Panorama Economico
El idioma que habla el dinero
Por Julio Nudler |
Dentro de cinco años, el inglés
será el idioma oficial de Bertelsmann, el conglomerado alemán editorial y mediático,
que entre otros absorbió a Random House. Incluso en el cuartel central de Guetersloh toda
la plana mayor hablará en inglés. La idea es que Bertelsmann ya no es una compañía
germana sino global. Sin embargo, no todos los grupos globalizados adoptan esa estrategia.
Ante el avance avasallador del inglés, muchas transnacionales reafirman su fidelidad al
idioma madre, aunque transando cada cual a su manera con la irremisible realidad del
mundo.
De esa misma realidad forma parte también un fenómeno contrapuesto. Mientras entre las
multinacionales se tiende a adoptar el inglés como idioma unificador, en los mercados se
acentúa la segmentación. Dentro mismo de Estados Unidos los hispanoparlantes forman un
segmento diferenciado, al que las empresas deben dirigirse específicamente en su idioma.
La balcanización europea también complica las cosas. Antes una multinacional podía
utilizar el ruso para las comunicaciones a cualquier república soviética: ahora tiene
que valerse del idioma propio de cada nueva nación. Obviamente ocurre lo mismo con la ex
Yugoslavia y el serbio: ¿a quién se le ocurriría usar ese idioma para Croacia? Las
multis que operan en Brasil no pueden aprovechar la folletería que editan allí para
distribuirla en Portugal porque los lusos rechazan los giros brasileños, como puede
ocurrir entre Argentina, México y España. Del mismo modo, en Francia no admiten el
francocanadiense. Pero dejando de lado ese detalle que son el mundo, los países, los
estados, cada organización debe decidir qué hacer en su propio territorio supranacional.
En Siemens no hay ninguna norma interna escrita que establezca al inglés como idioma
oficial de la corporación. Pero desde comienzos de los 90, todos los encuentros
internacionales son en inglés. Se lo plantea como una cuestión práctica, sin
connotaciones ideológicas. En esta multinacional subsiste una cultura típicamente
germánica, con gran énfasis en valores como el orden y la disciplina. Pero la opción
por el inglés se volvió inevitable: cuando aumentaron su penetración en el sudeste
asiático se encontraron con que casi nadie hablaba allí alemán. De hecho, a nivel
corporación un número creciente de ejecutivos ya no son germanos, y cada vez más
centros de competencia, que es donde se maneja el know-how, están situados fuera de
Alemania.
Saber alemán no era tradicionalmente un requisito para ingresar a Siemens, aunque sí un
punto a favor. Pero actualmente en las búsquedas de personal jerárquico se plantea el
inglés como imprescindible. Tanto mejor si el candidato sabe alemán, pero no es
decisivo. Del presupuesto de capacitación que maneja la filial argentina, un diez por
ciento se invierte en cursos de idioma, pero la mayoría de los que se anotan eligen
aprender inglés.
Como es de esperar, los franceses no se parecen en nada a los alemanes. En Renault, por
ejemplo, todas las reuniones internacionales se celebran en francés. Desde la agencia de
informaciones que funciona en la central gala todos los comunicados vienen en francés, y
a veces también en español. El inglés se emplea adicionalmente cuando el documento se
refiere a un producto. En filiales como la argentina, si alguien aspira a un cargo
gerencial, o a cualquier puesto que implique frecuentes contactos con la casa matriz, debe
zambullirse en el estudio del francés. El inglés no es ni siquiera el segundo idioma
más estudiado dentro de la Renault argentina: ese lugar lo ocupa el portugués.
En general, las transnacionales francesas consideran al inglés como un commodity:
simplemente dan por supuesto que cualquier alto cargo lo habla. Sin embargo, en vastas
regiones del mundo hay resistencia o hasta fobia hacia el inglés por razones políticas,
religiosas o culturales (la propia Francia puede ser un ejemplo). Pero en casos
particulares, como Marruecos, es el francés el que cae mal. Todas estas barreras son un
quebradero decabeza para firmas como Lyonnais des Eaux, dueña de Aguas Argentinas, que
optó por definir como primer idioma al local. Es decir, al del país anfitrión de cada
subsidiaria. El debate se trasladó entonces a la elección de un segundo idioma, que
sirva para la intercomunicación de todo el conglomerado. Para esa función barajaron el
español por la fuerte presencia del grupo en países hispanoparlantes, pero aún lo
están discutiendo. De todos modos, el francés no pierde su lugar de lengua madre de esta
transnacional, que en cada emplazamiento se maneja así en tres idiomas.
