronismo. Su
nombre resonó hace poco con el suicidio del traficante de armas y oficial retirado de la
marina Horacio Estrada. Y también está asociado al del principal estratega de la
relación oficial con el Vaticano, el embajador Esteban Caselli. Y vuelve a aparecer con
la reciente designación del capitán de corbeta (R) Julio Comadira, su ex auditor, como
representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. Esa senda se ha cruzado una
y otra vez con el gobierno de Carlos Menem, se han superpuesto y se siguen rozando como
amistades inconfesables aunque evidentes. Nunca nadie la explicó ni la disculpó.
Simplemente quedará para la historia como otro detalle poco edificante de la era
menemista.
A los masseristas les gusta hablar del peronismo como quien se jacta por la seducción de
una mujer. Esa mitología recuerda que Massera fue encarcelado por el golpe del 55.
Según esa historia, el ex dictador se desempeñaba como secretario del almirante
Olivieri, secretario de Marina. Dicen que Perón lo saludaba siempre y hasta agregan
algún diálogo chistoso.
Lo cierto es que Perón lo puso al frente de la Armada, pocos meses después de asumir, en
diciembre de 1973. Los diarios de aquella época publicaron que Perón quería
interlocutores claros en cada una de las Fuerzas, preguntó quién era el más
representativo de la Armada, la fuerza que más problemas planteaba con el peronismo y en
cuyo seno no tenía prácticamente ningún hombre propio, y así surgió el nombre de
Massera. Las anécdotas del masserismo en este punto exaltan esa designación casi como el
reconocimiento a una futura herencia política.
Como había tejido desde antes su ascenso en la Armada, donde los demás miembros de su
promoción lo admiraban y le eran totalmente sumisos, Massera, ya como conspicuo
integrante de la Logia P-2 en Argentina, sigue su camino hacia un poder al que siempre se
consideró predestinado. Cuando se produjo el golpe de 1976, logró presionar al Ejército
para que la ex presidenta Isabel Martínez de Perón fuera recluida en una cárcel naval.
Tenía a los sindicalistas y algunos políticos de la cúpula justicialista presos en el
barco 33 Orientales y diseñó una estrategia de recuperación de guerrilleros
montoneros en el campo clandestino de la ESMA, al mismo tiempo que tiraba zancadillas a
Jorge Videla. La saña represiva de la Armada era otra manifestación de su disputa por el
poder con el Ejército.
Los masseristas aseguran que el ex almirante salvó la vida de Lorenzo Miguel cuando
estaba a punto de ser asesinado por el Ejército. Y cuentan los favores que le hizo a
Isabel, como llevarle una alfombra para que no sufra el frío. Resulta extraño escuchar
una versión tan ingenua del verdugo bueno. Porque en esos relatos Massera es
el verdugo bueno del peronismo, por lo que el peronismo estaría en deuda con él.
El verdugo es el verdugo. Otra historia afirma que cuando Carlos Menem estuvo en prisión
ambulatoria en la quinta sección que tenía cabecera en Mar del Plata, en
1979, Massera le ofreció su protección frente al verdugo malo, que era el
Ejército. En aquella época, Carlos Menem hizo amistad con el abogado Carlos Cañón, que
era propietario del diario La Capital.
Ingenua o no, alguien se creyó la historia del verdugo bueno porque Carlos
Cañón, que había sido apoderado del Partido para la Democracia Social que había
intentado formar Massera, encabezó la Comisión de Defensa del menemismo y fue el primer
aspirante a dirigir la SIDE cuando Menem ganó las elecciones. A partir de allí, el
masserismo siempre estuvo relacionado con el gobierno menemista. El apoderado de Massera
en Córdoba, el capitán Carlos Aurelio Za-Za Martínez, fue designado
director de Migraciones y fue quien autorizó la residencia en Argentina de Monzer Al
Kassar, uno de los más importantes traficantes de armas del mundo. El vicealmirante Juan
Carlos Anchezar, ex jefe del Centro Piloto de la ESMA en París, fue designado a
instancias suyas como segundo jefe de la SIDE y tanto ese organismo como la Secretaría de
Inteligencia y Seguridad del Ministerio del Interior se convirtieron en fuente de trabajo
para esos supuestos verdugos buenos del peronismo. La relevancia que siguen
teniendo en el gobierno los amigos de Massera, como Caselli o Comadira y otros,
permitiría suponer que ese sendero tortuoso que es la relación del ex dictador con el
poder y el peronismo, o, como prefieren contarlo los masseristas: esa especie de historia
de seducción de una mujer, aún no ha acabado.
