Gimnasia se despertó cuando San Lorenzo le dio una mano
|
Por Ariel Greco San Lorenzo ganaba 2-0 con baile, hacía circular la pelota, esperaba con tranquilidad el final, en definitiva tenía todo controlado. Por el contrario, Gimnasia deambulaba en la cancha, no se olvidaba de los dos puntos perdidos ante Estudiantes, le pesaba el trámite del partido y, por otros motivos, también quería el cierre. Hasta que Andrés Yllana se iluminó, sacó un zapatazo de treinta metros que se le coló por arriba a Campagnuolo y cambió la historia. Tras el gol, el desarrollo desembocó, inexorablemente, en victoria e ilusión para los de La Plata. Para entender las razones del 3-2 se dieron diferentes factores de ambos bandos (algunos inexplicables), e incluso, del árbitro Fabián Madorrán. En el primer tiempo, el conjunto de Griguol se mostró abúlico, sin ideas, y lo que es peor, sin la actitud que necesita un equipo que aspira al título. Ni siquiera podía aprovechar la ventaja que le planteaba un rival que se presentó en el Bosque sin ningún jugador de los habituales titulares. Por eso, el muletto de Basile tomó la iniciativa con decisión a partir de la habilidad de Franco y la zurda elegante de Mirko Saric. Para colmo, en ese pasaje contó con el inestimable aporte de Madorrán, quien no sólo se equivocó en las jugadas claves, sino que en todas las pelotas divididas pitó para los de Boedo. Un tanto anulado a Messera, a pesar de que el delantero picó, por lo menos, un metro habilitado; una falta no cobrada a Yllana cuando ingresaba al área que derivó en gol de San Lorenzo; y un foul inexistente en el tiro libre previo al otro tanto de los visitantes, inclinaron la balanza. Con la diferencia a su favor, San Lorenzo se floreó. Y si no fuera por la tarea de Hernando, hubiera liquidado el resultado. Con el descanso, vinieron los cambios, aunque no únicamente de futbolistas. Griguol mandó a la cancha a Aurellio y a Dueña, pero sobre todo logró que sus jugadores modificaran la postura. En contrapartida, San Lorenzo se olvidó de todo lo (bien) realizado en la primera parte y se dedicó a aguantar el resultado cerca de su arquero, apostando a acertar alguna réplica. Pero la metamorfosis más decisiva fue la de Madorrán. Primero compensó la expulsión del Yagui Fernández y le mostró injustamente la roja a Basavilbaso. Más tarde, compró un clavado de Messera en el área y marcó penal. Por último, el mismo Messera tomó de la camiseta a Córdoba, el colombiano reaccionó y --en uno de los pocos aciertos de la tarde-- lo mandó a ducharse. Sin embargo, señaló tiro libre a favor de los locales, que de esa jugada convirtieron el tercer gol. Claro que Gimnasia también recibió una mano de Basile. Tras la expulsión de Basavilbaso (con el partido 2-0), el técnico sacó a Franco, hasta ese momento el mejor de la cancha, y dispuso el ingreso de Damián Manusovich. De esa forma, los de Timoteo ya no se preocuparon por las contras de San Lorenzo y pudieron sumar más gente al ataque. Con Pereyra con la lanza e Yllana con el fútbol, Gimnasia dio vuelta el trámite y, posteriormente, el resultado. Además, aprobó la cuenta anímica que tenía pendiente desde el clásico y consiguió que el campeonato no se acabara ayer. San Lorenzo se dio cuenta demasiado temprano que estaba jugando con suplentes y lo pagó con la derrota.
|