Uno prende la tele, busca
CNN y advierte con cierta desazón que son las once en punto, la hora señalada y no hay
imágenes de la Cámara de los Lores. Entonces, hace zapping como un poseído para
comprobar que todos los cables de noticias funcionan en cadena y que nadie tiene imágenes
en vivo. Los ingleses ya no vienen como se supone qué eran, masculla uno para canalizar
la ansiedad, pero calla pronto porque aparece en pantalla la Cámara de Lores, tal como es
dable imaginarla, con terciopelo rojo y algunos pocos ridículos con peluca. Pero son los
menos, casi todos están de saco y corbata. Buena pilcha, menos luminosa y restallante que
la que usa la clase política argentina, la diferencia entre Saville Row y Versace.
El suspenso es total, han pasado semanas y no se ha filtrado la decisión a la prensa.
Apenas la versión de que habrá fallo dividido. Imposible evitar la comparación con la
Argentina, donde es casi imposible que las sentencias se conozcan en el momento y en el
ámbito que corresponde. Que tengan el enigma y la eminencia (que en alguna medida van de
la mano) de ésta que transforma a Londres en el ombligo del mundo.
En el medio de la sala, en la que no hay ni por asomo un movilero, están sentadas seis
personas en torno de una mesa. El primero se para y anuncia a los demás, que son los que
van a resolver sobre la extradición del senador vitalicio Augusto Pinochet. Lord I
empieza a hablar y todo se torna un suplicio, porque su inglés es lo suficientemente
claro como que para que el cronista que no es precisamente bilingüe traduzca todo al
toque, pero la producción televisiva le sobreimprime una traducción simultánea, pésima
e inexpresiva, que consigue que no se entienda casi nada. Zapping urgente por todos los
cables pero el panorama es ominosamente similar. Así que uno clava la sintonía en
cualquiera y, con esfuerzo, discierne que el Lord I dice que por las razones que
surgen del speech que he preparado y que está escrito... vota Free
Pinochet. Todo el rollo habrá insumido medio minuto.
Sin solución de continuidad aparece el Lord II, que también se remite a la carpeta que
lleva en sus manos y vota Free Pinochet.
A uno le tiemblan las manos y empieza a desconfiar de las irrisorias filtraciones
inglesas. Va a salir por unanimidad, minga de disidencias, son todos
conservadores. Por las razones que están en el informe que preparé y del que
hay copias escritas, dice el Lord III y vota bien. La justicia pierde 1 a 2 y la
sabiduría futbolera dice que ése es el mejor resultado para el que viene de atrás.
Entonces habla Lord IV, que uno ya está canchero empieza como todos diciendo
Milords y tiene su copia y redondea General Pinochet has no
inmmunity. Ya van 2 a 2 y el cronista, que por constitución psicológica, por
experiencia vital y por medio siglo de haber vivido en este suelo, es un pesimista
vocacional intuye que en esta definición por penales ganan los buenos. Y es así nomás y
a uno a kilómetros de distancia, propiamente en el living, se le pone la carne de
gallina, le pasan por la mente tres o cuatro rostros queridos que ya no están, se le
humedecen los ojos.
Los lords siguen su sesión, los noticieros pasan a Chile y a España. Otros vuelven a la
Argentina, como corrobora quien reinicia el zapping frenético que le permite ver al
flamante senatrucho peronista por Chaco, Hugo Sager, un rubio de cara de palo inexpresivo
(un mix de Palito Ortega y Pekerman) que explica con aire de estadista que en política
hay que ser mesurado, no hay que agraviar... Zapping de nuevo e imágenes del martes:
Estela Carlotto que ríe con las demás Abuelas porque Massera está preso. Estela ríe
con todo derecho, y contagia. Qué franca la risa de Estela, qué lección todo lo que
hizo, qué lección que aún sepa reír.
Pinochet quedó preso. Massera cayó el martes. Videla hace un rato. Ya será el turno de
Galtieri y Bussi. Qué buena viene la programación de la CNN. Lástima que Massera no
tenga televisión en su prisión para verla.
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