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Por Mariana Carbajal A un día de la finalización de la Cuarta Cumbre sobre Cambio Climático, Estados Unidos dio ayer un golpe de efecto al anunciar la firma del Protocolo de Kyoto que establece la limitación de emisiones de gases causantes del calentamiento global. El anuncio fue recibido como un gesto de buena voluntad de Washington, que se opone acatar el tratado hasta tanto los países en vías de desarrollo no se comprometan a reducir sus emisiones. Organizaciones ecologistas elogiaron el anuncio pero exigieron que fuera más lejos aún: Firmar el Protocolo es como aceptar una oferta de trabajo. Pero ahora es necesario ponerse a trabajar, consideró Greenpeace. Para hoy, cuando cierre la COP4, no se esperan anuncios grandilocuentes. La marcha de las negociaciones indicaba anoche que no se llegará a un acuerdo sobre cómo implementar el Protocolo: sólo se establecería un cronograma de trabajo para definir antes del 2000 los mecanismos que permitan ponerlo en marcha. En un mensaje dirigido a los delgados y ministros de la COP4, por la mañana el subsecretario de Estado norteamericano, Stuart Eizensat, reveló que por la tarde el embajador ante la ONU, Peter Burleigh, firmaría el acuerdo en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. De esta forma, EE.UU. se convirtió en el país número 60 en suscribir el tratado firmado a fines del 97 en Kyoto que obliga a los países industrializados a reducir su emisión de gases un 5,2 por ciento promedio en relación a 1990, antes del 2012. La Unión Europea evaluó el anuncio como un paso adelante pero lo consideró insuficiente por no incluir un compromiso claro para reducir la contaminación atmosférica. Esperábamos muchos más, señaló la ministra española de Medio Ambiente, Isabel Tocino, en nombre de la UE. Es que Eizensat reiteró que el presidente Bill Clinton no presentará el Protocolo de Kyoto para su ratificación ante el Senado si los principales países en vías de desarrollo estos son China, India y Brasil no asumen también compromisos para mitigar el calentamiento global. El problema es que la ratificación de parte de Washington es crucial para la puesta en marcha del tratado. El acuerdo recién entrará en vigor cuando lo ratifiquen 55 países cuyas emisiones de gases contaminantes constituyan el 55 por ciento del total. Y EE.UU., con sólo el 4 por ciento de la población mundial, emite la cuarta parte de los gases causantes del efecto invernadero. Hasta ahora Fidji y Antigua y Barbados son los únicos que lo han ratificado. Tras 9 días de negociaciones, los avances no han sido significativos. A 24 horas de la finalización de la Conferencia, ayer la Unión Europea presentó su propuesta para un eventual acuerdo de Buenos Aires. El documento aporta un programa de trabajo para implementar el Protocolo de Kyoto y plantea la necesidad de establecer normas estrictas para fijar los mecanismos que permitirán bajar los costos de la reducción de emisiones en los países industrializados. Este es un punto central de enfrentamiento entre la UE y EE.UU. La delegación norteamericana defiende un comercio de emisiones sin límites, es decir, que aquellos países que no puedan cumplir con sus metas puedan comprar sin restricciones los excedentes a quienes no lleguen al objetivo pactado. Pero la Unión Europea teme que un comercio incontrolado de licencias para contaminar permita a los ricos cumplir sus deberes ecológicos con las compras a los pobres, sin adoptar medidas internas de reducción de los gases de efecto invernadero.
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