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LOS ALUMNOS, DOCENTES, PADRES Y AUXILIARES ELIGIERON EL NOMBRE DE UNA ESCUELA DE PALERMO
Un veredicto sobre la Noche de los Lápices

En una votación de toda la comunidad escolar se decidió bautizar a la escuela “María Claudia Falcone” en memoria de una de las estudiantes detenidas, torturadas y desaparecidas en la Noche de los Lápices.

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Los nombres más votados fueron Xul Solar, Girondo y Falcone.
“Ella era una chica que se expresó en un momento mucho más difícil.”

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Una pancarta con la imagen de María Claudia Falcone en la escuela que ahora lleva su nombre.
“Ese nombre significa rescatar la memoria del país, básicamente en la persona de una adolescente.”


Por Nora Veiras

t.gif (67 bytes) María Claudia Falcone fue una de las estudiantes detenidas, torturadas y desaparecidas en la Noche de los Lápices del 16 de setiembre de 1976. Luchaba por el boleto estudiantil y por una sociedad donde la justicia social fuera algo más que una pancarta. Veintidós años después, otros adolescentes como ella, acompañados por sus profesores, eligieron su nombre para la Escuela Media Municipal Número 7 del Barrio de Palermo. “Los nombres no son neutrales, tienen una carga ideológica, definen nuestra identidad. Nos parece un paso muy grande haberlo elegido democráticamente”, explica Matías Woiciechowski, preceptor de la escuela y uno de los promotores de la campaña de votación. La Legislatura porteña tendrá ahora la última palabra. El año pasado, el viejo Concejo Deliberante aprobó, también a propuesta de la comunidad escolar, el nombre del periodista desaparecido Rodolfo Walsh para la EMEM Número 1.
Durante una semana, 434 alumnos, 100 docentes y auxiliares y algunos padres se presentaron frente a las urnas con sus documentos para ejercer su derecho a elegir. María Claudia Falcone obtuvo 250 votos, el pintor Xul Solar 117 y el poeta Oliverio Girondo 46. Estrella Pavioni, abogada y profesora de Educación Cívica, elaboró el proyecto que motorizó la puesta en marcha del proceso y se enorgullece del compromiso de los chicos “como trabajo democrático, porque nosotros creemos que la identidad se construye diariamente con nuestro trabajo para integrar a todos. Aspiramos a darle respuesta a las demandas de los adolescentes”. La directora de la todavía EMEM 7, Nélida Eiros, también respalda el resultado: “El nombre de María Claudia Falcone significa rescatar la memoria del país y, básicamente, en la persona de una adolescente como ellos”.
Sentados a una mesa de café, las voces de Matías y Estrella se enredan con las de los chicos. “Te das cuenta: de repente no tengo 18 años y ya voté”, se entusiasma Lucía “Lula” Palombo y, de inmediato, se reivindica como “pequeña activista”. Frente a ella, Marcela Sancho, con apenas 16 años advierte que “hoy en día, la política está mal vista, es sinónimo de políticos o de políticos que están por llegar al poder. Para nosotros el tema pasa por otro lado: tenemos que movernos nosotros y no que alguien se mueva por nosotros. No tiene que haber alguien adelante con una antorcha que diga ‘Vamos’”.
Pablo Grimozzi, 17 años, escucha a sus compañeras y aprovecha un silencio para decir: “El nombre de María Claudia Falcone representa a todo el alumnado. Uno cuando entra al secundario empieza a ver distintos enfoques. Crece, encuentra un lugar donde expresarse. Ella era una chica que se expresó en un momento mucho más difícil. Por eso el nombre está bien puesto”. Pablo defendió la “candidatura” de Xul Solar pero está satisfecho por el resultado y, sobre todo, por el proceso que los llevó a entablar otro diálogo con los chicos del turno tarde y con los docentes.
