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![]() Los conflictos entre el país anfitrión y Estados Unidos habían comenzado el domingo, cuando la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright había calificado de "espantoso" el tratamiento reservado a Anwar Ibrahim, el ex ministro de Finanzas malayo actualmente detenido por acusaciones sobre sodomización y corrupción. En ese momento, Aziz le recordó a Albright que era "invitada del gobierno" de Malasia y que debía comportarse "en tanto que tal". Por las dudas, la funcionaria malaya hizo la misma advertencia "a todos los participantes de la cumbre, dirigentes o no". "Seguimos escuchando llamados en favor de la democracia y la reforma en diferentes idiomas: 'El poder del pueblo', 'Doi moi' y 'Reformasi'", dijo ayer Gore en alusión a los movimientos de protesta en Filipinas, Vietnam y Malasia. "La cumbre está completamente estropeada --respondió Aziz-- las palabras de Gore son de una injerencia grosera e intolerable en los asuntos internos". El primer ministro malayo, Mahathir Mohamad, dijo que "nunca he visto a nadie tan rudo" como Gore. El trasfondo de este cruce de palabras es la discusión sobre la manera en que los países asiáticos saldrán de la actual crisis. En este sentido, Estados Unidos pretende que la región reactive el proceso de liberalización de la economía, pero hasta el momento fracasó en el intento, fundamentalmente por la oposición de Japón. La representante de Comercio norteamericana, Charlene Barschefsky, llegó a calificar de "destructiva" e "irresponsable" la actitud de las autoridades japonesas. Hasta el momento, los miembros del APEC que aplican controles a los capitales que provienen del extranjero son China, Corea del Sur, Hong Kong, Chile, Brunei, Filipinas y Taiwán. "Existe un reconocimiento cada vez más abierto de que ese tipo de control es apropiado en ciertas circunstancias, especialmente si está dirigido contra los desestabilizantes flujos de capitales a corto plazo", declaró el subsecretario de Finanzas malayo, Mustafá Mohamad. En ese sentido, el premier Mahathir está intentando incluir en la declaración final de la cumbre un apartado sobre mayores regulaciones para la entrada de capitales. Pero Al Gore, luego de reunirse con el presidente chino, Jiang Zemin, también se refirió al paquete de ayuda que se divulgó a través de un comunicado conjunto del premier japonés Keizo Obuchi y el presidente norteamericano Bill Clinton. El plan adjudicará 5000 millones de dólares para la recapitalización de algunos bancos asiáticos y para la financiación de créditos para varios países. Los fondos provendrán de Japón, el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Mundial. Aunque Estados Unidos no puede contribuir legalmente con este paquete, colaborará con otros 5000 millones de dólares. Gore dijo que su país canalizará el dinero mediante programas de financiamiento comercial del Eximbank (Banco de Exportaciones e Importaciones) y de programas de seguros de la Corporación de Inversiones Privadas Internacionales. Esta institución aportará mil millones de dólares adicionales a Corea del Sur, Indonesia y Tailandia. Tokio "suministrará tres mil millones de dólares en bonos con el propósito de establecer un fondo de garantías" bajo la tutela del Banco Asiático de Desarrollo, según señaló una fuente oficial japonesa. "Puesto que la crisis financiera mundial comenzó en Asia, la recuperación mundial puede y debe comenzar en esta región", dijo Gore, que está en Kuala Lumpur en representación de Clinton, quien suspendió su viaje a la capital malaya ante la inminencia del ataque anglonorteamericano a Irak que finalmente no tuvo lugar (ver nota aparte). El portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, dijo que Clinton igualmente realizará la segunda parte de la gira prevista, viajando a Japón, Corea del Sur y la isla de Guam, salvo que Irak muestre algún signo de no cumplir sus compromisos ante la Comisión Especial de Desarme de la ONU (Unscom). EL ESTADO BUSCA REACTIVAR EL CONSUMO INTERNO Japón, en la senda de Keynes
Este gasto, sin embargo, es percibido por el gobierno como la única alternativa para romper el actual "círculo vicioso de recesión" de la economía japonesa, que se prevé registrará en marzo su segundo año fiscal de crecimiento negativo (1,8 por ciento). El plan de reactivación económica consistirá, por un lado, en una inversión estatal de 81.633 millones de dólares para estimular el consumo interno mediante obras públicas, programas de creación de empleo, y cupones especiales de compra para menores y jubilados. Por otro lado, el gobierno permitirá que el sector empresarial explote el incremento previsto de la demanda a través de créditos estatales de cerca de 50.000 millones de dólares. Con este estímulo paralelo de la oferta y la demanda, el gobierno japonés espera que su economía registre un crecimiento de 2,3 por ciento en el año fiscal que comienza en marzo. Sin embargo, todo depende de la inversión estatal, algo que fue duramente criticado por el empresariado japonés. Específicamente, al plan se le achaca el hecho de que no implementa ninguna reforma estructural al sistema impositivo. Sin ésta, los expertos temen que una vez que se sequen los créditos de la inversión estatal, la economía volverá a su condición recesiva. La alternativa propuesta por los críticos consiste en una rebaja del impuesto del 5 por ciento al consumo. El gobierno respondió diciendo que los ingresos que este impuesto le genera son imprescindibles para mantener los pagos de interés del Estado, cuya deuda pública está cerca de igualar el PIB japonés.
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