SUS VECINOS CUENTAN COMO VIVE EL EX DICTADOR
El hombre le escapa a la gente
Por L.V.
El hombre le escapa
a la gente; está siempre con custodia y en el auto con vidrios polarizados. Y no tiene
vigilantes comunes, como los de Zulemita. En la cuadra de la avenida Libertador al
2400, donde vive Emilio Massera, los empleados de la estación de servicio son
especialistas en reconocer guardaespaldas. Están los de Zulema, los de Zulemita,
los de Gostanian... los ubicamos a todos. Los de Massera son los más raros, tienen una
parada distinta, otra cara. Es clavado que son de la Marina, apuestan junto a los
surtidores de combustible. En el barrio los vecinos guardan silencio, los porteros de su
edificio cumplen la orden de decir que el señor nunca sale y los empleados de
los comercios piden reserva de nombre, pero no ocultan su repudio por el dictador
jubilado. Tendría que estar preso, dice uno; tendría que estar
muerto, lo retruca otro de inmediato.
Se cuenta que Massera usa el ascensor de servicio cuando sale, para evitar que lo
reconozcan desde la calle. Una vez lo vi en la vereda, solo dice Jorge,
encargado de un edificio cercano. Fue hace más de un año. Un hombre joven que
pasaba, o que por ahí lo estaba esperando, lo reconoció, y comenzó a insultarlo.
Terminó gritándole de todo; Massera bajó la cabeza y se metió en un auto. Por
eso dicen no acompaña a su mujer en sus caminatas. Massera está casado con
Delia Esther Vieyra, con quien tuvo dos hijos: Eduardo Enrique y Emilio Esteban; el
dictador jubilado repite que su único ingreso actual se lo debe a ella: una pensión de
1700 pesos mensuales. Su nivel de vida con chofer, guardaespaldas y servicio
doméstico incluido lo desmienten.
La última aparición pública del ex almirante terminó mal: fue a cenar a un restaurante
de Palermo y un periodista lo reconoció. La mayoría de los comensales se retiraron para
repudiar su presencia. Massera los calificó de miserables e integrantes
de una izquierda loca que sigue provocando la división del país. Sus viejos
compañeros de armas le organizaron un asado de desagravio en el Centro Naval de Vicente
López, uno de los pocos lugares a los que Massera puede ir sin temor a ser abucheado. Los
otros son su quinta de General Pacheco o la de su hijo Eduardo en Tortuguitas, donde se
refugia los fines de semana.
Una maternidad para el robo de bebés en
la ESMA
La Escuela de Mecánica de la
Armada fue un centro de exterminio de detenidos y de nacimiento/apropiación de los
hijos de los secuestrados que respondió a un anónimo plan sistemático.
Submundo: Enviaban detenidas
embarazadas a la ESMA, convertida en la Sardá de la que se jactara el
capitán Chamorro, delfín de Massera.
Las madres de Plaza de Mayo y el
retrato-caricatura de Massera.
Un delfín del marino, el capitán Chamorro, el señor de la Sardá. |
|
Por Lila Pastoriza
Junto con Campo de Mayo,
la Escuela de Mecánica de la Armada fue un centro de exterminio de detenidos y de
nacimiento/apropiación de los hijos de los secuestrados. No sólo la muerte respondió a
un plan sistemático, implementado a través de eslabones cada vez más mecanizados y
anónimos. También las vidas a alumbrar estuvieron pautadas: allí las embarazadas
sobrevivían hasta parir hijos a los que se les robaría su identidad del mismo modo que
ellos eran arrebatados a sus madres. Tal como sucedía con los prisioneros a ser
trasladados, al menos desde inicios de 1977, otros grupos represivos enviaban
sus detenidas embarazadas a la ESMA, convertida en la Sardá de la que se
jactara el capitán Chamorro, delfín de Massera y señor de ese submundo.
Cada vez con mayor precisión, el derrotero a seguir por las embarazadas se hacía tan
previsible como se afianzaba el engranaje parto-nacimiento-asesinato-apropiación.
