|
En la mañana del lunes, Radio Israel difundió un apasionado llamamiento del canciller Ariel Sharon para que los colonos judíos se apoderen de más tierra en Cisjordania. Al atardecer, los colonos del norte de Cisjordania respondieron a sus palabras y ocuparon una desierta colina al oeste del asentamiento de Kedumim. Pero para la hora de la cena, el ejército israelí los había obligado a abandonar la posición. ¿Qué había pasado? Que israelíes y palestinos concluyeron un alto el fuego luego de tres días de enfrentamiento verbal, abriendo la vía a un principio de aplicación esta semana de los acuerdos de Wye Plantation. El presidente palestino Yasser Arafat, cuyo llamado a "tener listos los fusiles" para liberar Jerusalén había atizado el fuego el domingo, protestó de viva voz sobre sus intenciones pacíficas y su voluntad de negociación. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, que amenazó con suspender el retiro parcial de sus tropas en Cisjordania, previsto para el fin de semana, juzgó "positivas" las formas de seguridad ofrecidas por Arafat, y el Parlamento aprobó el acuerdo por 75 votos a 19 y 9 abstenciones. "Eso hará más fácil" la aprobación por parte del gobierno israelí, el miércoles, de la primera etapa del retiro, agregó Netanyahu. El Parlamento israelí se aprestaba por su parte a ratificar el ayer, por aplastante mayoría, el acuerdo firmado por Arafat y Netanyahu el 23 de octubre en la Casa Blanca, bajó la égida del presidente norteamericano Bill Clinton. Altos responsables israelíes y palestinos se encontraron el martes para discutir las modalidades de aplicación del acuerdo, después de lo cual el ministro de Seguridad Interior Avigdor Kalahani anunció que hoy y mañana serán liberados los primeros 250 prisioneros palestinos de un total de 750 estipulados en el acuerdo de Wye. Las reuniones deben seguir hoy con una entrevista prevista entre el jefe de la diplomacia israelí Ariel Sharon y dos de los principales adjuntos del presidente palestino, Mahmud Abbas y Ahmed Korei. Mientras tanto, Israel empezó ayer a fortificar varios asentamientos judíos en Cisjordania y a trazar una ruta de circunvalación que beneficia a los colonos de Kfar Tapuah y Shilo. Fue Arafat el que dio el primer paso en la vía de la distensión al mostrar públicamente su voluntad de "resolver toda divergencia o disputa sobre el estatuto final (de los territorios) por métodos pacíficos y por la negociación, y por ningún otro medio". "Seguiremos cooperando con Israel para hacer frente a la violencia y al uso de la fuerza", afirmó en Jericó al recibir al presidente alemán Roman Herzog. "Esperamos que la aplicación del redespliegue (militar israelí) comience el jueves o el viernes", agregó. Netanyahu inmediatamente replicó en el sentido del apaciguamiento. "Juzgo positivas las palabras con las que Arafat se comprometió el martes a resolver los problemas por la vía de la negociación, renunciar a la violencia y a cooperar con Israel para luchar contra la violencia", afirmó el primer ministro al Parlamento en Jerusalén. Netanyahu sin embargo evitó confirmar que la primera etapa del retiro militar tenga lugar esta semana. Prefirió esperar la reunión de su gabinete hoy, si bien algunos rumores daban a entender que el retiro empezaría a concretarse el sábado. "Un importante obstáculo fue levantado (luego de las últimas declaraciones de Arafat) y consideramos en el gobierno los otros elementos que podrían permitir la aplicación del acuerdo de Wye", afirmó el primer ministro. Su vocero, David Bar-Illan, señaló que Israel tenía algunas exigencias con respecto de la Autoridad Palestina. Mencionó en particular un decreto que la Autoridad Palestina debe adoptar para prohibir la incitación a la violencia contra Israel, un plan que debe poner en marcha para recolectar las armas que circulan ilegalmente en los territorios al igual que el arresto de palestinos acusados de atentados antiisraelíes. "No miren simplemente a lo que dicen, miren a lo que hacen", dijo Barry Rubin, un analista político del centro BESA de estudios estratégicos. El experto aseguró que gran parte del combate verbal estaba destinado al consumo interno, para reafirmar posiciones ante los sectores que ven los acuerdos como una capitulación.
|