La elección fue un camino que se aceleró a fines del año pasado. El entonces secretario de Educación porteño, Horacio Sanguinetti, había elegido el nombre del ex intendente radical Julio Saguier para bautizar esa escuela. La noticia provocó el rechazo masivo de los docentes y estudiantes y tuvo un efecto boomerang: aceleró la búsqueda del “nombre propio”. Se formó una comisión donde llovieron todo tipo de propuestas: desde José Luis Cabezas hasta Ceibo integraron la primera lista. De allí surgió la terna que llegó al cuarto oscuro.
Uno de los debates más enriquecedores del proceso electoral fue el que se dio con los chicos del turno tarde que proponían la fecha del 16 de setiembre, el día del secuestro de los secundarios platenses “como muestra de la reivindicación colectiva”. Matías, el preceptor de 22 años, que está por recibirse de sociólogo en la UBA, explica que “recordar a uno es una reivindicación de los 30 mil desaparecidos. Además, el 16 de setiembre recuerda a la represión. En cambio, el nombre de María Claudia Falcone recuerda a una persona que luchaba, que creaba, es una forma demantenerlos vivos. Se puede pensar en seguir luchando, dar una continuidad. Queremos recordar a una generación en el momento en que avanzaban no cuando fueron derrotados”.
–Ahora tenemos que hacerle honor al nombre –acota Estrella, la profesora que ya cuenta 33 años en las aulas, de los cuales la mitad los ejerció bajo las sucesivas dictaduras militares
–Como dice el poema de Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan toda la vida/ esos son los imprescindibles”. La lucha no es una cosa en el aire, hay que seguir siempre. Muchos chicos dicen para qué ir a una marcha si no te van a dar bola. A mí eso me pone mal porque como “nunca pasa nada”, así “nunca pasa algo”. Por eso me da mucho miedo que el nombre se vacíe de contenido. Que pase como con las remeras del Che... pobre se debe estar revolcando en la tumba –reflexiona Marcela.
Los chicos se quejan por los “grandes” que los critican cuando hacen una sentada o una marcha. “La otra vez venía una señora con una nenita de la mano y me dice: ‘ustedes no quieren estudiar’. Entonces le pregunté si ella no querría que haya una escuela pública buena para cuando esa nena creciera. La mujer me quedó mirando y le expliqué que por eso estábamos reclamando”, explica “Lula”. Marcela confiesa que ella a veces se siente perseguida porque “ahora hay formas mucho más sutiles de presionarte para que te calles la boca”. Amonestaciones, inasistencias que aumentan y notas que bajan son algunas de esas formas que los chicos cuentan están sufriendo los que impulsaron la toma de la Escuela de Cerámica contra la Ley de Educación.
–Con esas reacciones en lugar de escucharnos demuestran que nos quieren tapar la boca. Es como cuando la policía nos rompe los cordones que armamos para seguridad, nos tira gases lacrimógenos –dice “Lula”. A su lado, Estrella Pavioni muestra la contradicción: “Cuando les enseño los derechos y garantías constitucionales les explico que la policía no los puede detener sin una orden judicial. Resulta que después abro el diario y me encuentro con que la Corte Suprema de Justicia autorizó a la policía a realizar detenciones. La primera reacción de los chicos es: ‘profesora, la Constitución miente’. La tarea es demostrarles que esas son las ‘interpretaciones’, que la Constitución es sabia, que hay que defenderla”.
En la EMEM 7 se sienten “satisfechos” por la “osadía de ponerle el nombre de una desaparecida a nuestra escuela”.

