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No hay nada que negociar declaró el vocero de la Casa Blanca James Lockhart: la comunidad internacional envió a Saddam un enérgico mensaje. Hay que ver si lo escucha. Estados Unidos parece saber qué hacer si eso no pasa. El gobierno de Bill Clinton ya puso en marcha lo que será la mayor concentración occidental en el Golfo Pérsico desde febrero, llegando a unos 30.000 hombres. Washington, asimismo, ya descartó una mediación por parte del secretario General de la ONU, Kofi Annan, como irrelevante a menos que haya una respuesta positiva de Irak. Nadie ahora parece tener mucha fe en que eso ocurra: en Kuwait se movilizó al Ejército, mientras que en Israel se abrieron 65 puestos de distribución masiva de máscaras antigás para el caso de que Irak ejecute un bombardeo misilístico. Mientras tanto, el primer ministro Benjamín Netanyahu subió la apuesta al afirmar que Israel ya se considera libre de reaccionar militarmente a un ataque iraquí, lo que abre la perspectiva de un conflicto aún más amplio. No vamos a seguir jugando con Irak, declaró terminantemente el secretario de Defensa estadounidense, William Cohen. La escala de su movilización en el Golfo ciertamente sugiere que no. La pausa diplomática de los últimos días ha permitido que Estados Unidos acumule una fuerza masiva en lo que parece que pronto será la zona de guerra. Además de los 173 bombarderos ya presentes, están en camino al Golfo doce superbombarderos B-52, los cuales son capaces de disparar misiles crucero desde la estratosfera, y son por tanto invulnerables a la defensa antiaérea iraquí. Además, se enviaron 18 bombarderos Stealth B-1 y F117, los cuales usarán su capacidad de eludir la detección por radar para liderar un ataque. Para cumplir las funciones de escolta, se enviaron 54 cazas F-15, F-16, y F-18. Asimismo, los 1500 soldados de infantería en Kuwait fueron reforzados por una unidad mecanizada de 3000 hombres y por un batallón de infantes de marina (marines) de 600 soldados. En total, se estima que para el 23 de noviembre Estados Unidos dispondrá de 27.100 hombres, 442 aviones, y 25 buques de guerra en la zona. El gobierno, asimismo, parece dispuesto a usarlos. Si el presidente decide ejecutar la opción militar, estamos totalmente preparados para ello, declaró William Cohen, el secretario de Defensa, quien subrayó que un ataque será ejecutado con toda la efectividad posible. Por su parte, Lockhart afirmó que la pelota está en el campo de Irak, o sea que, si Saddam Hussein no permite que los inspectores de desarme de la ONU (la UNSCOM) reanuden sus funciones, un ataque será inevitable. Alternativa que por primera vez desde la Guerra del Golfo disfruta de amplio consenso internacional. Ayer el canciller alemán Gerhard Schroeder y el premier Tony Blair llamaron por separado a Irak a que se pliegue inmediatamente a las resoluciones de la ONU sobre el desarme iraquí. Estos países, asimismo, ordenaron la retirada de todos sus ciudadanos en territorio, como ya lo hizo Estados Unidos. Por su parte, Francia se privó esta vez de emplear su influencia en el Consejo de Seguridad para proteger a su cliente iraquí como lo hizo en la crisis de febrero limitándose a apoyar la posición del secretario General de la ONU, Kofi Annan. Annan, sin embargo, parece buscar desentenderse de todo el asunto luego de que el último golpe de mano iraquí arruinó su compromiso de febrero. En efecto, desde que interrumpió su visita a Africa para regresar a la sede de la ONU en Nueva York, Annan sólo repitió la demanda generalizada a que Saddam haga un gesto y dé una señal de buena voluntad. Además, Annan dejó trascender que no planea un viaje de mediación a Irak como el que realizó en febrero. Por su parte, los países árabes del Golfo se lavaron las manos de Saddam ayer cuando declararon el gobierno iraquí será el único responsable de todas las repercusiones de su decisión. Israel parece compartir esta opinión, con el agregado de que ellos mismos podrían generar repercusiones. Con sus conciudadanos debiendo abastecerse de máscaras antigas en precaución de un ataque iraquí con misiles Scud (como el que sufrieron en 1991), el premier Benjamín Netanyahu no está en un humor muy conciliatorio. Ayer, declaró que su paísno se quedará indiferente frente a una agresión iraquí. Consideró que Israel puede defenderse a sí mismo y lo hará. Israel afirma que Irak posee actualmente entre 30 y 50 misiles capaces de alcanzar su territorio. La declaración de Netanyahu se diferencia tajantemente de la posición de Israel en la guerra de 1991, donde Estados Unidos pudo impedir que Israel respondiera militarmente al bombardeo misilístico de sus ciudades. Ahora, la actitud de Netanyahu sugiere que existe la posibilidad de que el conflicto se generalice en el Medio Oriente.
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