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La tribuna lo coreó (Cappa, no te vayas) y el mismo Gastón Sessa, desde el arco y desde la tranquilidad de una noche descansadísima, alentaba a las populares, les acompasaba el grito. Es que el de anoche más allá de la defección de un Vélez descontrolado que rápidamente quedó en inferioridad numérica fue el mejor Racing que se pudo ver en el campeonato y con un fútbol de Cappa Registrado: toque, asistencias en todos los sectores de la cancha, presión en todas las líneas, llegada colectiva y... gol. Por eso, el técnico suspendido por sus exabruptos no estuvo en el campo, pero su concepto de fútbol estuvo más presente que nunca. Y así fue desde el principio. Pese a que Vélez, con su camiseta tradicional, su línea de cuatro tradicional y la mayoría de los integrantes de la formación tradicional trató de volver a las fuentes desde la intención de Falcioni, la desorientación general y el desequilibrio anímico fueron más fuertes. Si la expulsión del juvenil Buján por doble amarilla es comprensible ante el toque que lo obligaba a cortar la circulación como podía, la de Zandoná (golpe frío y calculado) es injustificable. Ahí se terminó el partido. Para entonces, Racing había creado media docena de oportunidades y convertido vía BezombeLatorre, esquive y toque, y vía MatuteLatorreMatute, esquive y toque dos hermosos goles. El complemento, con toda la dignidad de Vélez para compensar la desigualdad, tuvo veinte minutos más peleados; hasta que después de la mitad Racing aceleró y llegó el tercero y último con toque de Latorre para el gran disparo de Capria desde afuera. El moño de una noche de fiesta. Lo de Vélez es ya de diván. Anoche puso todos los titulares que pudo y no hizo pie jamás; además, el descontrol emocional. Para olvidar.
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