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Por Eduardo Videla El mismo juez que había sido acusado por discriminación y antisemitismo, en perjuicio de una fiscal, se niega ahora a ser juzgado por un camarista de origen judío. La pretensión que no registra antecedentes en la Justicia local fue presentada en forma verbal y por escrito por el juez en lo Correccional de San Carlos de Bariloche, Héctor Leguizamón Pondal, quien recusó a uno de los miembros del Consejo de la Magistratura provincial, que debe someterlo a juicio político, el camarista Carlos Rozanski. El juez, al compartir igual condición religiosa y/o racial (que la fiscal) está afectado en su imparcialidad para integrar ese Consejo, argumentó Leguizamón Pondal. La frase dio pie a una nueva causa en su contra y el camarista afectado pidió su destitución e inmediata suspensión. Lo que hay que resolver cuanto antes es si queremos o no una Justicia con jueces racistas, dijo a Página/12 el camarista Rozanski. Pese a que las diferencias raciales o religiosas no son causales de recusación, el camarista resolvió excusarse de intervenir en la causa, argumentando daño emocional. La renuncia del magistrado fue aceptada por sus pares por unanimidad. Leguizamón Pondal estaba siendo investigado por supuestas irregularidades en su función por el Consejo de la Magistratura de Río Negro. Algunas de esas causas habían sido promovidas por la fiscal Mirta Siedlecki, ante la denuncia de particulares afectados por un presunto pedido de coima. Fue en ese contexto que el juez investigado, en presencia de otros funcionarios judiciales, calificó a la fiscal como esa judía de mierda. El episodio ocurrió en julio último. Cuando tomé conocimiento de ese calificativo, lo informé a la Superintendencia Penal de Bariloche, que inició un sumario, recordó Siedlecki a Página/12. Las cosas se agravaron para Leguizamón Pondal cuando funcionarios de la Dirección de Tránsito de Bariloche descubrieron que personas que habían sido condenadas por homicidios culposos en accidentes de tránsito seguían conduciendo sus vehículos. Pedimos las sentencias y descubrimos que Leguizamón Pondal había condenado a esas personas a inhabilitación para conducir en suspenso, algo que está prohibido por el Código Penal, dijo Rozanski a este diario. Los tiempos se aceleraron y el Consejo de la Magistratura comenzó a tratar el inicio del jury de enjuiciamiento. El martes último, Leguizamón Pondal se presentó con un escrito y expresó ante los sorprendidos jueces las razones de su pedido de recusación. No obstante no ser cierto el contenido de lo que me acusa (la fiscal Siedlecki), el hecho es que el juez Rozanski, al compartir igual condición religiosa y/o racial, está afectado en su imparcialidad, arguyó. El juez investigado también objetó la íntima amistad que a su criterio existe entre Siedlecki y Rozanski, y consideró que este último tiene una actitud persecutoria en su contra. El caso cobró una gravedad institucional inusitada. La DAIA resolvería hoy constituirse en parte querellante en la causa contra el juez, mientras que el titular del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), Víctor Ramos, viajará hoy a Bariloche para interiorizarse del tema. En mi vida he padecido situaciones discriminatorias, pero este caso tiene una gravedad inusitada: fui discriminado por mi condición de judío nada menos que por un juez, dijo Rozanski, todavía afectado por el hecho. El camarista pidió la inmediata suspensión y la destitución previo juicio político de Leguizamón Pondal, un tema que debe resolver el Consejo de la Magistratura de Río Negro. El representante legal de la DAIA, Rogelio Cichowolski, se manifestó azorado por este caso de discriminación institucional, del que no se registran antecedentes jurisprudenciales. Para el abogado de la entidad judía, el juez de Bariloche incurrió en el delito de injurias agravadaspor infracción a la Ley Antidiscriminatoria penado con un máximo de 18 meses de prisión, y debería ser destituido por mal desempeño de sus funciones, dado que su conducta compromete al Estado. La falta está debidamente probada agregó el abogado, porque el juez la presentó en un escrito con su firma.
UNA CIUDAD QUE NO PUEDE SUPERAR SU PROPIA
HISTORIA San
Carlos de Bariloche nunca pudo romper el estigma. Haber convivido demasiado tiempo con
vecinos de pasado nazi y haberlos tenido en muchos casos como respetados dirigentes de la
comunidad anestesió la moral media de la ciudad. Que termina mirando con estupor cuando
sus propios escándalos se convierten en eso, sólo cuando repercuten más allá del
Nahuel Huapi. El juez que cuestiona a un camarista suyo por su condición de judío es
apenas el último espasmo de una historia excedida de esos escándalos.
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