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Por Susana Viau y Eduardo Tagliaferro La situación procesal del teniente general Martín Balza en la causa por la venta ilegal de armas a Ecuador y a Croacia se complicó ayer luego de que el general Carlos Matalón declarara que, tal como había informado Página/12, en 1995 y siendo comandante de las tropas de paz de ONU en Eslavonia Occidental, había mostrado a Balza y a Oscar Camilión una pistola 9 milímetros de procedencia argentina, señalándoles que la aparición permanente del armamento le creaba problemas con sus superiores de la misión. Durante la audiencia, Matalón, encolerizado por las chicanas de Marcelo Nardi, letrado del general Antolín Mosquera y vinculado al Estado Mayor, aportó una carpeta con documentación probatoria de sus afirmaciones. El episodio hizo decir a un prestigioso abogado que se encontraba en las proximidades del tribunal: "A un testigo verdadero, como éste, no se le pregunta porque sus respuestas y precisiones terminan por hundir al cliente que uno quiere defender". Esa misma sensación había quedado en los funcionarios del juzgado, sorprendidos por la tensión del diálogo entre los dos hombres y visiblemente interesados en las pruebas aportadas por el militar, que quedaron incorporadas a la causa. El juez federal Jorge Urso no asistió a la declaración testimonial de Matalón, pero se encontraba en la secretaría privada contigua a la sala. Al salir rumbo a su despacho, este diario intentó tener su opinión, pero el diálogo fue cancelado con un cortante "No hago declaraciones". Se asegura que Urso no está cómodo con una eventual citación de Balza y la testimonial de ayer ponía en primer plano esa posibilidad. Sí asistió en cambio el fiscal Carlos Stornelli, aunque la larga exposición del general hizo casi innecesarias sus preguntas. No mantuvo el mismo criterio Nardi, quien empleó una táctica de alto riesgo: inquietar al declarante. Fue así que cuando, obligado por el defensor de Mosquera, Matalón refrendó sus dichos con el aporte de una carpeta repleta de documentos y una foto, el abogado del Ejército ironizó: --¿Y esos papeles tienen cinco años? La chicana bastó para que el general empleara toda la artillería. --¿Usted quiere decir que los hice ayer? No tienen cinco años sino tres y, si le queda alguna duda, ahí está la foto. Véala. El general Balza tiene en sus manos una carpeta idéntica a ésta. En la foto hay 17 testigos. La carpeta en cuestión era, al decir de los testigos de la escena, en efecto, idéntica, gris con los bordes verdes. La foto estaba tomada en el puesto de comando y mostraba a Matalón explicando la situación en Croacia ante un auditorio mayoritariamente castrense: el teniente coronel Héctor Pugliese, jefe del BEA (Batallón Ejército Argentino) VII, el capitán Julio César Morales, el teniente coronel José María Pan, su ayudante, el teniente coronel Osvaldo Tosco y el sargento primero Timo, entre otros. Matalón había mostrado a sus huéspedes, el teniente general Martín Balza y el ministro de Defensa Oscar Camilión, una pistola Browning 9 milímetros que llevaba la inscripción "República Argentina" y un escudo nacional en el centro. Según testimonió Matalón, le tendió la pistola a Camilión, quien le respondió que cuando regresara a Buenos Aires investigaría el origen del arma. El defensor Nardi volvió a interrumpir. --¿No recuerda la numeración? Para su sorpresa, el testigo recitó de memoria el dato requerido. No conforme con la contundencia de la respuesta, el letrado insistió: --¿No lo informó usted por escrito? --Esto venía siendo informado desde 1992 por el coronel Luis Lagos -- reaccionó Matalón. --¿Y Camilión no le dio explicaciones? Engolosinado tras el uno a cero, Matalón fue por más: --Ubíquese, doctor --dijo tajante el militar--. ¿Qué tendría que informarme a mí Oscar Camilión? El ministro le habrá informado al Presidente. No tenía por qué hacerlo conmigo. Entre la documentación contenida en la carpeta, el general conservaba las copias de dos fax enviados desde Croacia a Buenos Aires por el teniente coronel Héctor Pugliese, jefe del BEA (Batallón Ejército Argentino) VII. Pedía información sobre la Browning secuestrada a un policía militar croata. Uno estaba dirigido al Ejército argentino y el otro a Fabricaciones Militares. El Ejército contestó negando que el arma perteneciera a sus arsenales y Fabricaciones no contestó jamás. Pero quizás el aporte más inesperado fue la copia de la nota enviada por el teniente coronel Stel, quien, estando en Zagreb, en la división de "personal" de la ONU pudo ver que en las computadoras del organismo existía un informe oficial donde se recomendaba la no presencia de militares argentinos en zonas ocupadas por los serbios a causa de la aparición de armamento argentino en poder de las tropas croatas. Al salir de la audiencia y sin reparar en la presencia de Página/12, Nardi trató de firmar un armisticio con el testigo: "Espero que no se sienta perseguido por mi interrogatorio, general". Fuentes vinculadas a la causa sacaron un conclusión diferente: la estrategia de Nardi había resultado contraproducente para su cliente y para el jefe del Ejército aún más.
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