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Por Cecilia Hopkins Por iniciativa del British Council, la compañía itinerante Shared Experience, considerada como una de las mejores de su género en Gran Bretaña, se dispone a concretar una temporada porteña con su versión escénica de un clásico conflictivo de la literatura rusa, Anna Karenina, de León Tolstoi. La obra subirá a escena hoy en el Teatro Cervantes bajo la dirección de la norteamericana Nancy Meckler y las funciones, que se realizarán con subtitulado electrónico, continuarán hasta el domingo 29. El carácter conflictivo que tiene la obra se relaciona con que fue escrita por Tolstoi en una época de liberalidad de su vida íntima, antes de una cerrada conversión al cristianismo, que lo transformó casi en un moralista. Nacido en el seno de una familia aristocrática, Tolstoi se consagró como escritor hacia mediados del siglo XIX mientras disfrutaba de todas las prerrogativas de su clase. Pero pocos años después de finalizar la escritura de Anna... y tras una profunda crisis, Tolstoi, que había sostenido que "el único fin de la vida es la vida misma", resolvió renunciar a sus riquezas y dedicarse a las labores del campo y la vida natural. En los últimos años de su vida, incluso, el autor de La guerra y la paz, que de joven había sido oficial del ejército ruso, se declaró enemigo del servicio militar y criticó duramente los sistemas político y judicial de su tiempo, a los que opuso las enseñanzas del cristianismo relativas al amor y el perdón. Para ese entonces ya se había hecho vegetariano y había condenado el sexo, el alcohol y hasta la mayor parte de su obra. Todo lo que escribió después de su drástico cambio fueron textos con propósitos morales y religiosos. Pese a que Anna... fue concebida por Tolstoi antes de su conversión, hay quienes consideran que la novela abunda en advertencias de corte moralista y puritano. Por el contrario, otros ven en ella elementos de aquel joven libertino. En ella, Tolstoi cuenta la historia de una mujer que abandona a su marido y a su hijo por un amante y que termina suicidándose, incapaz de soportar la condena social. Otra historia paralela tiene, en cambio, un final distinto. Es el caso del impetuoso e idealista Levin, que salva su vida al renunciar a sus pasiones, sometiéndose a la voluntad divina. La directora Nancy Meckler considera que "no hay moralismo alguno en la novela". Cree, en cambio, que Tolstoi no critica a Anna sino que la respeta profundamente "por haber sido capaz de seguir el curso de sus pasiones", dice en una entrevista con Página/12. Firmada por Helen Edmundson, la adaptación de la obra intenta, según la directora, "reflejar la guerra que Tolstoi estaba sobrellevando en su interior: Anna y Levin discuten entre sí como si fueran dos aspectos diferentes del propio autor". --¿Por qué eligió adaptar para la escena una novela del siglo XIX? --Nos interesó la intensidad psicológica de los personajes, su humanidad, su ambivalencia, porque nos atraen las expresiones extremas. De la novela tomamos los temas universales, todo lo que está más allá del período en que la obra fue escrita o los aspectos nacionales que refleja. Con Anna... quise hacer una versión absolutamente teatral. Los espectadores no tendrán que conocer la novela para entender la obra: no me gusta llevar libros a escena sino hacer teatro con buenas historias. Shared Experience ha llevado sus montajes de gira por toda Europa llegando, incluso, mucho más allá, hasta Malasia y Bangladesh. Sin embargo, ésta es la primera vez que la compañía visita Sudamérica. Tanto la directora como Richard Hope, uno de los actores principales presente en la entrevista, expresaron su satisfacción "por compartir un hecho cultural con la Argentina" en tanto aclararon con una sonrisa que nunca se sintieron "involucrados en el conflicto de Malvinas". No obstante, Meckler se manifestó interesada en conocer si en Buenos Aires existe un sentimiento antibritánico ostensible. "Los actores somos ingleses pero la obra es rusa --bromeó Hope-- además, la directora es norteamericana: traemos un espectáculo prácticamente internacional", fue su conclusión. Creada en 1975, la compañía pone especial énfasis en el lenguaje físico de los intérpretes, aunque según la opinión de la directora "la sociedad inglesa valoriza más lo verbal que lo físico". Meckler anticipa el carácter de la puesta: austera, estilizada, con una escenografía minimalista, casi abstracta. "Buscamos --afirma-- que el espectador se involucre emotivamente y para lograrlo nuestros actores encuentran la manera de establecer una conexión muy fuerte con él". De allí la expresión Experiencia Compartida, traducción española del nombre de la compañía.
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