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YA SOLO SE DISCUTE EN CUANTO TIEMPO GOLPEARA EE.UU.
Diez, nueve, ocho, siete...

El ataque contra Irak podría ser inminente: Bill Clinton habría cancelado el viaje a Asia que tenía previsto para hoy, y Washington admite que quiere que Saddam se vaya.

Misiles estadounidenses Patriot son estacionados en Kuwait.
El objetivo es proteger el palacio del emir de un ataque iraquí.

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t.gif (67 bytes)  El ataque norteamericano contra Irak podría ocurrir este fin de semana, dicen fuentes de la ONU; de aquí a 10 días, según el Washington Post y fuentes militares. El hecho de que ahora sólo se discuta una cuestión de fechas es sintomático del agotamiento de la paciencia de Bill Clinton con Saddam Hussein. Pero ayer, la adrenalina fluyó a torrentes en Washington: la cadena NBC dijo que Bill Clinton cancelaría su asistencia a la cumbre de la APEC en Malasia para concentrarse este fin de semana en la dirección de los acontecimientos, y la secretaria de Estado Madeleine Albright sostuvo que el derrocamiento de Saddam Hussein es uno de los objetivos de un eventual ataque militar a Irak.
Estados Unidos dispone de 30.000 hombres y 400 aviones en el Golfo Pérsico, y ahora el debate se centra exclusivamente en cuál es el mejor modo de emplearlos y en los objetivos de la acción: empezó a flotar ayer en el Congreso la idea de que una intervención estadounidense debería asegurar además un derrocamiento de Saddam. El presidente iraquí siguió ayer llamando desesperadamente a la opinión internacional para que produzca un segundo compromiso como el de febrero, lo que parece distante; sin embargo, Bill Clinton dejó una última puerta abierta al afirmar que “todavía está en poder de Saddam poner fin a la crisis”. El Consejo de Seguridad se reunió para tratar la crisis.
La situación es amenazante para el gobierno iraquí, que ahora sólo cuenta con un breve e incierto periodo de gracia antes de un ataque que todos en Occidente ya dan por sentado. ¿Cuánto tiempo? Todos estiman que poco, pero nadie sabe exactamente cuánto, y el gobierno de Bill Clinton parece disfrutar haciendo sudar un poco a Saddam ante esa incertidumbre. “En cualquier momento”, fue lo máximo que el secretario de Defensa estadounidense, William Cohen, precisó, mientras James Lockhart, portavoz de la Casa Blanca, repitió su advertencia de anteayer en el sentido de que “no habrá ultimátum”. Analistas militares consideraban que, por motivos logísticos, Estados Unidos aguardaría una semana para alistar al máximo su dispositivo militar. Esta predicción fue confirmada indirectamente por el diario The Washington Post, que citando a fuentes anónimas del gobierno dio diez días para el inicio de las operaciones. El plazo también permitiría que Clinton vuelva a tiempo de la cumbre económica de los países del sudeste asiático (APEC) –adonde tenía previsto partir hoy–, para estar en su capital cuando se produzca la ofensiva. Pero Lockhart admitió ayer que era posible que Clinton cancelara su viaje en la tarde de hoy. Eso fue lo que se dijo en la ONU, donde funcionarios que conservaron el anonimato predijeron el ataque para este fin de semana. Fuentes del organismo describen a la conducción de la ONU como “resignada” al ataque, y hasta el secretario general y mediador estrella Kofi Annan dejó trascender que “[él] no ve en este momento la posibilidad de desempeñar un papel”.
Tampoco lo ven los hasta ahora amigos de Irak: Francia, Rusia y China, quienes se sumaron a la condena de la acción de Saddam. Francia se encuentra francamente exasperada por el amigo iraquí, quien le pagó sus constantes gestiones a su favor en el Consejo de Seguridad con otro golpe de mano unilateral. Rusia y China se manifestaron en contra de la opción armada, pero se sumaron a los llamados de que Irak “reanude inmediatamente su cooperación con las Naciones Unidas”.
¿Sólo eso? Esta es ahora la pregunta que todos empiezan a hacerse. “Deseamos trabajar con un régimen post-Saddam y trabajar más rápidamente con los grupos de la oposición”, admitió ayer por primera vez Madeleine Albright. Los republicanos –que tienen mayoría en el Congreso– ya apuntaban en esa perspectiva. Según Richard Perle, un halcón y ex funcionario del Pentágono, Estados Unidos debe hacer más que sólo “soltar unas cuantas bombas sobre unos cuantos objetivos insignificantes”. El senador Richard Lugar estuvo de acuerdo y subrayó: “Saddam tiene que salir del poder”. Los republicanos ya han logrado que el Congreso apruebe 97millones de dólares para fortalecer a la “oposición” iraquí, y así impulsar el ansiado “cambio de régimen”.
A todo esto, las declaraciones del gobierno iraquí empiezan a reflejar un grado creciente de desesperación: ayer, Bagdad llegó a afirmar que daría la bienvenida a “cualquier iniciativa que pueda favorecer los pedidos justos y equilibrados de Irak”, y dijo contritamente que sus actos “no estuvieron destinados a fabricar una crisis”. Pero Lockhart descartó tajantemente esta última gestión agregando que “no hay nada nuevo en lo que nos ofrece. Habla de una iniciativa en sus términos y sus condiciones”.

 

Indonesia en una ola fundamentalista

Indonesia puede volver a incendiarse como en los últimos tiempos del dictador Suharto, y las consecuencias pueden ser peores, con el acceso al poder del fundamentalismo islámico. El centro de Jakarta fue escenario anoche de nuevas protestas violentas que dejaron al menos nueve muertos y centenares de heridos. Tres de los muertos pertenecían a grupos estudiantiles que se unieron desde mediados de semana a las protestas contra el cuerpo legislativo de mayor jerarquía del país, la Asamblea Popular Consultora, integrada en gran parte por gente designada por el antiguo régimen.

 

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