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EL GOBIERNO CONSERVADOR DE ESPAÑA MANIOBRA POR LA LIBERTAD DEL DICTADOR
Hecha la ley, hecha la trampa de Aznar

Página/12 pudo saber ayer que el gobierno español quiere que Londres devuelva a Pinochet a Chile, en flagrante contradicción a su supuesto respeto a la ley. El ministro británico encargado del tema se tomó siete días más para pensarlo.

José María Aznar pide un “tribunal internacional ad hoc”.
Eso contradice el pedido de extradición oficial de España.

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Por Norberto Bermúdez desde Madrid

t.gif (67 bytes) España ha iniciado maniobras secretas para impedir que Augusto Pinochet sea extraditado a Madrid. En principio, fueron dos conversaciones telefónicas: anteayer, día del fallo desfavorable al dictador por la Cámara de los Lores británica, del canciller español Abel Matutes con el chileno José Miguel Insulza; ayer, con el británico Robin Cook. El objetivo: que Pinochet sea devuelto a Chile lo antes posible, lo que cabe dentro del poder de decisión del ministro británico del Interior, Jack Straw. Privadamente, se admite en La Moncloa que el gobierno conservador de José María Aznar daba por supuesto que los lores fallarían a favor de Pinochet, y que ahora quiere que Londres bloquee la extradición. Uno de los motivos es la fuerza de la inversión española en Chile (6500 millones de dólares); otro, evitar el rompecabezas jurídico-diplomático que implicaría la presencia del ex dictador en España.
No es ningún secreto que José María Aznar hubiera preferido que el sumario sobre los desaparecidos españoles en Chile y Argentina que sustancia el juez Baltasar Garzón no existiera. Pero cuando Garzón ordenó la detención del ex dictador Augusto Pinochet, todas las alarmas sonaron en el Palacio de la Moncloa, sede del Ejecutivo. Primero se jugaron todas las cartas posibles a través del fiscal general del Estado, Jesús Cardenal, y del fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Eduardo Fungairiño, quienes ejercieron una ferviente oposición a que Garzón continuara con sus investigaciones. Pero el pasado 29 de octubre la estrategia gubernamental se derrumbó estrepitosamente cuando la Sala de lo Penal decidió por unanimidad que Garzón era competente para instruir el sumario 19/97. De muy mala gana, Aznar no tuvo más remedio que respetar la decisión de los Tribunales y remitir a Londres el pedido de extradición del ex dictador chileno. Eso provocó un incidente diplomático con Chile, que retiró su embajador, Sergio Pizarro, y protestó contra la injerencia española en sus asuntos internos. Ayer, tal vez en una señal de que las cosas están manejándose a favor de Pinochet, el embajador estaba de vuelta en Madrid.
Es que Aznar ha decidido maniobrar en el terreno político con el objetivo de lograr que Gran Bretaña finalmente no entregue a Pinochet a la Audiencia Nacional. Según confió a Página/12 una fuente de inobjetable solvencia, el miércoles 25, el titular de Relaciones Exteriores español, Abel Matutes, mantuvo una prolongada conversación telefónica con su colega chileno, José Miguel Insulza, y ayer hizo otro tanto con el británico Robin Cook. Matutes, además de coincidir con Insulza en que la única manera de garantizar la continuidad de las relaciones bilaterales era conseguir que Pinochet regresara cuanto antes a Santiago, prometió que apoyaría la misión que el chileno inicia hoy en Londres: tratar de persuadir a Straw que conceda la libertad a Pinochet por “razones humanitarias” o por cualquier otra razón.
En su posterior contacto con el titular del Foreign Office, Matutes anticipó que un apocalipsis se desataría en Chile en caso de que Londres diera la autorización gubernativa para iniciar el juicio de extradición de Pinochet. Según dijo Matutes a su interlocutor inglés, existe la constatación de que el ejército chileno se encuentra en estado deliberativo y que su comandante, general Ricardo Izurieta, ha sido severamente cuestionado. El ala dura castrense, encabezada por el comandante de Tercera Región Militar, general Hernán Ramírez, habría impuesto un plazo perentorio a Izurieta para lograr la solución de la crisis, de lo contrario “adoptarían las medidas más convenientes”. Matutes también hizo saber a Cook que, en caso de que Pinochet no fuera devuelto, las inversiones peninsulares en Chile se verían seriamente afectadas. De algún modo, las maniobras podían detectarse en un cambio de tono de sus protagonistas, que pasaron de entonar un aséptico “respeto a la ley” a enunciar posiciones políticas que significan un aval a la actitud del gobierno chileno. Por un lado, Aznar ayer dijo que “los hechos ocurridos en Chile deberían ser juzgados por un tribunal internacional ad hoc”, pero evitó explicar las razones por las que tal instancia aún no existe y probablemente jamás existirá. Por su lado, Matutes sostuvo que “la posición del gobierno chileno en este asunto hay que calificarla como mínimo de muy respetable”, al tiempo que recordó que “Chile es un país soberano que ha iniciado un proceso de transición a la democracia que ha servido de ejemplo a otros muchos países en el mundo y especialmente en América con buenos resultados”. Matutes calificó la decisión de los lores como “controvertida” y opinó que Chile “contesta la legitimidad de otros países de tomar decisiones que entienden les corresponde a ellos”.
A ese coro se sumó Jaime Mayor Oreja, ministro del Interior: “Ojalá Chile no se divida, ojalá no tenga una confrontación mayor que la actual, ojalá las aguas se serenen”. La pelota está en el campo de Londres.

