Brasil logró
finalmente ayer que una inusual movilización de capitales de organismos públicos
internacionales pusiera a su disposición 41.500 millones de dólares en créditos. El
paquete de rescate, capitaneado por el FMI, fue impulsado y solventado además por el
Banco Mundial, el BID, la Reserva Federal de Estados Unidos y otros 19 países
industrializados. Tras la crisis del sudeste asiático y la debacle de Rusia, los líderes
del capitalismo jugaron una apuesta fuerte para evitar que se caiga Brasil, la ficha del
dominó que podría derrumbar el juego financiero internacional.
El gigante sudamericano podrá disponer de 9000 millones de dólares apenas la Junta
Ejecutiva del FMI apruebe el plan de ajuste propuesto por el gobierno de Fernando Henrique
Cardoso para los próximos tres años, decisión que podría adoptarse en la primera
quincena de diciembre. Inmediatamente, los 20 países industrializados aportantes
(incluido Estados Unidos) pondrían a disposición, a través del Banco Internacional de
Pagos, con sede en Basilea, una primera parte de los créditos por 14.500 millones.
En el transcurso de 1999, Brasil accedería a otros 9000 millones del FMI y a créditos de
4500 millones, en cada caso, del Banco Mundial y el BID. Esta última institución aclaró
que su aporte pone el énfasis en dar apoyo a pequeñas y medianas empresas y a fortalecer
la red de seguridad social, buscando mitigar el impacto negativo del esfuerzo de reforma
fiscal que emprenderán las autoridades brasileñas. El Banco Mundial, por su parte,
señaló que el objetivo central de su participación es ayudar a proteger a los
pobres durante este período de ajuste económico.
La preocupación por las consecuencias sociales están ampliamente justificadas, dado el
carácter y profundidad de los recortes en el gasto público que ejecutará el gobierno
para lograr un superávit primario (antes del pago de intereses de la deuda) del 2,6 por
ciento del PBI en el 99, 2,8 por ciento en el 2000 y 3 por ciento en 2001. Dos de
los sectores en los que el país vecino presenta mayores deficiencias, la educación y la
salud, sufrirán en carne propia los golpes del ajuste. El presupuesto de Sanidad fue
reducido en un 6,6 por ciento, mientras que el recorte en la partida para Educación
alcanza al 12,3 por ciento.
Al medir las consecuencias de la recesión que provocará el plan de austeridad, Estados
Unidos no descuidó el impacto sobre su propia economía. Además de su aporte directo a
través del Banco Internacional de Pagos (por 5000 millones de dólares), Washington
prevé un fuerte incremento en los créditos comerciales, a fin de facilitar las compras
de bienes estadounidenses por parte del gobierno y las compañías de Brasil.
Pese al sombrío panorama, Stanley Fisher, subdirector gerente del FMI, estimó que Brasil
estará en condiciones de reanudar la senda del crecimiento a partir del segundo semestre
del próximo año. Pero admitió que fue necesario asumir que las tasas de interés
se reduzcan lentamente durante el transcurso de 1999. La tasa de referencia del
Banco Central se ubica en el 42,5 por ciento anual, tras la reducción de siete puntos
dispuesta esta semana. Fisher indicó que la evolución de las tasas dependerá de
los acontecimientos políticos en Brasil, las percepciones del mercado sobre sus progresos
y lo que ocurra en los mercados de capital internacionales.
Descartó, por otra parte, que el país se vea obligado a una moratoria o a pedir un
refinanciamiento formal de su deuda. Hablarán con sus acreedores, explicando el
programa y pidiendo su persistente apoyo, estimó. Precisamente, el ministro de
Hacienda, Pedro Malán, emprenderá en la semana próxima una gira por Nueva York,
Frankfurt, Londres y París para presentar el programa de ajuste fiscal ante inversores y
banqueros.
Michel Camdessus, director gerente del FMI, subrayó al presentar el programa financiero
que las autoridades brasileñas están comprometidas a darle mayor apertura a la
economía, asegurando una disciplina monetaria firme y la estabilidad macroeconómica,
manteniendo el actual régimen de tipos de cambio. Malán, por su parte, se mostró
inusualmente de buenhumor al destacar que Brasil no modificará su política
cambiaria ni dejará de honrar sus compromisos con los acreedores internos y
externos, que suman más de 60 mil millones de dólares en el transcurso de 1999.
