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JOSE SARNEY HABLA DE LITERATURA
“Para mí, es sagrada”

El ex presidente de Brasil presentará hoy en Buenos Aires, junto a Raúl Alfonsín y Marcos Aguinis, su primera novela, “El dueño del mar”. “Los libros y sus autores me han sido fieles durante toda la vida”, dice.

Sarney fue presidente entre 1985 y 1990, pero dice que escribir es una pasión mayor que la política.
Su nuevo libro ya fue editado en Brasil, México, Francia, España, Grecia, Rumania y Argentina.

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Por Verónica Abdala

t.gif (67 bytes) “La política fue mi destino, pero la literatura es mi verdadera vocación.” No lo dice un concejal principiante sino el ex presidente de un país poderoso. José Sarney, presidente brasileño entre 1985 y 1990 y actual senador por el estado de Amapá, presentará hoy en Buenos Aires su primera novela, El dueño del mar, acompañado en la mesa del Centro Cultural Jorge Luis Borges por Raúl Alfonsín y Marcos Aguinis. Es decir, por un político y un escritor. El libro ya lleva seis ediciones en Brasil, dos en México y Francia, y recientemente salió a la venta en España, Grecia y Rumania. “Escribir es una compulsión, una necesidad vital de comunicar. Desde ese punto de vista, los que tenemos la pasión de la escritura nos debemos a una suerte de misión. Yo escribí de todo: ensayos políticos, cuentos, poesía y ahora me atrevo con una novela”, cuenta Sarney, con tranquilidad de político veterano, durante una entrevista con Página/12. La edición que el Fondo de Cultura Económica distribuye en la Argentina incluye elogiosos comentarios sobre su nivel literario del escritor bahiano Jorge Amado, del antropólogo francés Claude Levy Strauss y del fallecido poeta y ensayista mexicano Octavio Paz. Sarney contesta a veces como un literato, apasionándose por el tema, y otra como un político, intentando no quedar mal con nadie (que no quiera).
–¿Alguna vez sintió que los políticos pueden ser comparados con personajes de ficción?
–Sí, algunos parecen salidos de una novela romántica y otros de una historia de terror, ¿no?. En la política se entremezclan la ficción y la realidad: hay veces en que la política parece una ficción. Y muchas otras veces ocurre a la inversa: la ficción de la política imita o da cuenta de determinada realidad.
–Puede pensarse que, en rigor, toda ficción imita en algún sentido a la realidad. Juan Carlos Onetti decía que la literatura era el arte de mentir bien la verdad...
–Si lo decía Onetti adhiero plenamente a ese pensamiento, porque debe ser cierto.
–Y entonces ¿cómo congenia la actividad política con la literaria?
–Hasta para mí es difícil entender cómo hago. Mis amigos suelen decir “Sarney es político, pero en mayor medida es escritor”.
–¿Y es verdad?
–Sí, supongo que si tuviese que decidir entre una de las dos actividades, me inclinaría por la literatura, a la que le reservo un espacio diario que para mí es sagrado.
–¿Cuál es su rutina de trabajo?, ¿escribe de manera disciplinada o cuando lo asalta la inspiración?
–Tengo la suerte de no poder dormir más que cuatro horas por noche, así que mis días son lo suficientemente largos como para reservarme un rato para escribir. Suelo encerrarme a eso de las once de la noche, en mi oficina. Allí es donde produje los cerca de veinte libros que llevo publicados.
–Obviamente, es lector apasionado.
–Y... debo haber pasado el veinte o el treinta por ciento de mi vida leyendo. A escribir se aprende leyendo, y supongo que leyendo también se aprende a vivir. Los libros y sus autores para mí fueron amigos incondicionales, me han sido fieles durante toda la vida, durante mis 68 años. Los libros son mi segunda alma, creo que no sería capaz de vivir sin ellos. Y que no hubiera llegado a donde llegué sin la ayuda vital que para mí significó leer a hombres como Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Rómulo Gallegos, Juan Carlos Onetti y Jorge Amado. Podrá cambiar todo en este mundo, pero tenga la seguridad de que nunca van a desaparecer los libros.
–Si la literatura es uno de los rasgos de la identidad de un pueblo, de una nación o de una región, ¿cuál sería la influencia que tiene la literatura latinoamericana?
–Es una pregunta interesante, porque creo que todavía no nos hemos dado cuenta que los latinoamericanos tenemos más puntos en común de los que creemos. Y que nuestras respectivas literaturas son uno de los elementos que nos mantienen unidos. Hoy no puede hablarse solamente de integración económica. Hay que percibir que se está dando un remarcable proceso de integración literaria y cultural.
–¿La literatura puede ser útil en algún sentido, desde el punto de vista político?
–Por supuesto. Porque el verdadero político, como el intelectual o el hombre de la justicia, tiene una voluntad de cambiar el mundo, la suerte de los pueblos. Y en ese sentido la literatura ayuda al buen político, permitiéndole vehiculizar sus puntos de vista sobre mundo. Al malo, no.
–En este punto, no parecen tan lejanas las dos cosas, como en el resto.
–Yo empecé en periodismo porque de joven tenía una fuerte necesidad de expresarme. Pero al poco tiempo descubrí que la literatura era un modo aún más poderoso de decir cosas vitales, pero también cosas políticas. Esto es lo que pienso.

 

Un mar que esconde historias

–La acción de El dueño del mar transcurre en Marañao, el lugar en el que usted nació. ¿Qué es lo que las historias de los hombres y mujeres rústicos del norte brasilero le permitían contar?
–Soy de allí y, sin embargo, me sigue sorprendiendo la naturalidad con que esta gente vive el paso de la nada a la vida y el de la vida a la muerte. El protagonista de mi libro, sin embargo, es el mar, y no los personajes que componen el relato.
–¿El mar que esconde historias?
–Claro, no el mar geográfico sino el mar de los libros que yo leía de chico, cargado de leyendas. El mar de las conquistas, el mar del dios y el del diablo. El mar de la imaginación que nos atemoriza con sus inmensos monstruos mitológicos, el de los barcos fantasmas y las fabulaciones.
–En su libro está desdibujada la frontera que separa la ficción y la realidad. Y los personajes confunden permanentemente los hechos de la vida con las construcciones imaginarias...
–Sí, y lo hice a propósito. La realidad y la ficción están, generalmente, más mezcladas de lo que percibimos. Y eso se hace más notorio en el caso de los marineros y pescadores. Los de mi libro son hombres pobres de hoy que se debaten entre su presente humilde y la nostalgia de las travesías marítimas del pasado.

 

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