 

Italia contra la corriente

El canciller italiano, Lamberto Dini, manifestó ayer estar “turbado” porque “la voluntad de los países europeos va en dirección contraria a la del gobierno democrático chileno”, en referencia a la posición de muchos países europeos a favor de la revocación de la inmunidad de Augusto Pinochet. La actitud de Dini es extraña: Italia está gobernada por una coalición de centroizquierda y su premier, Massimo D’Alema, es de extracción comunista. D’Alema compartió ayer una conferencia de prensa con su colega español, José María Aznar, en donde afirmaron que es el Tribunal Penal Internacional (TPI), todavía sin funcionar, el que debe juzgar este tipo de crímenes. Quizás el gobierno italiano quiera ser prudente cuando aún no se decidió el destino final de una querella contra Pinochet presentada en Milán. O quizás se trate de un rechazo implícito a los reclamos de Turquía por la extradición del líder kurdo Abdullah “Apo” Ocalan, detenido hace dos semanas en Roma. De hecho, la prensa turca celebró la decisión de los lores y señaló que Italia debería seguir el ejemplo.

 


 

JACK STRAW, MINISTRO Y EX MILITANTE, ENFRENTA UN DILEMA
Londres quiere postergar la decisión

Por Marcelo Justo desde Londres

t.gif (862 bytes) Un Jack Straw cada vez más enfrentado a un dilema hamletiano pidió ayer a la Corte de Extradición de Bow Street que le conceda siete días adicionales para decidir si da curso a la extradición a España del ex dictador Augusto Pinochet o si lo perdona por “razones humanitarias” y permite su regreso a Chile. El ministro del Interior británico, en cuyas manos recae la decisión, reclamó a los magistrados una extensión del plazo para expedirse del 2 al 9 de noviembre. Esto abarca también a Pinochet, que debía presentarse ante los tribunales de extradición el 2 de noviembre pero ahora recién debería hacerlo el 9. En diversos medios se coincidía que la decisión de los Lores había tomado por sorpresa a todos y que el principal desconcertado era Straw.
“¿Cómo va a darle Straw la libertad a Pinochet si estuvo conmigo en la lucha de solidaridad por el pueblo chileno?” Presente en la manifestación de anteayer enfrente del Parlamento británico, con una sonrisa desbordante tras el anuncio de los lores, Ernesto Leal, exiliado en Gran Bretaña durante 21 años, recordó al joven Jack Straw, un militante de pelo largo que se solidarizaba con la lucha contra la dictadura chilena en los años ‘70. Ese Jack Straw, de gafas a lo John Lennon e ideas incendiarias, provenía de la universidad de derecho donde en los ‘60 había alcanzado la presidencia de la Unión Nacional de Estudiantes. La fecha es clave. Los ‘60, es decir la época de mayor radicalismo estudiantil en los países del primer mundo, cuando la guerra de Vietnam era un punto de convergencia para la lucha callejera.
Nacido al final de la Segunda Guerra Mundial, el 3 de agosto de 1946, Jack Straw respiró la política desde la cuna. Su madre fue concejal laborista y su padre, un objetor de conciencia durante la Segunda Guerra. Ambos ejercieron su influencia. A los 12 años Straw participó en su primera marcha política en favor del desarme unilateral británico y a los 13 dio su primer discurso político. En 1971, a los 25 años, después de su pasaje por el activismo estudiantil, se convirtió en concejal por el laborismo, y en 1979 en diputado.
Pero el Straw que tendrá que decidir sobre el proceso de extradición a Pinochet es una versión “aggiornata” que ha seguido los desplazamientos del laborismo hacia el centro del espectro político y que no ha dudado en situarse a la derecha partidaria en muchos temas. Como ministro del Interior en la sombra en 1994, Straw siguió a la letra el mensaje que catapultó a la fama a Tony Blair: “Duro con los delincuentes y duro con las causas de la delincuencia”. Este mensaje puso fin a la tradicional posición laborista, que era atribuir la delincuencia a causas sociales y descartar como solución toda medida represiva, y les birló a los conservadores el título de guardianes de la paz y seguridad de los ingleses.
Como ministro del interior en el gobierno, Straw siguió impulsando estas políticas duras, que los representantes de los derechos civiles han calificado como represivas. Uno de los más claros ejemplos de este endurecimiento es la política de “Tolerancia Cero” hacia la delincuencia plasmada en algunos casos polémicos como el toque de queda para adolescentes en ciertas zonas de alto nivel delictivo. Sus aliados citan su política abierta en el espinoso tema de las cárceles en Gran Bretaña, como prueba de que sus viejos instintos siguen en pie. No cabe duda que el caso Pinochet pondrá a prueba cuánto de aquél idealista militante por la solidaridad con Chile que recuerda Ernesto Leal sobrevive en el serio yresponsable padre de familia que hoy está a cargo del ministerio del interior de Gran Bretaña.

