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LA CAUSA POR ROBO DE BEBES SEGUIRA TRAMITANDO EN EL JUZGADO DE BAGNASCO
Nuevo traspié para Videla en Tribunales

La resolución excluye en principio a la Justicia militar. Puede postergarse por  unos días la indagatoria de Emilio Massera.

El represor Jorge Rafael Videla sigue con arresto domiciliario.
Ayer fue rechazada una de las chicanas de sus abogados defensores.

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Por Adriana Meyer

t.gif (67 bytes) La sala I de la Cámara Federal se declaró competente para resolver las apelaciones planteadas por la defensa de Jorge Videla, en la causa por sustracción de menores que inició el juez Roberto Marquevich, lo cual implica que Adolfo Bagnasco podrá ser quien juzgue al dictador. La Cámara Federal de San Martín había enviado el expediente a la Capital y ahora los camaristas porteños Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani resolvieron que –en principio– no debe intervenir la Justicia militar, tal como pretenden los abogados de Videla. Por otra parte, la declaración indagatoria del dictador Emilio Massera sería postergada porque el juzgado de Bagnasco debe resolver primero la presentación de su defensa sobre prescripción y cosa juzgada y no puede hacerlo hasta que la sala I de la Cámara Federal le devuelva el expediente.
Riva Aramayo y Vigliani lo habían pedido “ad effectum videndi”, es decir, para tenerlo a la vista a fin de tomar la decisión que dieron a conocer ayer. Fuentes vinculadas a esa investigación especularon con que lo retendrán por unos días más. De todos modos, aunque lo devolvieran antes del 3 de diciembre –la fecha fijada por Bagnasco para tomarle declaración a Massera–, el juzgado debe resolver los incidentes planteados por su defensa y previamente las partes tienen diez días para expedirse. Por lo tanto, esa audiencia se realizaría más adelante. En cambio, no hay modificaciones para las citaciones de los represores Jorge “Tigre” Acosta, Jorge Vildoza (prófugo), Héctor Febres, José Suppicich y Antonio Vañek.
Los camaristas porteños expresaron en su resolución que “no puede dejar de advertirse la palmaria conexidad existente entre la presente causa declinada por la Cámara Federal de San Martín, proveniente del juzgado 1 de San Isidro (Marquevich), y la que se sustancia al momento en el juzgado 7 de este fuero (Bagnasco), razón por la cual se dará trámite a las articulaciones pendientes”.
En otro párrafo argumentan que en 1984 esa misma cámara se atribuyó competencia territorial para intervenir en la denominada causa 13 (o Juicio a las Juntas Militares), debido a que los mandos castrenses tenían su asiento orgánico en la Capital Federal. Sin embargo, a los abogados de la causa les preocupó esta mención, porque en aquella oportunidad la Cámara Federal actuó después de la intervención del Tribunal Supremo de las Fuerzas Armadas.
Días atrás se había especulado con la posibilidad de que los camaristas devolvieran el caso a San Martín, lo cual habría causado un conflicto que hubiera provocado la intervención de la Corte Suprema, complicando todo el proceso. En ese sentido se había expedido el fiscal de Cámara que reemplaza a Germán Moldes, Joaquín Gaset Waidatt, pero Riva Aramayo y Vigliani no tuvieron en cuenta esa posición.
La defensa de Videla recusó a Bagnasco y ya había apelado la prisión preventiva que le dictó Marquevich. También había planteado que el dictador estaba siendo sometido a un doble juzgamiento y pidió que sea juzgado por tribunales castrenses. La sala I debe resolver ahora todas estas excepciones, aunque en la resolución que se conoció ayer ya estaría implícita la voluntad de los camaristas de rechazar la intervención de la Justicia militar.
El 9 de junio Marquevich ordenó la detención de Videla, bajo la acusación de ser autor mediato de un plan destinado a la apropiación de niños nacidos en cautiverio, cambio de identidad y falsificación de documento público. El ex presidente de facto estuvo preso un mes en el sector VIP de la cárcel de Caseros, pero la sala I de la Cámara Federal de San Martín accedió al pedido de su hijo y le permitió cumplir arresto en su casa.