De acuerdo a los testimonios que varias sobrevivientes de la ESMA prestaron ante el juez
Bagnasco, de las 17 prisioneras embarazadas que recuerdan entre comienzos de 1977 y los
primeros meses del 78, sólo una sobrevivió y no más de tres chicos fueron
entregados a sus familiares. Dos de ellos eran parientes de oficiales de las fuerzas
armadas y otro nació en momentos de la disolución del Grupo de Tareas. Un cuarto,
Lautaro Hueravillo, fue abandonado en la entrada de un orfelinato cuando los marinos
descubrieron que su mamá le había hecho un marca en la oreja para que pudiera ser
reconocido. Dieciséis prisioneras fueron asesinadas 15 después del parto y una
luego de abortar y doce bebés fueron apropiados por represores que sustituyeron su
identidad. Las cifras no son un ejercicio morboso: corroboran que existió una
metodología, una forma de actuar reiterada y persistente.
La instrumentación de esta política reconoció en la ESMA mecanismos que con el paso del
tiempo se fueron aceitando, aunque suene atroz. La embarazada, una vez
capturada, pasaba la etapa de interrogatorio como cualquier otro prisionero. Podía ser
brutalmente torturada o no, según el criterio de cada grupo represivo. A Ana Castro, una
detenida en La Perla, Córdoba, que llevaron a parir a la ESMA le habían destrozado los
pechos. La primera diferencia venía luego: mientras el marido o los compañeros de
detención eran trasladados al poco tiempo, a estas prisioneras se las
mantenía con vida. Encadenadas, con grilletes en los pies y sometidas a la ceguera e
inmovilidad de la capucha, vivían. Tenían que vivir. Hacia mediados de 1977
en la ESMA se habilitó el cuarto de las embarazadas donde se las instalaba
días antes del parto y se las liberaba de ataduras. Al principio los alumbramientos eran
en la enfermería del subsuelo, próxima a las celdas de tortura. Luego se
efectuaron en el mismo cuarto, siempre con la asistencia de los médicos asignados a esa
tarea. Entre los represores había tareas y funciones específicas. El parto y el cuidado
del niño a cargo de los médicos, la relación con las embarazadas en manos del prefecto
Héctor Febres. Este les traía el ajuar antes del nacimiento, les hacía escribir una
carta para la familia que nunca entregaría, las separaba del bebé días después del
parto. Uno de los jefes de guardias (por lo general el mismo) se llevaba a los chicos.
Luego, al parecer, cada grupo se hacía cargo de sus prisioneras (y
probablemente, también de la entrega de los bebés). Según relatan las detenidas que las
confortaban durante el parto (en especial Sara Solarz de Osatinsky), muchas presentían su
final y otras no. Tal como ocurría con el resto de los prisioneros ante la dimensión de
lo que allí ocurría.
Gran parte de las embarazadas que parían en la ESMA eran prisioneras del GT3, el grupo
dueño de casa que hasta fines de 1978 fue comandado por el capitán Jorge
Tigre Acosta (aunque en los papeles el jefe era Jorge Vildoza, hoy prófugo
por haberse apropiado del hijo de la prisionera Cecilia Viñas y, al parecer, también de
unos cuantos miles de dólares). Pero no eran las únicas. Allí llevaban sus detenidas
embarazadas otros grupos represivos. Los de la Marina y algunos con los cuales
habíarelaciones y coincidencias en la interna represiva, que no siempre coincidía con
los límites de cada arma. Había prisioneras capturadas por la Marina en y otras que
provenían de algún sector del Tercer Cuerpo de Ejército que comandaba el general
Luciano B. Menéndez. Estaban las capturadas por grupos policiales y varias detenidas por
la Fuerza Aérea. Hubo una embarazada, quizá la más joven, Alicia Alfonsín de Cabandie,
de 17 años que era prisionera de El Banco, un centro clandestino que por entonces
comandaba el mayor Minicucci, asiduo concurrente a la ESMA. En muchos casos, los grupos
que usaban la ESMA como centro de nacimientos y apropiación de chicos, eran los mismos
que la utilizaban para trasladar a sus prisioneros. La Escuela de Mecánica de
la Armada, un denominado lugar de reunión de detenidos, fue eje fundamental
para sistematizar la decisión sobre la vida y la muerte.