 

La visita de la familia

Los chicos se arremolinaron en el salón y empezaron a escuchar. Los padres y el hermano de María Claudia Falcone contaron cómo era la vida de esa adolescente, delegada de su comisión en la Escuela de Bellas Artes de La Plata. “Nos dimos cuenta que no era eso de: ‘Mírenla a María Claudia, la que peleó por ustedes”, dice Lucía “Lula” Palombo y devela la cercanía de las historias antes que apareciera el horror. Un silencio envolvente selló la charla donde la actriz Vita Escardó, quien interpretó a Falcone en la película La Noche de los Lápices, contó su emoción al lado de una Abuela de Plaza de Mayo. A fines del año pasado, esa charla en la EMEM 7 conmovió a todos y permitió vislumbrar hacia dónde se orientaba el nombre de la Escuela. Jorge Falcone, el hermano, había sido profesor en la escuela de Malabia al 2100 y antes de abandonar el aula les dejó a los chicos la pancarta con la foto de Claudia. La misma con que su madre había empezado a dar vueltas en la Plaza de Mayo.

 


 

16 AÑOS, ABANDERADA Y ESTUDIANTE DE BELLAS ARTES
“Tenía el sentido de la lucha”

Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) Tenía 16 años, mucho sentido del humor y una gran imaginación. Le interesaban cosas de grandes, quería que todos tuvieran para comer y un lugar dónde vivir, pero era chica y también se preocupaba por estar linda y le gustaba ir a bailar. Fue abanderada, pero a veces quería fumarse un cigarrillo a escondidas y hacerse la rabona. “Fue un ser humano mágico”, dijo, al recordar a María Claudia Falcone, su hermano Jorge. “Y fue un producto de la época que le tocó vivir”, agregó.
En la madrugada del 16 de septiembre de 1976 María Claudia estaba en la casa de una tía abuela a la que la familia se turnaba para cuidar con una amiga, María Clara Ciocchini. A ese lugar entraron hombres armados, les ataron las manos, les vendaron los ojos a las tres y sacaron a empujones a las chicas. María Claudia era estudiante de tercer año de la escuela de Bellas Artes y militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
Nelva Falcone, mamá de María Claudia, contó que tanto ella como Jorge “mamaron la política” en la casa paterna. “El abuelo Falcone era un militante del radicalismo, pero la familia se volcó hacia el peronismo por el sentido de la justicia social”, aseguró. Jorge Falcone padre fue comisionado municipal de La Plata en 1947, es decir el primer intendente peronista de la ciudad. “En casa se conversaba mucho de política y los chicos intervenían. Pero María Claudia tenía algo especial: el sentido de la lucha, que es algo con lo que se nace”, dijo Nelva.
“Tenía pasta de líder”, afirmó su madre. “Si había que quemar una bandera yanqui frente a un colegio ella era la que tenía el encendedor”, dijo su hermano. A pesar de su fuerte carácter, María Claudia también sabía llorar en la intimidad, el contraste en lo que consideraba el deber ser y el deseo la ponía mal. Tenía un novio hippie y pensaba que podía estar mal visto por sus compañeros. “A veces la nena grande le ganaba a la militante”, aseguró Jorge, que recordó con especial cariño los personajes que inventaba con su hermana: “Owen Chiquituni era un loco desatado recién fugado de una cárcel. María Claudia lo interpretaba haciendo todo tipo de morisquetas y volvía loca a mi mamá”. En el exilio, Jorge firmaba sus cartas como “Chiqui” con la esperanza de que no fueran violadas. El apodo le quedó y hoy todos los que lo conocen de esa época lo llaman así. “Fue mi interlocutora existencial por excelencia”, afirmó Jorge. “Cuando tomé conciencia de que no la iba a ver más sentí una soledad indescriptible”, agregó.
Pablo Díaz, sobreviviente de “La Noche de los Lápices”, conoció a la otra Claudia. Juntos cuidaron a las embarazadas secuestradas en el “Pozo de Banfield”. “A veces pensábamos en salir y hasta teníamos proyectos, hablábamos de irnos de vacaciones, de tomar una cerveza en un bar de La Plata y hasta de compartir la vida juntos. Otras veces caíamos en un estado depresivo. María Claudia sufría mucho por lo que le habían hecho en “Arana”, donde las torturas eran constantes, pero aun en esas circunstancias terminamos más convencidos de la importancia de cambiar las cosas”.

 


 

HIJOS, DE LA PLATA
Al escrache de El Indio

t.gif (862 bytes) La regional La Plata de la agrupación HIJOS realizará mañana un “escrache” en la casa del represor Carlos Ernesto Castillo Novara. Castillo, alias “El Indio”, está señalado como uno de los secuestradores de La Noche de los Lápices. Ayer, la justicia platense le negó por “improcedente” una acción de amparo en la que exigía protección para el día del “escrache”.
Los HIJOS se concentrarán a las once, en la Plaza Olazábal (calles 7 y 38). A las 12 partirán hacia el domicilio de Castillo, donde se realizará el “escrache” y se leerá un discurso. A la noche se celebrará el aniversario de la ciudad de La Plata y a modo de cierre tocarán Los Fabulosos Cadillacs. “Mañana vamos a repartir unos folletos a los vecinos del barrio para informarles quién es Castillo y pedirles que se sumen a nuestra protesta. Elegimos escracharlo porque participó de la Noche de los Lápices y torturó mucha gente en La Plata. Muchos ex detenidos lo reconocen del campo de concentración La Cacha”, dijo a este diario Margarita Merbilhaa, de HIJOS de La Plata.
Castillo no es lo que se dice un ciudadano ejemplar. En los setenta militó en el grupo filonazi Concentración Nacionalista Universitaria (CNU), que tuvo participación protagónica en la masacre de Ezeiza. Luego integró la banda del represor Aníbal Gordon. En 1976 fue detenido por “excesos en la lucha antisubversiva” y pasó a trabajar en grupos operativos del Servicio Penitenciario Federal. Fue torturador de La Cava, La Cacha y el Pozo de Banfield. En 1984 se lo detuvo por intentar secuestrar a un industrial de La Plata. Tiene más de 15 causas penales por toda clase de delitos: hurto, robo, asociación ilícita, lesiones leves, lesiones graves, abuso de armas, etc.