 

La coartada de Massera
Por A.M.

El abogado de Emilio Massera había adelantado que el dictador presentaría a la Justicia un documento secreto de la Marina, con la pretensión de demostrar que fue ajeno al secuestro sistemático de niños nacidos en cautiverio. Se trataría del denominado “Placintara 75” que quiere decir “Plan de Capacidades Internas de la Armada”, por el cual el Comando de Operaciones Navales establecía lo que debía hacer esa fuerza a partir de 1975. Massera intentaría ubicar en ese Comando las responsabilidades que se le atribuyen, pero la propia verticalidad militar se lo impide: ese organismo dependía del Comando en Jefe de la Armada a su cargo. De todos modos, ese documento lo condenaría aún más. Si es cierto que allí había instrucciones precisas sobre el procedimiento a seguir con los niños y las embarazadas, los hechos demostraron que no fueron cumplidas. Massera utiliza la misma estrategia que desplegó Suárez Mason: deslindar responsabilidades hacia abajo.

 


 

ATAQUE CONTRA UN MILITANTE
Como en la dictadura

Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes) Esteban Cuya es el coordinador de la Coalición Contra la Impunidad, una agrupación de organismos que apoya el juicio contra más de cuarenta militares argentinos por la desaparición de ciudadanos alemanes durante la última dictadura. “No grites, no pongas resistencia y no nos mires la cara, si nos mirás te matamos”, le dijeron, antes de golpearlo los dos hombres que se subieron al taxi en el que se encontraba el martes por la noche. Los “asaltantes” le robaron un maletín con documentos que había recogido en la Cámara Federal de La Plata, las tarjetas de crédito y 150 pesos, pero rechazaron 300 dólares. “No fue un robo común”, dice Cuya, quien como consecuencia del ataque tiene el tabique fracturado. Su afirmación se basa en la preparación que parecían tener los atacantes.
“Taxi, taxi” se anunció el conductor. Cuya se subió. El chofer lo interrogó sobre el motivo de su visita a Buenos Aires y comenzó a hacer señas por el espejo. A las tres cuadras, dos autos negros los rodearon, uno se puso atrás y otro al costado. Siguieron avanzando hasta que el taxi paró, se abrieron las dos puertas, entraron dos hombres y agarraron a Cuya de los brazos. Después vinieron los golpes en la cara, la espalda y la nuca, y el robo. Los atacantes tenían un recipiente con una toalla mojada que le pusieron en la boca. Luego de sacarle algo de plata, las tarjetas y el maletín –tras comprobar que sólo tenía documentos–, lo dejaron cerca de la Avenida Juan de Garay al 3500.
Cuya es peruano pero vive en Alemania y trabaja en el Centro de Derechos Humanos de Nuremberg. Se encuentra en Buenos Aires con el abogado Wolfgang Wiesheier y Mechtild Baum, de la Coalición Contra la Impunidad, para reunir documentación de los casos que han presentado y buscar información sobre otros que podrían incluirse en el juicio que se abrió debido a que la Justicia alemana puede intervenir para defender los derechos de los ciudadanos de su país en cualquier lugar del mundo. Actualmente la fiscalía de Nuremberg está investigando cuatro casos por los que están acusados más de cuarenta militares, entre ellos todos los miembros de las Juntas. La expectativa de condena para todos ellos se reduce al pedido de capturas internacionales porque el Código argentino no contempla la extradición de nativos. Aunque existen más de setenta desaparecidos de origen alemán, sólo ocho eran ciudadanos en el momento del secuestro, requisito necesario para entablar una demanda. Por eso los miembros de la Coalición no descartan apelar en el futuro al derecho internacional.
Si bien los nazis fueron juzgados por un tribunal militar internacional y en este caso se trata de uno civil, Cuya aseguró estar conforme porque el juicio se lleve a cabo en el mismo lugar geográfico. “Nuremberg tiene el significado de la lucha contra la impunidad. Debe ser un espejo para los acusados.” España, Italia, Suecia y Francia ya juzgaron a militares argentinos. El próximo proceso podría abrirse en Japón ya que un grupo de familiares de quince desaparecidos de ese origen se acercó a los alemanes para pedirles consejos.

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