La crisis se hace sentir El
Gobierno admitió ayer que la crisis financiera internacional afectará en medio punto el
crecimiento económico para este año. Pablo Guidotti, el viceministro de Economía,
afirmó que el PBI se expandirá 4,8 por ciento, en vez del 5,3 por ciento estimado hasta
ahora. Al respecto, apuntó que se espera una caída del PBI del uno por ciento para el
tercer trimestre del año, en relación con el período anterior, y una nula variación
para el período octubre-diciembre. Habrá que analizar si el comportamiento en este
trimestre afecta el crecimiento del 99, afirmó. Pese a la revisión a la baja
del PBI, el funcionario se mostró optimista. Estamos viendo una recuperación en la
actividad, disminución de tasas y mejores condiciones de créditos. Esto ayudará a la
recuperación, explicó. Guidotti dijo que la menor actividad económica
repercutirá en el mercado laboral. No hace pensar en una mejora en el corto
plazo, se sinceró. |
CAUTELA DE LOS ECONOMISTAS SOBRE EL AJUSTE
No hay plan que le venga bien
Por David Cufré
Cuando hace dos semanas
el gobierno brasileño anunció su plan de ajuste, inversores y economistas lo
consideraron insuficiente. En ese momento, la opinión generalizada era que se necesitaba
el complemento de un fuerte desembolso del FMI y de las naciones más desarrolladas. Ayer,
que se definió el paquete de ayuda, los mercados volvieron a reaccionar con indiferencia.
Le exigen al gobierno que apruebe nuevos exámenes antes de darse por satisfechos.
La incertidumbre se mantiene por tres razones. La primera es que aún existen dudas sobre
si el Poder Ejecutivo logrará convencer al Parlamento de que apruebe las leyes que dan
cuerpo al ajuste fiscal. El segundo motivo es que se considera demasiado lento el
cronograma fijado por el gobierno para reducir las tasas de interés. En ese sentido, tres
analistas consultados por este diario aseguraron que el ministro de Hacienda, Pedro
Malán, deberá buscar nuevas herramientas para apurar la disminución de las tasas.
Finalmente, los inversores recuerdan que la administración de Fernando Henrique Cardoso
fracasó en su intento anterior de fines del año pasado de recortar gastos.
En principio, el paquete de ayuda cumplió con dos objetivos básicos. El primero
era que fuera superior a 30 mil millones de dólares, porque el mercado lo hubiera
considerado insuficiente. El segundo era que se anunciara antes de que el Parlamento
apruebe las leyes enviadas por el gobierno, y no a la inversa, como se especuló en los
últimos días, puntualizó Roberto Lavagna.
La interpretación oficial, por parte del jefe del gabinete de asesores de Roque
Fernández, Miguel Kiguel, fue que el paquete de ayuda es muy positivo. Sin
embargo, reconoció que a raíz de los problemas que afronta la economía del país
vecino, los empresarios brasileños presionan para trabar las importaciones y eso
nos preocupa.
Para Mario Vicens, los mercados le van a dar a Brasil cierto oxígeno hasta marzo
del 99, pero estarán pendientes de si el gobierno puede llevar adelante el ajuste
fiscal. En caso de que ello ocurra, afirmó el economista, bajarán las tasas
de interés y paulatinamente se irá recreando la confianza.
El paquete a Brasil no resuelve el problema de fondo: los 300 mil millones de
dólares de vencimientos de deuda en los próximos doce meses. Para conseguir que los
inversores confíen, el gobierno deberá, por ejemplo, emitir deuda con la garantía de
los fondos que obtendrá por privatizaciones, añadió Martín Redrado. Por su
parte, Guillermo Calvo indicó que el problema de Brasil es que nadie tiene la
certeza de que pueda hacer el ajuste. Por eso, aunque el monto de ayuda internacional
suena muy impresionante, será insuficiente si el gobierno no cumple con su parte,
concluyó.
PROHIBEN CREDITOS A VINCULADAS
Más papista que el Papa
Por Pablo Ferreira
Si una empresa
está en condiciones de ser atendida por el banco al que está vinculada tampoco tendrá
problemas en ser atendida por cualquier otro, destacó ayer Horacio Chediex del
Mercobank. El ejecutivo aludió así al corte casi de raíz, decidido anteayer el Banco
Central, de los préstamos de los bancos a las empresas con las que mantienen vínculos
societarios y a sus propios directivos y familiares.
Los banqueros consultados por Página/12 coincidieron en que la medida -una respuesta a
los excesos no detectados por la autoridad monetaria en el Banco Mayo fortalecerá
el sistema financiero. Según advirtió el gerente financiero del Banco Privado de
Inversión, Martín Garzaron, la nueva norma, cuyo objetivo es evitar que los bancos
canalicen sus depósitos hacia negocios particulares, puede tener un efecto contradictorio
sobre los clientes más chicos. Estos, que son una amplia mayoría, se beneficiarán por
la mayor seguridad en sus colocaciones. Pero, en su opinión, se verán en problemas para
acceder al crédito al profundizarse la concentración bancaria.
Este es un resultado esperable del nuevo régimen considerando que su impacto caería
básicamente sobre los bancos medianos y pequeños. El Central está apuntando
destacó Garzaron a las entidades chicas y medianas que se manejan de forma
familiar.
En la city destacan que la medida de Pou es más papista que el Papa. De hecho
resulta más dura que las exigencias internacionales fijadas por el Banco de Basilea, que
ya estaban en vigencia. Ahora sólo las empresas con actividades afines y complementarias
podrán tener acceso a créditos, como el caso de las sociedades de bolsa. Y el tope para
las personas físicas vinculadas se reducirá a valores muy bajos, sin superar los 50 mil
pesos.
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