Historias del horror Mientras
la mayoría de las embarazadas detenidas por el GT permanecían en el tercer piso del
Casino de Oficiales (capucha), las prisioneras de los otros grupos represivos
eran recluidas en el último altillo de la ESMA, capuchita, un recinto
estrecho y sin ventilación, donde los detenidos estaban en peores condiciones que el
resto. Durante 1977 allí estuvieron, entre otras:
u Hilda Pérez de Donda, una militante de la JP de la zona oeste del Gran Buenos Aires que
había sido secuestrada por la Aeronáutica junto con su marido y cuyo cuñado era
integrante del GT3. Luego de tener su nena fue llevada nuevamente a la Comisaría de
Castelar. Ella y su esposo están desaparecidos.
u Graciela Tauro de Rochistein. Fue secuestrada junto con su marido, y ambos torturados en
la Mansión Seré, en Ituzaingó. Luego estuvo en la comisaría de Castelar
hasta ser llevada a la ESMA para el parto. Tuvo un varón. De ella, trasladada por la
Aeronáutica, nunca más se supo.
u Susana Silver de Reinhold, capturada junto a su esposo, Marcelo Reinhold, por el
Servicio de Informaciones Naval. Muy joven, no era militante política. Permaneció hasta
su parto en uno de los cuartos de la capuchita, luego del traslado
de su marido (que apareció tiempo después en un coche dinamitado). Su parto fue
precedido por ajuares de lujo, indicativos de la posición social de los apropiadores.
Tuvo una niña por cesárea en el Hospital Naval. Fue trasladada días después.
Las embarazadas de la ESMA
* Ana de Castro: Secuestrada en diciembre de 1976 en Córdoba. Tuvo un varón en la
ESMA. Fue trasladada al III Cuerpo del Ejército.
* María Teresa Ravignani de Manuele: Secuestrada el 8 de junio de 1976, embarazada de dos
meses. Su hijo debió nacer en febrero de 1977.
* María Marta Vázquez Ocampo de Lugones: Secuestrada el 14 de mayo de 1976. Según el ex
marino Adolfo Scilingo, dio a luz en diciembre de 1976.
* Susana Pegoraro: Secuestrada por la Marina en junio de 1977. Dio a luz una niña en
noviembre.
* Mirta Alonso de Hueravillo: Secuestrada por el G.T.3. En junio de 1977, tuvo un niño
que fue recuperado.
* Alicia Elena Alfonsín de Cabandié: Secuestrada por el Ejército el 23 de noviembre de
1977. Dio a luz entre febrero y marzo de 1978.
* María del Carmen Moyano: Secuestrada en Córdoba en abril de 1977. Llegó a la ESMA en
mayo y tuvo una niña en junio. Fue trasladada a Córdoba.
* María José Rapela de Magnone: Secuestrada el 30 de julio de 1977, embarazada de cuatro
meses. Abortó y fue trasladada.
* Liliana Pereyra: Secuestrada el 5 de octubre de 1977 en Mar del Plata. Fue llevada a la
ESMA en a comienzos de 1978. Tuvo un varón en febrero.
* Cecilia Viñas: Secuestrada el 13 de julio de 1977. En marzo de 1984 se encontraba con
vida, le fue permitido hacer una llamada a su familia.
* Silvina Labayru: Dio a luz una niña en abril de 1977. Su hija fue entregada a su
familia y ella fue liberada poco tiempo después.
* Elizabeth Patricia Marcuzzo: Secuestrada en Mar del Plata. Llegó a la ESMA con Liliana
Pereyra. Tuvo un varón en abril de 1978.
* Cristina Greco: Secuestrada en Mar del Plata. Fue llevada a la ESMA en febrero de 1978.
Tuvo una niña.
* Patricia Julia Roisinblit: El 15 de noviembre de 1978 dio a luz un varón.
* Silvia Dameri de Ruiz: Secuestrada a comienzos de 1980. Dio a luz asistida por el doctor
Capdevilla. |
GRACIELA DALEO, SECUESTRADA EN LA ESMA
Es una oportunidad
Fue secuestrada por un grupo de tareas y estuvo
un año y medio en la ESMA. La torturaron, le pusieron grilletes. Vio al asesino Massera.
La militante que no aceptó el indulto habló con Página/12.
Por Fernando Cibeira
Graciela Daleo fue
secuestrada por un grupo de tareas de la ESMA cuando iba a tomar el subte en la estación
Acoyte en octubre del 77. A partir de ahí conoció el horror. Fue casi un año y
medio en el que fue torturada, vivió encapuchada y arrastrando grilletes, hasta que pasó
a integrar la mano de obra esclava que utilizaba el ex almirante Emilio Massera para dar
vuelo a sus delirantes sueños de político. Daleo no olvidó ni perdonó. Ya en
democracia, volvió a quedar presa por no aceptar el indulto del presidente Carlos Menem,
por considerar que equipara a víctimas y victimarios. Luego se dedicó a testimoniar
contra sus captores. Su declaración fue una de las claves en el juicio a los ex
comandantes. Reiteró su testimonio varias veces más, la última hace dos meses en la
misma causa en la que el juez Adolfo Bagnasco imputó ayer a los ex represores. Hoy
integra la Asociación de ex Detenidos Desaparecidos y, aunque con mucha cautela, se
muestra conforme con el paso dado ayer por la Justicia.