La Fiat encara la cuestión a su manera. Todos los documentos de Fiat Auto y Fiat SpA se
emiten en italiano, pero en cambio los materiales de Ferrari salen en inglés porque el
gran mercado de los autos de carrera está en Estados Unidos (por el contrario, Fiat Auto
no compite en esa plaza). También apela al inglés New Holland, la fábrica de maquinaria
agrícola que surgió de Fíat Agri y N.H. Ford. Pero en la filial argentina del
conglomerado turinés, los empleados toman cursos de italiano, y como tercer idioma pesa
más el portugués (por el mercado brasileño) que el inglés.
Toyota, por su lado, mantiene las comunicaciones de la multinacional tanto en japonés
como en inglés. En la filial argentina, el presidente, los directores y la primera línea
gerencial son todos japoneses. Varios de ellos no hablan español, de modo que apelan al
inglés cuando quieren que una información baje hasta niveles inferiores. Ciertos
jerárquicos argentinos podrían obtener que la firma les pague el aprendizaje del
japonés, pero la idea no les cae muy simpática a los nipones. De los 800 no japoneses
que componen la nómina local de Toyota, sólo dos aprendieron japonés... y sólo
básico. Tanto en organismos públicos como privados situados en el exterior, los
japoneses suelen preferir que sus colaboradores nativos no comprendan su idioma. Esto
tiene la ventaja de que se enterarán sólo de lo que conviene que se enteren. Como no son
afectos a las grandes reuniones internacionales, no surge el problema de cuál idioma
utilizar en ellas. En todo caso, cuando Toyota inauguró el año pasado su planta de
Zárate, los discursos fueron en japonés.
La barrera idiomática, que los japoneses saben utilizar como escudo, les causa también
muchas dificultades. Estos días, precisamente, la gente de Toyota está muy preocupada
por recibir como es debido a Carlos Menem y su frondosa comitiva, que en su próximo viaje
al viejo imperio visitará la automotriz. Anfitriones escrupulosos, los japoneses asignan
una persona a cada visitante, y no quieren cometer ningún error en los cartelitos. Por
tanto, consultaron a la filial argentina si habían consignado correctamente los nombres,
escritos en kanji, que es un conjunto de ideogramas. Lo cierto es que los argentinos que
trabajan aquí para la multinacional no son capaces de descifrarlos, de manera que no
podían evacuar la consulta sin hallar la forma de que algún japonés, muy difícil de
encontrar, les tradujese el contenido.
Gas Natural (dueña en la Argentina de Gas Natural BAN) es tan nueva como multinacional
que aún no definió qué signo monetario y qué medida de volumen utilizará en el futuro
en sus comunicaciones. Hasta ahora emplea pesetas y termias, nada de dólares ni metros
cúbicos, para suplicio de quienes reciben los datos. En cuanto a idiomas sí hay
decisión: el catalán y el español son las lenguas oficiales. El inglés, y también el
francés, son utilizados ocasionalmente, pero ninguno de ellos es lenguaje oficial del
grupo. No obstante, GN no toma hoy a nadie que no hable catalán, español e inglés. En
cuanto a éste, no se contentan con preguntarle al postulante si lo maneja mejor o peor,
porque esas autoevaluaciones son siempre subjetivas. Utilizando un baremo (standard)
internacional de calificación, cuyo tope es 1000, nadie que quede por debajo de 750 se
gana el puesto. En cuanto a la puja idiomática peninsular, aunque Gas Natural, de matriz
barcelonesa, absorbió a Gas Madrid y conquistó toda Castilla, la asamblea de accionistas
se celebra en catalán, con traducción simultáneaal castellano. Este último, sin
embargo, es visto como el idioma vehicular del grupo, cuya expansión está centrada en
las antiguas colonias americanas. |
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