 


 

“Este es un mensaje a todos los dictadores”

Isabel Allende, diputada socialista e hija del presidente depuesto por Pinochet, no cree que haya una amenaza a la transición.

“La democracia se fortalece con la verdad y la justicia”.
“He pensado mucho en mi papá y en sus últimas palabras”.

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Por Ramón Lobo

t.gif (862 bytes) “Fue histórico. Un triunfo de la justicia y de los derechos humanos. Han sido 25 años muy duros, llenos de humillaciones, de desprecios, de frases injuriosas. Al final, lo que quiere decir esta sentencia es que la justicia puede tardar, pero llega”. Quien habla así es diputada del Partido Socialista de Chile, socióloga de profesión, de 53 años. No es una persona cualquiera, es Isabel Allende, hija del presidente constitucional derrocado por Pinochet en 1973.
Viste traje de chaqueta, tiene el pelo suelto y unos ojos negros muy vivos y hermosos. Parece feliz. “Hoy he pensado mucho en mi papá”, admite. “He recordado algunas de sus últimas palabras en La Moneda... cuando hablaba del castigo moral a la traición y a la felonía... Este es un gran día para todos nosotros, para las familias de los desaparecidos que tanto han padecido. Han pasado 25 años en los que no hubo una sola palabra de arrepentimiento por parte de Pinochet... Esta sentencia es, ante todo, un mensaje de esperanza: la justicia llega, tarde, pero llega. Esta es una sentencia que habla de principios.”
Isabel Allende, que concedió esta entrevista en la sede del PSOE en la calle Ferraz de Madrid, sostiene que una eventual extradición de Pinochet a España no pone en peligro la transición chilena. “Estoy absolutamente convencida de ello... Al contrario, todas las democracias se fortalecen cuando están basadas en principios sólidos como son la verdad y la justicia. ¿Cómo puede debilitarse una democracia cuando se demuestra que nadie está por encima de la ley? Esto es absurdo.”
La hija de Allende también considera que este proceso legal contra el ex dictador no pone en peligro las relaciones entre Chile y España “que se basan en vínculos muy sólidos y profundos”. Pero acusa a la derecha pinochetista de haber creado un clima de enfrentamiento y crispación. “Ese tipo de acciones, como la quema de banderas o los llamados al boicot, son amenazantes e inaceptables; demuestran una dosis de desquiciamiento que puede ser el cultivo de alguna reacción individual” extemporánea.
La parlamentaria rechaza que esta sentencia británica o un eventual juicio a Pinochet en España pueda ser considerado un ataque frontal a la soberanía chilena. “Ese es el discurso patriotero de la derecha que ha asociado la soberanía con Pinochet... Yo no siento hoy mi soberanía afectada, lo que sí me produce una profunda indignación personal es saber que el exterminio fue una política de Estado en mi país”. Isabel Allende sostiene que la decisión adoptada por los lores británicos “va más allá del caso Pinochet”, que es, en realidad, “un mensaje a todos los dictadores del mundo y a los que puedan serlo en el futuro... Los crímenes contra la humanidad son delitos que nos afectan a todos como ciudadanos del mundo”. Allende asegura que si este principio hubiera estado asentado hace 25 años, cuando el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973, “se habrían evitado tal vez muchos muertos”.
Y espera que Pinochet pueda ser juzgado. “No es una cuestión de venganza, no; es sólo una cuestión de principios, de que se haga justicia. Yo hubiera preferido que se le juzgara en Chile, pero ahí no es posible, existe una ley de amnistía dictada por la dictadura y unos jueces militares que lo impiden... Esta es una excelente oportunidad para esa derecha, que tanto ha declarado estos días que el general podía ser juzgado en Chile, lo demuestre permitiendo la reforma de la actual Constitución”.
Allende no cree que este caso ponga en peligro la estabilidad del gobierno de la Concertación. “Tenemos diferencias entre nosotros, eso estáclaro, pero nosotros hemos preferido destacar las diferencias que nos separan con los partidarios del ex dictador”. La hija de Allende sostiene que estas últimas semanas han servido para poner a la sociedad chilena delante del espejo. “Ahora somos más sinceros con nosotros mismos, ya no se habla de excesos, sino de asesinatos. Ya no se habla de gobierno militar, sino de dictadura. Es algo esencial, aprender a reconocer lo que pasó; es el único camino hacia la reconciliación.”
Tampoco cree que si Pinochet regresara a Chile, expulsado por el gobierno británico por razones humanitarias, pueda decirse que su figura sale indemne. “Llegaría humillado por sus propias decisiones y por sus errores.”


