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A LAS NUEVE COMIENZA LA VENTA DE POPULARES EN BOCA
La pasión pasa por ventanilla

Anoche ya había cuatro cuadras de cola en Casa Amarilla. La expectativa era tal que se adelantó un día la venta. Hay 22.500 localidades. Recaudación récord y extremas medidas de seguridad.

Este segmento de la densa cola es apenas una muestra de la multitud que se encolumna en Casa Amarilla.
Se han reforzado las medidas de seguridad y recomendado a los expendedores que habiliten más ventanillas.

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t.gif (67 bytes)  La marabunta boquense se lanzará sobre las ventanillas de Casa Amarilla no bien a las 9 de la mañana se pongan en venta las entradas populares para el partido entre Boca e Independiente del domingo, que puede significar la consagración como campeón del Apertura del equipo de Carlos Bianchi. Una nutrida fila de compradores está en el lugar desde el lunes y tanto la Policía Federal como la AFA recomendaron a la empresa Supreme Ticket el adelanto en un día del expendio de billetes previsto para el viernes. La idea de hacerlo el último día hábil de la semana obedecía a tratar de evitar la reventa e impedir lo que ocurría con las plateas, que en una hora se agotaron en los 49 puntos de venta.
Hoy se venderán 22.500 entradas populares desglosadas en 13.000 para los no socios de Boca en las boleterías de Casa Amarilla, más 4500 que serán reservadas a los socios y las 4500 para los hinchas de Independiente, que serán puestas en venta en la sede de Avellaneda, en avenida Mitre. No se venderán más de dos entradas por persona y se teme que muchos hinchas de Boca compren las generales destinadas a los hinchas de Independiente, con lo cual habría eventuales problemas el domingo en la Bombonera cuando se mezclen las dos hinchadas. Ya se llevan recaudados 585.600 pesos por las plateas y al agotarse las 17.500 (los socios de Boca no pagan) habrá en caja 175.000 pesos más, con lo que la recaudación total ascenderá a 760.600 pesos: un nuevo record para partidos en el estadio Camilo Cichero, que tiene habilitadas 57.503 localidades. En el caso de los socios, deberán retirar sus entradas en Casa Amarilla, ya que no les alcanzará con exhibir su carnet el próximo domingo debido a que todos los ingresos serán con tarjetas magnéticas.
El domingo, el partido entre Boca e Independiente se jugará desde las 17.15, según oficializó ayer el Comité Ejecutivo de la AFA, que además dispuso que el resto de los encuentros de la fecha 17ª comience a las 16.30.
Se teme que esta mañana se produzcan incidentes delante de las ventanillas cuando la presión del público por hacerse de las entradas -anoche había ya más de cuatro cuadras de cola– desborde la seguridad. El secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, recomendó a los directivos de Supreme Ticket, la empresa que comercializa las entradas, que extreme el operativo en la zona. La seccional policial también reforzará el personal destacado en el lugar.
En otro orden, el plantel de Carlos Bianchi volvió a entrenarse ayer en doble turno y salvo las molestias de Hubo Ibarra y Cristian Giménez, que hicieron tareas diferenciadas, el grupo trabajó con normalidad. El técnico no confirmará el equipo hasta mañana, pero dio a entender que Adrián Guillermo volverá a ser titular y que Guillermo Barros Schelotto estará en el banco para ingresar sobre el final si Boca está a punto de ser campeón, para que pueda dar la vuelta olímpica.
Por último, el empresario Gustavo Mascardi dijo ayer en declaraciones a La Red que no tiene ofertas oficiales por Martín Palermo, aunque reconoció que hubo “sólo charlas, reuniones, y hay que ver cómo se desarrollan los acontecimientos”.

 

El Hombre que fue
jueves
Por Juan Sasturain

Mester de bostería

El melómano instalado a medianoche con termo de café y un banquito plegadizo de pescador en la vereda de Viamonte o bajo las reparadoras marquesinas del Colón y de la cultura, es un espectáculo estimulante: no todo está perdido, dicen los biempensantes; los coleros clásicos pueden ser la postal vendedora de una Buenos Aires tan europea y culta que se hace cola desde el día anterior por un cellista yugoslavo o una contralto filipina.
A su vez, los centenares de adolescentes gritonas que revolean la bombachita frente a las ventanas del hotel constelado de estrellas que alberga a los cuatro últimos nabos programados de la canción no hacen sino confirmar –a su manera– que los cuatro nabos de la canción son famosos, venden mucho y que la máquina publicitaria funcionó, en este mundo de mercado unificado, auspiciosamente acá también: no estamos tan lejos.
Y están los miles de peregrinos o interesados simpatizantes que ocupan por anticipado su desocupado tiempo libre en hacer campamento y apretar a un mezquino San Cayetano desde comienzos de agosto. Estos olvidados del sistema tienen la mejor prensa: la Iglesia se anota en la ratificación de fe de una argentina popularmente católica; el progresismo opositor ve en la movilización y estacionamiento público de los marginados un síntoma de lo jodido que está todo. Para lo que quiera que se los (con perdón) utilice o interprete, son un fenómeno saludable. De salud y de saludar.
Claro que el espectáculo desaforado de estos días, lo que vemos y veremos en los alrededores tumultuosos de Casa Amarilla, no suele tener una mirada aguda que lo lea más allá de las casillas del fanatismo, el alpedismo, la consabida enfermedad: es demasiado. Es que la condición futbolera tiene (todavía) corazones que la razón no entiende. Y si hubiera que decantar, por precipitado químico, la quintaesencia de la pasión en lo que tiene de más puro –el solo estar ahí, el no quedarse afuera– nada más representativo que esta casi grotesca profesión de fe bostera. Hay un mester de bostería, una manera de ser y hacer profana e irreductible a la razón y al buen sentido. “¿Esta es la cola para la felicidad?” “Sí.” Y el tipo se pone.

 

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