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ESTUDIANTES SECUNDARIOS DENUNCIARON QUE EN EL COLEGIO LES DIERON MACHETES
El mundo del revés queda en Olivos

Los alumnos del Instituto Jesús Pérez Martínez dicen que las autoridades les dieron el machete para mejorar el nivel del colegio en la evaluación. Los directivos lo niegan.

El Instituto Jesús Pérez Martínez es ahora centro de una investigación de la Dirección de Escuelas.
“El hecho merece una presentación formal y una investigación”, dijo la ministra Susana Decibe.

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Por Mariana Carbajal

t.gif (67 bytes) Alumnos de un colegio de Olivos revelaron ayer que las autoridades de la escuela les suministraron “machetes” con los resultados de las evaluaciones nacionales que tomó la semana pasada el Ministerio de Educación para determinar el nivel de los alumnos de 5º y 6º año de todo el país. Los chicos del Instituto “Doctor Jesús Pérez Martínez” denunciaron que fueron instigados a copiarse para que el colegio figurara entre los mejor calificados. “Nos dio bronca porque nos quisieron utilizar para mejorar la reputación del colegio y así aumentar la matrícula”, dijo a Página/12 Rodrigo, uno de los alumnos que recibió el diminuto machete, del tamaño de la palma de una mano, escrito a máquina con la solución de las preguntas de tipo multiple choice de lengua y matemáticas. Gabriel Pirato Mazza, dueño y director general del colegio, rechazó las acusaciones: “Los alumnos mienten”, declaró. Las escandalosas revelaciones llevaron a la Dirección General de Escuelas Bonaerense a iniciar ayer una investigación para determinar la veracidad de la denuncia.
“El hecho merece una presentación formal y una investigación porque no se puede poner en riesgo la seguridad del operativo (de evaluación educativa)”, consideró la ministra de Educación de la Nación, Susana Decibe. “Este es un hecho muy grave. Ahora hay que investigar por qué se postergó la fecha del examen, ya que si las pruebas se toman al mismo tiempo en todos los colegios, como indica el operativo, es imposible que haya filtraciones de información”, agregó Decibe y aclaró que “si los resultados de las pruebas se adelantaron dentro de la escuela, la responsabilidad es del director”.
Esta Segunda Evaluación Censal se tomó en todos los colegios de la Capital Federal y de la mayoría de las provincias –entre ellas Buenos Aires– el lunes 9 y martes 10, con excepción del instituto “Doctor Jesús Pérez Martínez”, donde se postergó una semana. “Dos alumnos fallecieron en los días previos y pedimos autorización para mover la fecha por la tristeza tremenda que sentíamos”, explicó el director general de la escuela “Doctor Jesús Pérez Martínez”, que tiene 43 años de antigüedad, alrededor de 700 alumnos (entre jardín, primaria y secundaria) y fama en la zona de recibir “repetidores”.
Nervioso, Pirato Mazza negó de plano las denuncias. Primero, alegó que los alumnos “inventaron” la versión “porque tienen materias aplazadas y piensan que con esto se van a suspender las clases y van a salir eximidos”. Después, esgrimió que los chicos estaban siendo “utilizados por alguien que quiere dañar la institución”, pero no pudo precisar quién estaría detrás de semejante maniobra. “Una vez que el examen se tomó es público. En la zona hay 200 colegios secundarios, los chicos tienen amigos. De la única forma que pudo entrar (el machete) es con un alumno”, fue la explicación de Pirato Mazza, quien es dueño también del instituto porteño IADES, de enseñanza terciaria.
Según la versión coincidente de varios alumnos de 5º año consultados por este diario, la directora de estudios Alicia Sánchez le entregó a un representante de cada división (en total son cuatro) los machetes con las respuestas del multiple choice de matemáticas y lengua para que las repartieran. “Nos pidió que dijéramos que los conseguimos a través de un tío del ministerio”, aseguró Mercedes, una de las chicas que recibió el machete de manos de Sánchez. “Alicia dijo que (los machetes) le vinieron de arriba, lo que significa que se los dio Pirato Mazza”, agregó Hernán, también de 5º, en la puerta del colegio, ubicado en Roque Sáenz Peña al 1600, a tres cuadras de la Municipalidad de Olivos. “En la primera prueba, que fue de matemáticas, los copiamos, pero ya en la segunda hicimos la denuncia, porque no vamos a encubrir al director”, explicó Soledad, vestida con el uniforme del instituto, camisa blanca y pollera escocesa en tonos verdes y azules. “El director nos faltó el respeto. Lo que nos calienta es que nos dio el machete porque pensabaque no servíamos para nada. Lo único que le importa es su negocio”, continuó Hernán.
El examen de matemáticas fue el lunes y el de lengua estaba previsto para el martes pero no lo llegaron a rendir. “Le dijimos a Alicia que íbamos a poner en la prueba que nos habían dado los resultados las autoridades del colegio y ella le dijo a la evaluadora del ministerio que nosotros no queríamos hacer el examen por capricho y no nos dejó hacerlo”, detalló María, quien como el resto de sus compañeros prefirió no revelar su apellido por temor a represalias de parte de la institución, que en las evaluaciones nacionales del año anterior obtuvo calificaciones por encima del promedio del país: 7,79 puntos en matemáticas y 7,06 en lengua.

 

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Evaluar con transparencia

Por Mariano Narodowski*

Es posible montar un sistema de evaluación educativa confiable, a partir del cual obtener información acerca del proceso de enseñanza y sus resultados en las escuelas? ¿Es posible evaluar con seriedad y buen nivel técnico, sin utilizar políticamente los resultados? ¿Es posible hacer de la evaluación una herramienta para los educadores, los alumnos y sus familias y no un instrumento de control y disciplinamiento social? Desde hace unos años, la Argentina cuenta con operativos nacionales de evaluación educativa, lo que sin duda constituye un paso adelante para una política más racional. Sin embargo, estos operativos siguen sin generar consenso en la comunidad educativa, suscitándose situaciones conflictivas que aumentan la desconfianza. Para colmo, el sector privado comienza a sentir que los resultados de las evaluaciones y los rankings que generan serán motivo para la elección de escuelas por parte de las familias, y es sabido que lo obtenido hasta ahora por el conjunto del sector privado apenas supera el sector estatal a pesar de las notorias ventajas con las que cuenta.
¿Cómo generar confianza y transparencia? Sería deseable que las evaluaciones no estuviesen bajo el control del Gobierno, sino de una agencia de la que participen el Gobierno, los sindicatos docentes y las universidades y que esté integrada por especialistas independientes y del más alto nivel académico. Las políticas educativas también son evaluadas, y no parece adecuado que el Ministerio de Educación sea juez y parte. Así los rankings de rendimiento escolar que surjan de las evaluaciones serán insospechados de favoritismo político.
A la vez, faltan señales claras que muestren la escuela en una cultura del esfuerzo, del conocimiento y la excelencia y no de la puja por éxito en base a la salvación individual, sin importar el destino del resto.
Y si las evaluaciones van a jugar un papel importante en los mercados escolares, se necesita una acción reguladora por parte del Estado que limite prácticas corruptas y garantice la igualdad de oportunidades educativas para todos los argentinos. Para que la evaluación no sea otra herramienta de discriminación, exclusión y de triunfo, ascenso o privilegio a cualquier precio.

* Doctor en Educación. Universidad Nacional de Quilmes.

 

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