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La tendencia en Estados Unidos y el exterior hacia un fin al embargo estadounidense de 35 años a Cuba parece finalmente haberse filtrado a la administración del presidente Bill Clinton, desde donde esta semana se definió la propuesta como "una idea interesante". La "idea" les había sido fuertemente presentada hace un mes por una petición de varios senadores y representantes del Congreso: crear una comisión bipartidaria para revisar la actitud norteamericana hacia Cuba. Más allá de su interés, sin embargo, el Departamento de Estado aclaró que una reforma todavía depende de la disposición de Fidel Castro a negociar sobre las demandas norteamericanas de la reforma de sus instituciones sociales y políticas. La idea de la comisión bipartidaria vino con el respaldo de dos ex "duros" de la política estadounidense, los ex secretarios de Estado republicanos Henry Kissinger y Laurence Eagleburger. La necesidad de esa revisión viene dada por una serie de novedades. Una es la existencia de un lobby empresarial en Estados Unidos que busca insertarse en el mercado cubano antes de que sea tomado por los capitales europeos, que actualmente eluden las barreras comerciales. España, por ejemplo, ha logrado una importante inserción en el mercado turístico y hotelero. Asimismo, la oposición del notorio lobby anticastrista de los exiliados cubanos al levantamiento está debilitada por el fin de la Guerra Fría y por su propio recambio generacional, que impulsó a líderes jóvenes sin recuerdos de primera mano de la revolución de Fidel Castro. Por otra parte, Clinton se encuentra ahora en lo que se denomina su "etapa pos-política", el momento en que ya no tiene elecciones por ganar y --particularmente después del fracaso republicano en las elecciones del 3 de noviembre-- con las manos más libres para diseñar la política que quiera. Teniendo en cuenta que el lobby cubano es decisivo en algunos estados para perder o ganar elecciones, esta nueva libertad de maniobra importa. La recomendación de Kissinger y Eagleburger instaba a Clinton a "conducir un análisis objetivo, reflexivo, y racional sobre la actual política estadounidense hacia Cuba y sus consecuencias sobre el resto del continente". Los partidarios de la comisión estiman que ésta debería forjarse sobre el modelo de la "comisión Kissinger" sobre América Central, un organismo bipartidista establecido en 1983 por el entonces presidente Ronald Reagan para analizar las vías para terminar el conflicto en la región. "Es un paso en la buena dirección porque realmente hay que ser obtuso para no darse cuenta de que la política estadounidense hacia Cuba no funcionó y no funcionará y ahora incluso los republicanos lo dicen --sostuvo Max Castro, un profesor de la Universidad de Miami--. Hay en este momento varias iniciativas para intentar desbloquear la política actual, pero las fuerzas que hacen que la política estadounidense sea lo que es siguen siendo poderosas." En cierto modo, la nueva flexibilidad de la administración ha estado prenunciada por la continua negativa de Bill Clinton a aplicar el polémico Capítulo III de la ley Helms-Burton, un dispositivo extraterritorial por el cual se penaliza a las empresas extranjeras --especialmente de la Unión Europea-- que realizan negocios con Cuba. Esto significa que los inversores extranjeros escapan constantemente al bloqueo, mientras los norteamericanos pierden negocios. Al mismo tiempo, el embargo norteamericano atraviesa su período de peor prensa en el exterior. Para empezar, el papa Juan Pablo II se pronunció fuertemente a favor de la terminación de la medida durante su histórico viaje a Cuba, a comienzos de este año. Y el mes pasado la Asamblea General de la ONU repitió este pedido en una resolución votada por 157 países contra sólo dos (EE.UU. e Israel).
SE SEPARA LA REPUBLICA DE KALMIKIA- Yevgeni Primakov advirtió acerca del peligro de que Rusia se rompa en pedazos cuando intentaba ganarse la confianza de la Duma, en setiembre pasado. Sin embargo, nunca hasta ayer ese temor había adquirido verdadera entidad. Kirsán Iliumzhinov, presidente de la República de Kalmikia, poblada por mongoles budistas a orillas del Mar Caspio, acusó al Ministerio de Finanzas de bloquear económicamente a su región, dijo que ésta ha quedado separada de hecho de la Federación y prometió pedir que tal situación se formalice jurídicamente. Desde la secesión de Chechenia, que al menos formalmente sigue dentro de Rusia, nadie había llegado tan lejos, aunque las dificultades económicas por las que atraviesa el país más grande del planeta han provocado en los últimos meses que diversos líderes regionales hayan puesto en entredicho su fidelidad al centro e intentado salir del bache sin ayuda de Moscú y olvidando la solidaridad interregional. El panorama es preocupante en vista del estado cada vez más deteriorado del presidente Boris Yeltsin, cuya salud lo obligó ayer a cancelar el viaje que tenía previsto para la India a comienzos de diciembre. "Mientras que Chechenia --afirmó Iliumzhinov-- aún sigue recibiendo dinero de Moscú, Kalmikia no está consiguiendo ni un rublo para pagar las becas de los estudiantes, vacunar a los niños, mantener las maternidades o aplicar programas contra las plagas. Por eso, urgiremos a Rusia que nos conceda el estatuto de miembro asociado de la Federación o, simplemente, nos separaremos de Rusia". Luego matizó que la ruptura no sería total y que la "asociación" que tiene en mente supondría que la república tendría un presupuesto separado, aunque las cuestiones fronterizas y de defensa seguirían en manos de Moscú. El drástico anuncio del presidente se precipitó, probablemente, por el cierre del Banco Nacional de Kalmikia, con el que las autoridades federales han cancelado todo trato. Iliuzhimov gobierna su república con mano de hierro, reprimiendo toda oposición. El pasado junio fue asesinada la directora del único diario que se atrevía a desafiarlo. Un ex asesor de Iliumzhinov y otro que aún lo es fueron detenidos como supuestos responsables del crimen tras la investigación abierta por el fiscal general ruso, que arrebató el caso a las autoridades kalmikas.
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