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Por Raúl Kollmann El testigo-clave del caso AMIA, Wilson Dos Santos, fue detectado ayer por las autoridades brasileñas y ahora permanece custodiado no arrestado esperando que lo vaya a interrogar el juez federal Juan José Galeano. Aunque se dice que Dos Santos está en San Pablo, el Ministerio de Justicia de Brasilia mantuvo absoluta reserva sobre el paradero del testigo, sobre el que también recaen sospechas de haber participado en el atentado contra la embajada de Israel. Al taxi-boy brasileño le faltan varios dedos de la mano y hay sospechas de que en realidad fue terrorista en el ataque del 92 y arrepentido en el del 94. Según la Constitución brasileña, ningún ciudadano de ese país puede ser extraditado, por ninguna razón, de manera que Dos Santos no terminará en una cárcel argentina así haya participado de los atentados. Lo único que puede aportar es información y habrá que ver si lo hace, sobre todo en lo que respecta a la conexión local de los atentados. El ministro del Interior, Carlos Corach, recibió ayer una llamada de su par brasileño, Román Calheiros, quien le informó que Dos Santos fue detectado por la Subsecretaría de Inteligencia de la Casa Militar, un organismo del Poder Ejecutivo que funciona a manera de asesoría. Para que sea interrogado, se requiere una autorización del Supremo Tribunal de Justicia, que según parece dará el visto bueno rápidamente. Corach viajará hoy a Brasil para participar en una reunión de ministros y, de paso, arreglará los detalles para el interrogatorio a Dos Santos. En principio, el testigo será trasladado a un consulado argentino y allí contestará o no las preguntas de Galeano. Fuentes del juzgado señalaron anoche a Página/12 que el gobierno brasileño pondrá condiciones de seguridad al interrogatorio, supuestamente porque Dos Santos está amenazado de muerte: la lógica es que el juez, los fiscales y los abogados de las partes querellantes presencien la indagatoria. Yo creo que la aparición de Dos Santos es importante señaló a este diario el fiscal Eamon Mullen. Es el único que se presentó en tres consulados advirtiendo del atentado. Nosotros vamos a ver qué hay de cierto en la historia que contó, aunque hace tiempo verificamos las direcciones y algunos datos que aportó. Todo era verdadero. A principios de julio de 1994, dos semanas antes del atentado contra la AMIA, Dos Santos se presentó en el consulado argentino en Milán y fue atendido por la propia cónsul, Nora Fassano. A ella le contó que estuvo relacionado con una mujer iraní, Nasrim Mohtari, y a través de ella con un grupo de hombres de Medio Oriente. Según Dos Santos, ese núcleo participó del atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires y estaba preparando otro ataque del mismo tipo. Fassano no le prestó demasiada atención al taxi-boy, que en la misma jornada se presentó también en los consulados de Brasil e Israel. La realidad es que nadie lo tomó en serio. Una vez producida la voladura de la AMIA, Dos Santos volvió al consulado y terminó declarando en Buenos Aires, ante la Policía Federal, en noviembre de 1994. En ese momento relató que conoció a Nasrim en 1992, siendo él taxi-boy y ella prostituta, algo que después se verificó por distintas detenciones que la mujer había sufrido anteriormente. En sus andanzas con la iraní, Dos Santos conoció una fiambrería en la calle Pasco y Venezuela, donde Nasrim se reunía con otros iraníes, entre ellos dos hombres de los que sólo pudo aportar el primer nombre, Hassan y Alí. Por pedido de éste ultimo, realizó un viaje a Ciudad del Este, en la Triple Frontera, donde debía recoger una valija e ingresar a la Argentina, apelando a sus conocimientos de gente de la Aduana. Posteriormente, Dos Santos y Nasrim viajaron a Europa, algo que también fue corroborado por los investigadores, que encontraron los pasajes en la compañía KLM y en clase ejecutiva. El brasileño cuenta que junto a la mujer se alojó sucesivamente en Zürich, Roma, Milán y Munich, en buenos hoteles y todocosteado por Nasrim, que estaba locamente enamorada del brasileño. Lo más extraño según Dos Santos era que en los distintos lugares siempre aparecían Hassan o Alí. En todo este relato, Dos Santos reconoce que detrás de Nasrim había algo misterioso, pero dice que sus sospechas eran que el grupo se dedicaba al narcotráfico o algún negocio extraño. Finalmente, otra vez en Zürich, Nasrim le muestra una valija con aproximadamente tres millones de dólares, y allí le confiesa que el grupo había tenido relación con el atentado contra la embajada de Israel. Aquel día, Nasrim le cuenta que debe volver a Buenos Aires por unos días. Lo cierto es que siempre según el relato de Dos Santos él abandona el grupo porque tiene miedo y, tras un breve regreso a Brasil y otro viaje a Europa, termina haciendo la denuncia en los consulados de Milán. El brasileño contó todo esto en la división Protección del Orden Constitucional de la Policía Federal y fue citado a declarar al día siguiente ante el juez Galeano. Algo pasó aquella noche, porque asombrosamente Dos Santos le dijo al magistrado que todo era falso y que había mentido. Por esa razón, fue procesado por falso testimonio y terminó pagando una fianza para salir en libertad. Tras cartón, salió del país en forma ilegal. En los meses siguientes, los investigadores fueron recogiendo pruebas que avalaban buena parte del relato del brasileño, pero ya entonces era tarde. Dos Santos había desaparecido y aún ahora es imposible lograr su extradición porque la Constitución brasileña lo impide. Todo lo que se puede hacer es interrogarlo en Brasil.
CONCLUSIONES SOBRE LAS ACTIVIDADES NAZIS EN
ARGENTINA Por R. K.
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