 


 

TEPEDINO Y ETCHECOLATZ
Los responsables vivos

t.gif (862 bytes) Las órdenes de secuestro de varios de los adolescentes desaparecidos durante “La Noche de los Lápices” serán entregadas próximamente a la Justicia. De los documentos se desprende que los organismos intervinientes en el operativo fueron el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, por lo que Carlos Alberto Roque Tepedino y Miguel Osvaldo Etchecolatz, máximos responsables vivos de estas áreas, podrían ser citados a declarar.
Los documentos están fechados el 16 de septiembre de 1976, bajo el rótulo de “objetivos primarios” figura el nombre del desaparecido, su edad, su documento y su ocupación, en este caso “estudiante”. Las órdenes también consignan el “grado de peligrosidad” de su “objetivo”. Para los secundarios éste es “mínimo”. La filiación del desaparecido es otro dato que poseían los militares, en estos casos figura “P. de B. ACT. EST.”, que significaría “peronismo de base, activista estudiantil”.
Representantes de organismos de derechos humanos compararon estos documentos con unos similares publicados por Página/12 que referían al secuestro del uruguayo Jorge Zaffaroni y su mujer, cuya hija fue apropiada por el agente de inteligencia Miguel Angel Furci. En ese documento figuraba como destino interno “SIDE”. En la orden de los Zaffaroni figura “grado de peligrosidad máximo”. Quedaría demostrado así que todos los desaparecidos corrieron la misma suerte, más allá de su “grado de peligrosidad”.

 

OPINION
VillanosPor

Luis Bruschtein

Hace pocos días un muchacho le gritó asesino a Etchecolatz. En el entredicho, el asesino fue defendido por el policía que lo custodiaba y el muchacho por su psicólogo. Ahora hay un juicio de Etchecolatz contra el psicólogo y su paciente, por amenazas. Al mismo tiempo, una escuela secundaria de la Capital pasará a llamarse María Claudia Falcone, que fue una de las víctimas de los grupos policiales que comandaba Etchecolatz durante la dictadura. Esta enumeración resulta esquizofrénica.
Podría haber alguna escuela que decida llamarse Etchecolatz y entonces resultaría lógico que el hombre estuviera libre y protegido. Pero sucede que a Etchecolatz se lo acusó de asesinar estudiantes, por lo que será difícil que alguna escuela lleve nunca su nombre. Más bien es al revés: el nombre de María Claudia Falcone en una escuela lo envía al infierno por el resto de la historia.
Todos los chicos que pasan por la secundaria escuchan alguna vez el nombre de Etchecolatz, por la Noche de los Lápices. Y ya son varias generaciones. El hombre tiene asegurado un lugar en la historia entre los villanos más deleznables. Encontrárselo en la calle, o de vecino, es lo más parecido a una lección esquizofrénica de historia para cualquiera de esos chicos, muchos de ellos ahora adultos.
María Claudia Falcone representa lo que este hombre detesta e intentó hacer desaparecer y es lo que la sociedad se empeña en rescatar al bautizar una escuela con su nombre. Es más, si ella hubiera tenido un hijo en cautiverio, se lo hubieran quitado para entregárselo a una familia extraña, para evitar que el bebé fuera como ella al crecer. En cambio, la sociedad la toma como ejemplo, para que muchos jóvenes sean como ella.
Cada vez es menos la gente que piensa como los militares de la dictadura, pero es un pensamiento primitivo latente que rebrota cuando los movimientos sociales se vuelven peligrosos para el statu quo. Por ejemplo, el diputado Alvaro Alsogaray, como hombre de derecha, es un gran defensor de la familia de derecha. Pero a la familia de izquierda habría que descuartizarla y hacerla desaparecer, según la defensa que ha hecho del delito de apropiación de menores como parte de la represión.
Alsogaray es un personaje anacrónico. Bautizar una escuela con el nombre de María Claudia Falcone apunta contra ese pensamiento primitivo, pero, fundamentalmente, apunta ahora contra formas más sutiles de represión que ven un delincuente o un irresponsable en cada joven rebelde.

 

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