Por Daniel Lagares
En el alma
del hincha de Boca queda ese final espectacular donde la carrera de Martín Palermo hacia
el centro del chico Guillermo se chocó con la avalancha que empujaba desde las tres
bandejas del arco de Casa Amarilla y se reunieron en el abrazo contra el alambrado. Allí,
en ese punto de reunión también está la frontera que separa lo que se vive afuera y de
lo que se juega adentro. En las tribunas ya se sienten campeones, en el césped todavía
no. Al menos ayer, frente al simple recurso cordobés de hacer circular la pelota, este
Boca fue un equipo común, pariente cercano de la mediocridad.
Hay varios modos de explicar por qué Boca ganó este partido, en la
forma en que lo ganó. Porque vive en estado de gracia, según los que profesan fe
auriazul. Porque fue oportuno y contundente, según los racionalistas. Porque le sonrió
la "suerte del campeón", para los amantes de los lugares comunes. Porque tuvo
un culo así de grande, según los que se dan por vencidos ante los designios del destino.
Una mezcla de todo eso puso el 2-1 final agónico que le permite a Boca mantener los 6
puntos de distancia sobre el Gimnasia que no pone en peligro el título, pero jode con su
tenaz obstinación de no darse por vencido ni aun cuando ya sabe que está vencido.
De Boca se ha dicho que es un equipazo. Que es el Dream Team. Se
destacó su firmeza y su solidez. Palabras. El mercado también obliga a sacudir los
oídos del hincha para que consuma a Boca. Pero Boca no es lo que se dice.
Un equipazo resuelve su compromiso ante Talleres con una goleada, sobre
todo cuando gana desde el primer minuto. Un Dream Team se planta con autoridad y se sacude
los rivales como si fueran mosquitos en el hombro. Un equipo sólido y firme no cede
cuatro corners seguidos a cinco minutos del final de un partido que gana y tampoco permite
que en el último tiro de esquina le cabeceen dos veces en el área para empatarle.
Pero Boca tiene sus méritos. En primer lugar el orden. Cada uno sabe
lo que tiene que hacer. En segundo lugar las individualidades, como ayer Guillermo en ese
jugada descomunal del primer gol y como Palermo que fue toda la tarde bajo los palos de
Cuenca y perdió siempre, menos la última. Como Serna que lucha sólo porque Basualdo ni
marca ni juega, porque Cagna es discontinuo, porque a Riquelme no le salió ni una. Como
Samuel que hace rato es crack y por eso disimula la lentitud falta de manejo de Bermúdez
o las excursiones de retorno lento de Arruabarrena para bancarse solito el fondo, que es
decir sostener solito la diferencia en la tabla. Pero ese orden y esas individualidades a
veces no funcionan en la misma sintonía y por eso no hay equipo sólido ni firme y Boca
termina salvado por las individualidades, como ayer. En suma, que Boca no es ni muy muy,
ni tan tan. Pero ya hizo la diferencia en un torneo donde sus competidores más serios
fracasaron muy temprano y se encamina hacia el título con algún sobresalto como el
padecido con Talleres.
Boca va a ganar el Apertura, pero le falta un largo camino para ser un
equipazo o un Dream Team. Seguramente coronarse con el título
afianzará la idea que se mantiene desde que Bianchi puso el sofá en el living y el
inodoro en el baño, como le gusta decir a Menotti, pero por ahora la tan mentada solidez
se sacude ni bien una brisa leve pero persistente sopla en la Bombonera. De aquí para
allá, de adentro para afuera, de adelante para atrás, Talleres manejó con criterio pero
sin profundidad la pelota que le ganaba a la desafortunada tarde de Cagna y Basualdo y al
esfuerzo solitario conmovedor de Serna. Así y todo, los cordobeses tuvieron tres claras
situaciones de gol en el primer tiempo; Boca sólo la del golazo de Guillermo. Habían
dado su toque de atención y sembrado la duda en un estadio repleto y expectante,
angustiado porque sospechaba el accidente o el error mientras Palermo seguía perdiendo
goles en el segundo tiempo. Boca trataba de confirmar su victoria, pero sin la fuerza ni
la convicción de un campeón, sólo con la convicción del que se sabe superior en el
duelo de 90 minutos. Boca sabía que era más que Talleres, pero no se permitía sentirse
un campeón inminente, como si la prohibición del vestuario de mencionar la palabra
bendita/maldita dejara su huella en el juego.