¿Cómo toma la decisión de Bagnasco?
Ya era hora. Todo lo que conduzca a que por fin haya justicia es positivo. Es
asombroso que estemos en la Argentina de 1998 y estos torturadores anden libres. Pero
bueno, bienvenido sea. Hay que aclarar que recién es una citación a indagatoria. Confío
en que las consecuencias no sean una nueva burla al pueblo argentino y que estos tipos
terminen presos.
¿De alguna forma la hace sentir mejor?
La posibilidad de que vayan presos sí. Pero esto no es una reivindicación
individual. Los argentinos no pueden convivir con asesinos, torturadores y apropiadores de
niños como si fuera algo normal.
¿Le parece que llegó el momento histórico en que los represores empiezan a pagar
sus culpas?
Para mí el momento histórico es todo el tiempo, tiene que ver con la necesidad de
justicia. Si en este momento existe la oportunidad, pese a todo lo que hizo el poder
político por su impunidad, bienvenida. Pero estoy convencida de que las horas no llegan,
sino que las construyen los pueblos. La Argentina no tiene un futuro posible más justo si
no hay justicia con lo que sucedió en la dictadura.
¿Qué declaró hace dos meses cuando se presentó en el juzgado de Bagnasco?
Fue una declaración de cinco horas en mi condición de secuestrada en la ESMA
durante casi un año y medio. Hice una descripción de la jefatura de mandos durante la
época en que estuve. Por aquel tiempo, el director de la ESMA era Chamorro, la jefatura
del grupo de tareas la tenía el capitán de navío Jorge Vildoza, la jefatura del grupo
de tareas se dividía en tres secciones, una a cargo del asesino Jorge Eduardo Acosta. En
total, la lista de represores identificados de la ESMA es de 60. Hicimos la
reconstrucción en base a los testimonios de ex detenidos.
¿Todavía hay información que se pueda agregar a estas causas?
En este país no falta información de quiénes eran los torturadores. No es
justamente por falta de datos que los asesinos están en libertad. En esta última
declaración me detuve especialmente en los casos de las compañeras embarazadas y de la
apropiación de niños, que es una de las aberraciones más grande de la dictadura.
Secuestrar a una mujer embarazada, esperar que nazca su hijo para después quitárselo y
matar a la mujer mostró el extremo más repugnante al que podían llegar los asesinos.
Además, reveló la voluntad de los represores de perpetuarse, de dejar una siembra. Ellos
explicaban que los apropiaban para que no fueran criados en la misma ideología de sus
padres.
¿No resulta paradójico que sean los jueces de Menem quienes terminen condenando a
los represores?
Si hay jueces que proceden así no quiere decir que el menemismo haya cambiado de
justicia, está claro que no la cambió. Si hay jueces que están llevando esta causa es
porque hay organismos a nivel nacional einternacional que levantan esta lucha, no de los
partidos políticos, que no nos apoyaron. Bagnasco abrió la causa porque se presentó un
abogado de seis Abuelas de Plaza de Mayo. Y no me saco el sombrero ante el juez porque los
represores todavía están en libertad.
¿No se sintieron apoyados por los partidos políticos?
Basta pensar lo que fue el debate por la nulidad de la Obediencia Debida y Punto
Final. Los principales partidos políticos entraron en una pelea interna y al final sólo
votaron la derogación de las leyes.
¿Qué es lo que más recuerda de la ESMA?
La ferocidad y la impunidad de los torturadores. Y lo otro, que muchas veces se
olvida, fue la heroica resistencia de los cientos de compañeros que
conmorimos ahí adentro.
¿Llegó a verlo a Massera durante su detención?
Sí, lo vi en dos oportunidades. La primera, tres días antes de la Nochebuena del
77, cuando la plana mayor de la ESMA nos fue a desear una feliz Navidad.
Y, después, cuando nos fue a arengar el 18 de setiembre del 78. Ese día pasaba a
retiro y se hacía cargo de la comandancia de la Armada. Después nos llevaron a la planta
baja, ahí nos volvió a arengar y nos explicó la justicia de la lucha que había
llevado. También condecoró a los represores. Cuando se fue ellos nos mostraron las
medallas. Eran por el mérito en combate o al honor militar, esos
títulos que ponen los militares. Pero en realidad los premiaban por torturarnos.
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