 

AMENAZAS DE BOMBA Y 116 DETENIDOS EN SANTIAGO
En las calles se respira violencia

t.gif (862 bytes) El día después en Chile amaneció con 116 detenidos por las manifestaciones a favor y en contra del fallo que revoca la inmunidad de Augusto Pinochet y siguió con distintas amenazas de bomba en el Congreso y en la sede de la Fundación Salvador Allende. El canciller chileno José Miguel Insulza viajó a Londres para pedir por la liberación del ex dictador y el presidente Eduardo Frei, luego del encuentro de anteayer del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena, dominado por las fuerzas armadas), convocó al Consejo de Gobierno para analizar los caminos a seguir en la defensa a Pinochet. Según fuentes castrenses, los militares están “irritados” e “indignados”, pero en el Cosena manifestaron su “respaldo irrestricto” a las gestiones del gobierno.
“Yo no defiendo al dictador de los años 70 y 80. Defiendo al país”, dijo ayer Insulza respondiendo a las críticas que caen sobre él tanto de su Partido Socialista como de la derecha, que reclama una reacción más enérgica por parte del gobierno. Los socialistas, que están en el gobierno, no apoyaron la gestión oficial en defensa de Pinochet. Y la derecha esperaba que Frei mandara “una comisión de alto nivel” que hiciera lobby antes de la decisión de los lores.
Desde la detención de Pinochet, el gobierno chileno defendió los principios de territorialidad (de los delitos de la dictadura) y de inmunidad del ex dictador, pero Frei advirtió ayer que no aceptará “presiones de grupos”. De hecho, el presidente chileno rechazó ayer a una delegación de partidos de derecha, y el senador Mario Ríos, de Renovación Nacional, fue ayer a La Moneda en una gestión personal para mejorar las relaciones con el gobierno.
Esta actitud de Frei se repite respecto de los militares. En la reunión anterior del Cosena, realizada luego de que el gobierno español enviara a Londres el pedido de extradición contra Pinochet, el jefe del Ejército general Ricardo Izurieta le había pedido al presidente que rompiera relaciones diplomáticas con España y Gran Bretaña. Frei se negó terminantemente y ayer, antes de un nuevo encuentro del organismo, confirmó que el vínculo no se iba a alterar. Ayer, el embajador chileno en Madrid, Sergio Pizarro, volvió a la capital española luego de haber sido llamado a Chile como “signo de molestia” ante la extradición. El general Izurieta se reunió ayer con la guarnición militar de Santiago.
Mientras tanto, en las calles sigue habiendo violencia. Los carabineros informaron que casi 120 personas fueron detenidas anteayer por desórdenes en los actos a favor y en contra de Pinochet, y ayer la sede del Congreso en Valparaíso y la oficina del senador democristiano Andrés Zaldívar recibieron advertencias de bomba. La policía revisó un paquete sospechoso, encontrado en la céntrica estación de subte de Universidad de Chile, y un maletín ubicado en el frente de la Fundación Salvador Allende. Aunque ninguna de estas amenazas derivaron en estallidos, en el barrio de Las Condes –de extracción derechista–, una bomba de escaso poder estalló en la noche del miércoles.

 

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