El final tuvo un corte dramático. La lluvia que no paró de caer
nunca. El anochecer, gris y frío, puso la tarde como en un cuento de Stephen King para
desembocar en la jugada de los cuatro corners, del doble cabezazo y del empate de terror.
Entonces a Boca no le quedó más remedio que ir a buscar el nuevo desequilibrio que
entonces parecía imposible. Y Dios bajó el dedo en la Bombonera. Villarreal se resbaló
cuando quiso salir jugando y Guillermo quedó con tiempo, espacio y pelota libres para
hacer la carrera y meter el centro justo que el justo pie de Palermo tocó a la red. Fue
gol, triunfo, grito de desahogo y un paso enorme hacia la palabra que Boca no quiere decir
pero que dirá inexorablemente. ¿Qué gracia? Lo que vale es decirla antes. Quizá
entonces Boca jugaría como un campeón.
Boca tuvo dos momentos clave. El primer minuto y el último. Cuando se iluminó Guillermo
y cuando Palermo confirmó que está atento hasta que el referí marca el final. Por
oportuno y por "derecho", ganó Boca.* Todo el resto del
partido fue una tenencia de pelota de Talleres pero sin profundidad y una resistencia de
Boca por recuperar la pelota. Como sólo Serna tuvo una buena tarde, Boca no pudo dar el
paso siguiente y progresar con Cagna-Basualdo-Riquelme.
* El 1-0 era poca ventaja y se intuía que un error o un accidente iban
a producir la catástrofe. Por poco, Boca palió la tragedia gracias al resbalón de
Villarreal que terminó en la red.
* Sin jugar bien pero con el valor emocional de haber conseguido un
triunfo agónico, Boca se siente campeón. Pero es más campeón en la tribuna que en la
cancha. |
El negocio de ser casi campeón
Por Carlos Stroker
La
campaña de Boca en el torneo Apertura genera cada vez más recursos económicos. Mientras
los jugadores se perfilan rumbo al título, los dirigentes siguen contando billetes. Las
autoridades no sólo están contentas por los resultados deportivos, sino por todo lo que
generan esos resultados. Aquí, algunos números de la felicidad:
* 662.485. Fue la recaudación que arrojó el encuentro frente a
Talleres y que marcó un record en la era de Mauricio Macri en la nueva Bombonera. Hasta
ayer, la mayor recudación del equipo había sido el partido que Boca venció a
Estudiantes cuando los hinchas dejaron 578.230 pesos.
* 7.309.093. Es la cantidad de pesos que recaudó Boca en lo que va de
la temporada. Es el equipo que más dinero recaudó. Luego lo sigue River, con algo menos
de la mitad, ya que cosechó 3.373.100 pesos.
* 25.000.000. Es el precio que le puso Boca al pase del delantero
Martín Palermo. Según el representante del jugador, Gustavo Mascardi, hay un interés
muy fuerte por parte de la Lazio de Italia, que abonaría esa suma para llevárselo el
año próximo. Boca desembolsó casi 4 millones de dólares cuando lo compró.
* 300.000. Es la cantidad de camisetas que vendió la empresa Nike
desde que salió al mercado la nueva casaca de Boca. Si se toma en cuenta que al público,
la camiseta cuesta 70 pesos, hasta el momento Nike lleva recaudados en este rubro 21
millones de pesos, sin contar, por ejemplo, las otras prendas que utilizan los
futbolistas, como pantaloncitos, buzos y camperas.
* 20.000.000. Es la cantidad de dólares que recibirá, en total, Boca
por un contrato firmado con Nike por diez años de relación comercial.
* 475.000. Es la prima más alta de Boca y corresponde a Martín
Palermo. Guillermo Barros Schelotto cobra 370.000 y 250.000 le corresponden a Diego Cagna,
después de tres años en el club.
* 5.900. Es el sueldo más alto en el plantel. No son muchos los que
gozan de ese privilegio, ya que ese monto lo reciben los más importantes, como Oscar
Córdoba, Martín Palermo, Guillermo Barros Schelotto y Mauricio Serna.
* 3.500. Es el sueldo más bajo. Entre ellos se encuentran Fernando
Navas y César La Paglia.
* 600.000. Es la cantidad de pesos que recibirá el entrenador Carlos
Bianchi si logra sacar campeón al equipo.
* 15. Con esa cantidad de pesos, un simpatizante que no es socio puede
asociarse al club.
|
|