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Por Mariana Carbajal Es la crónica de un fiasco anunciado, definió anoche un agotado participante de la Cuarta Conferencia sobre Cambio Climático. Es que tras once días de trabadas discusiones, esta cumbre no consiguió avanzar en aspectos centrales que permitan poner en marcha el Protocolo de Kyoto. Al cierre de esta edición, los delegados continuaban sesionando contra reloj, en la última jornada, tratando de llegar a un mínimo acuerdo, cuyo eje principal consistiría en patear para adelante la definición de los mecanismos que ayuden a los países industrializados a reducir las emisiones de los gases que provocan el calentamiento global. Tal fue el disenso en esta conferencia que ni siquiera se llegó a acordar dónde se realizará la próxima reunión en el 99. Según anunció al promediar la tarde el vocero de la Unión Europea, Peter Jorgensen, sólo debería esperarse un programa de trabajo y un plan de acción cuyo cronograma puede ser flexible. Es decir, poco o nada. El paisaje en el Centro Municipal de Exposiciones, sede de la COP-4, era ayer desolador. Mientras los ministros de los principales países discutían a puertas cerradas sin lograr conciliar posiciones, el resto del predio parecía un barco a punto de hundirse: como corridos por una tormenta, las representaciones levantaron por la mañana todas sus pertenencias de sus oficinas y las organizaciones ambientalistas y entidades internacionales desarmaron sus stands. Muchos participantes, incluso, deambulaban por el hall central con sus valijas, para dirigirse directamente desde allí al aeropuerto de Ezeiza. Tan trabadas estaban las negociaciones que la reunión de ministros que comenzó el jueves terminó ayer cerca de las 4 con varios asesores dormidos en las rígidas sillas del salón Ciprés sin lograr resultados. Las discusiones continuaron por la tarde en distintas reuniones. Los rostros de los ministros, tensos y desencajados, marcaban el nivel de desencuentro. Al cierre de esta edición se esperaba que comenzara la asamblea plenaria, con los representantes de los 180 países presentes, para arribar a algunos acuerdos. Se preveía que las discusiones finalizarían entrada la madrugada. Uno de los puntos que bloqueaban las negociaciones era la postura estadounidense de no poner topes al comercio de emisiones, uno de los mecanismos para reducir las emisiones de gases del Protocolo de Kyoto. Se trata de que los países que las bajen más allá de las metas acordadas puedan vender ese excedente a los que no hayan alcanzado sus objetivos. La Unión Europea considera imprescindible limitar la compraventa con normas muy estrictas. Teme que un comercio incontrolado de emisiones permita a los ricos cumplir sus deberes ecológicos con las compras a los pobres, sin adoptar medidas internas de reducción. El Protocolo de Kyoto al que se llegó vencido el plazo de cierre de la anterior conferencia que se realizó en Japón compromete a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en no menos de un 5 por ciento en relación a 1990 entre el 2008 y el 2012. El objetivo de la COP-4 era avanzar en la definición de los instrumentos que permitirán poner el tratado en marcha: además del comercio de emisiones, los mecanismos para un desarrollo limpio (por el cual se permite a los países industrializados financiar proyectos de mitigación de emisiones en los países en desarrollo y recibir créditos por hacerlo) y la implementación conjunta (similar al anterior pero entre países desarrollados). Cómo se pondrán en marcha, cuáles serán sus límites, cómo se medirán las emisiones, quién certificará las reducciones, cómo se penalizará al que no cumpla con sus compromisos, son algunos de los interrogantes que quedarán abiertos, al cierre de esta conferencia.
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