Wallenberg,
heroe de nuestra epoca
Por Leif Pagrotsky * |
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¿Qué ser humano existe cuya historia no sea, en
definitiva, triste o misteriosa?, escribió Ernesto Sabato en su imponente novela
Sobre héroes y tumbas muchos años antes de que le fuera encomendada la imposible tarea
de describir el sufrimiento de miles de personas en su informe Nunca más. Raoul
Wallenberg se convirtió en el héroe de nuestra época, triste y enigmático como tantos,
y sin embargo excepcional en su destino histórico.
Un día como hoy, cincuenta y cuatro años atrás, los fascistas húngaros tomaron el
poder en Budapest. (...) Pocos meses antes, la legación de Suecia en Budapest había
recibido refuerzos. Un joven diplomático, Raoul Wallenberg, acababa de llegar. La misión
que se le había encomendado era especial. Debía tratar de salvar la mayor cantidad
posible de judíos húngaros del exterminio. (...).
Wallenberg no tenía ninguna experiencia profesional en este campo. Se convirtió en
diplomático porque tenía negocios en Budapest y no a la inversa. Wallenberg era un sueco
inteligente y bien preparado al que, por las vicisitudes del destino, se le encomendó que
hiciese lo imposible cuando todavía era lo suficiente joven para creer que en la vida
nada es imposible.
La legación de Suecia en Budapest tenía buen renombre entre los alemanes. Nuestro país
había tomado una posición neutral en la guerra y a esto se podía añadir que el
extraño concepto racial del régimen nazi hacía que los escandinavos fuesen un pueblo
atractivo, o por lo menos respetable. Raoul Wallenberg supo sacarle provecho a esta
situación de una manera nunca antes vista o practicada. Negociaba con el régimen
húngaro y con los alemanes en la manera burocrática, legal y formal que ellos podían
comprender, al tiempo que actuaba con un pragmatismo y una determinación que carecían de
precedentes.
Dos estratagemas llegaron a ser las cuerdas de salvamento de Wallenberg para los judíos
perseguidos en Budapest: los pasaportes de protección y las Casas Suecas. Miles de
pasaportes, que indicaban que el portador estaba bajo la protección del Gobierno de
Suecia, ayudaron a evitar las deportaciones. Las Casas Suecas eran lugares donde las
personas se podían refugiar durante semanas o meses mientras esperaban hallar vías
alternativas de escape.
Wallenberg logró lo imposible con la ayuda de un puñado de colaboradores. Después fue
tomado preso en enero de 1945 y desapareció en la tiranía soviética de la posguerra. Un
grupo de trabajo de Suecia trabaja en colaboración con Rusia desde el año 1991 para
averiguar qué fue lo que sucedió con Raoul Wallenberg. No cabe la menor duda de que él
y sus colaboradores lograron salvar la vida de decenas de miles de judíos, en realidad de
muchos más si se toma en cuenta que logró evitar la destrucción del ghetto de Budapest.
Sin embargo, su misión era imposible: los que perecieron fueron muchos más. Nunca los
debemos olvidar. (...)
La Argentina también sabe y recuerda. Muchos de los sobrevivientes de la Shoah llegaron a
Buenos Aires. A la Argentina llegaron también algunos de sus verdugos. La historia
contemporánea de la Argentina ha tenido largos períodos de dictadura, períodos en los
cuales el antisemitismo volvió a ver el cielo abierto. Ni siquiera la restablecida
democracia se ha librado de violentos ataques. Y los peores han estado dirigidos contra
los judíos.
Suecia también se vio afectada por los abusos de la dictadura argentina. La ciudadana
sueca Dagmar Hagelin fue tomada presa a la edad de diecisiete años por una patrulla
militar ilegal y falleció en condiciones que todavía no han sido totalmente
esclarecidas. (...).
Ahora intentamos crear una comunidad internacional que sea capaz de oponerse al mal, que
sea capaz de contrarrestarlo, que lo pueda combatir y penar. Juntos rendimos homenaje a la
memoria de un hombre que supo hacer lo correcto sin contar con un sistema legal de esa
índole.
* Ministro de Comercio de Suecia. Este es un fragmento de un discurso pronunciado ayer
para la inauguración del monumento a Raoul Wallenberg.
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