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Por Javier Lorca y Cecilia Sosa "Dejamos los despachos, los laboratorios y las aulas después de haber agotado los reclamos ante el Gobierno. Queremos pedirle a la gente una mano en la defensa de educación pública. Porque, si todo sigue así, nos quedamos sin universidad", alertó el rector de la UBA, Oscar Shuberoff, desde la esquina de Florida y Diagonal Norte. La crisis financiera que atraviesan las universidades nacionales llevó al rector, los decanos y otras autoridades de la universidad porteña hasta siete esquinas de la ciudad desde donde, junto a representantes de docentes y estudiantes, reclamaron por más recursos mientras repartían volantes y juntaban firmas de adhesión entre la gente. Así comenzó ayer la "semana en defensa de la Universidad Pública", que seguirá los próximos días en las veredas y culminará con una marcha al Congreso el miércoles que viene, cuando en el recinto los legisladores estarán discutiendo el presupuesto para 1999. "Es hora de que todos sepan que el Gobierno no cumple con la universidad y no gira los fondos que nos corresponden por ley", denunciaba a viva voz, en medio de una nube de peatones y a metros de la mesa instalada sobre la peatonal, Máximo Giglio, decano de Odontología. A su lado, Fortunato Mallimaci, decano de Ciencias Sociales, proclamaba agitando los brazos en dirección a la multitud: "Acá estamos, tal como prometimos, explicándole a la gente qué pasa en la Universidad". Muchas personas, desconcertadas por el espectáculo, se detenían para conversar con las autoridades, alumnos, profesores y no docentes que habían cambiado sus roles habituales para transformarse en una novedosa clase de promotores que repartía un volante titulado "Una amenaza sin precedentes para la Universidad Pública". Allí se leía: "Si el gobierno nacional no reflexiona y revierte su política, la Nación habrá perdido una institución fundamental para el progreso". Y la comitiva no tardó en ganarse sus fans. "¿Cómo van a castigar así a la universidad --se preguntó Oscar Renés, de 70 años, después de dejar su firma--. Es una libertad que supimos conseguir. Sin educación, un país no es nada", advirtió. "Fui docente toda mi vida y con toda la plata que el Gobierno gasta en cualquier basura, no puedo creer que no haya dinero para la universidad", se alcanzó a enojar Silvia, antes de perderse en el gentío. Shuberoff, secundado por la vicerrectora Susana Mirande y consejeros superiores, también se animó a conversar con la gente. "Acá estoy, volanteando --soltó, con las manos inundadas de papeles--. Haciendo lo que hay que hacer para que la universidad siga abierta." Después de despedirse con un beso de Alicia Camilloni, secretaria académica, Brenda Barroero, una estudiante de 20 años, comentó: "Es bueno que bajen para explicarnos qué pasa. En la Facultad de Arquitectura no hay plata para pagar la luz, el gas y quieren cerrar carreras y fusionarlas con otras". Mientras tanto, en otro extremo de la calle, Raúl Courel, decano de Psicología, mantenía la guardia. "Este es un problema de Estado. Lo que está en juego es el futuro de la Nación. Y, sin educación superior, estamos condenados a ser un triste país", diagnosticó. El particular espectáculo se repitió en la tarde de ayer en otros seis puntos de la ciudad: Callao y Santa Fe, Santa Fe y Pueyrredón, Cabildo y Juramento, Rivadavia y Callao, San Juan y Boedo, y Lacroze y Corrientes. Al final de la jornada, según los organizadores, las firmas recolectadas rondaban las 15 mil. Todas ellas rubrican un petitorio que será entregado a los legisladores al culminar la marcha del miércoles 25. El acta también puede ser avalada en la página web de la UBA: www.uba.ar. La protesta de la comunidad de la UBA coincidió con un dictamen de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados, donde se aprobó un aumento de 100 millones de pesos para las universidades nacionales. La decisión pretende modificar el proyecto de ley presentado por el Poder Ejecutivo, que reducía en 70 millones el presupuesto del `98 y que había llevado al Consejo Interuniversitario Nacional (ver aparte) a declarar el estado de emergencia del sistema de educación superior. Pero ayer nadie parecía conforme: "Todavía tienen que votar los legisladores. Y después, puede venir el veto presidencial. ¿Qué seguridad podemos tener cuando hace tres meses que el Ministerio de Economía no nos gira los fondos?", desconfiaron a dúo Mallimaci y Giglio.
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