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Después del verano habrá más de 2,2 millones de desocupados

Aunque la consultora Alpha dice que lo peor de la crisis mundial ya pasó, también presagia un nuevo deterioro a partir del segundo trimestre de 1999.

Economista Débora Giorgi.
Brasil mata las inversiones.

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Por Julio Nudler

cua8.gif (7045 bytes)t.gif (67 bytes) El número de desocupados volverá a cruzar en 1999 la barrera de los 2 millones. En mayo, más exactamente, estarán sin empleo 2.215.000 trabajadores, 443 mil más que en mayo último. De esta manera, se llegará a una situación laboral aún peor que la de mayo de 1997, cuando había 2.115.000 ociosos forzados, y se habrá perdido todo lo ganado desde entonces. Esto según las proyecciones de la consultora Alpha, que ayer realizó en el Club Alemán su seminario semestral, con Débora Giorgi, Hernán del Villar y José Siaba Serrate –éste para analizar las finanzas globales– como expositores.
En general, el diagnóstico de este estudio es cauto sobre la crisis internacional: aunque infieren que “lo peor ya pasó”, presagian que la situación volverá a deteriorarse en el segundo trimestre de 1999. Además, dan por seguro que Brasil sólo cumplirá en parte el plan acordado con el Fondo Monetario, que ni siquiera ejecutado plenamente resolvería su crisis.
Además del deterioro en el mercado de trabajo, con una tasa de desocupación que en mayo de 1999 se situaría en el 16,3 por ciento, para recién después volver a bajar, el flanco más débil que presentará en el futuro inmediato la economía argentina será el sector externo. El déficit en cuenta corriente, que abarca el intercambio de mercancías y servicios, se estirará hasta equivaler a 4,7 por ciento del Producto Bruto (según la forma de cálculo del FMI), constituyendo así el indicador más flojo que mostrará la Argentina, desalentando el ingreso de capitales e induciendo la exigencia de mayores tasas por parte de las fuentes de financiamiento externo.
Los precios de lo que el país vende al exterior –básicamente commodities, es decir, insumos y materias primas– seguirán bajos por la débil demanda mundial. El dólar seguirá fuerte en relación a las otras monedas duras, con lo que el peso tendrá una paridad poco apta para la exportación, sobrevaluación que la apreciación del marco y del yen apenas atenuó. Durante 1999 se perderán exportaciones a Brasil por 900 millones de dólares, castigando duramente a productos como lácteos y harinas. En consecuencia, el déficit comercial trepará hasta los 6500 millones, a pesar de que caerá la importación de bienes de capital al frenarse la inversión y se desacelerán los bienes de consumo.
En conjunto, las exportaciones se mantendrán estancadas en alrededor de 26.500 millones, mientras que las importaciones seguirán subiendo moderadamente hasta rozar los 33.000 millones. La balanza de servicios, en la que pesan los intereses de la deuda externa (que representan un 20 por ciento de las exportaciones), las remesas de utilidades de las empresas extranjeras y los fletes y seguros, seguirá empeorando, hasta sumar un rojo de más de 14.100 millones en el ‘99, 13,5 por ciento superior al del ‘98 y 50,3 por ciento por encima del de 1997.
La destrucción de empleos seguirá desacelerando el consumo a través de la menor disposición de la gente a endeudarse, determinada por la incertidumbre laboral. El consumo, que creció 7,9 por ciento en 1997 y, según se proyecta, aumentará 3,8 por ciento este año, se achatará a 1,4 por ciento el año próximo, en el contexto de una economía cuasirrecesiva, que se expandirá el 1,8 por ciento. Lo que esta vez se echará de menos es alguna locomotora que saque a la actividad de su atonía.
De todas formas, los economistas de Alpha advierten que esta débil performance luce bastante mejor si se la contempla sobre el telón de fondo regional, ya que Chile crecería 1,5 por ciento, y el PBI brasileño sufriría una contracción de 3 puntos. No obstante, no en todos los casos sale el país tan bien parado: la deuda pública equivale a un 36 por ciento del PBI, mientras que en Chile sólo significa 6 por ciento. Claro que en Brasil ese indicador de vulnerabilidad frisa el 55 por ciento. Del Villar admitió que “la situación fiscal comienza a preocupar”, aunque la Argentina, con un déficit que monta 1,1 por ciento del PBI, resiste la comparación con otros paísescua9.gif (9388 bytes) supuestamente emergentes. En esto le dan una mano Brasil, con 8 por ciento de déficit, y Colombia, con 3,4, pero también Francia, Italia y España, con entre dos y tres puntos. En cuanto a 1999, Del Villar fue drástico: “Las metas acordadas con el Fondo son incumplibles”. La diferencia la prevé en unos 1400 millones. Sin embargo, no predice problemas en la financiación del presupuesto.

 

En el tobogán brasileño

“Brasil no influye sobre la Argentina sólo a través de importaciones y exportaciones”, sostuvo Giorgi para explicar el impacto que tendrá el doloroso ajuste que atravesará el gran vecino. Según ella, más importante aún es que la situación brasileña condiciona el mayor o menor dinamismo de la inversión, como lo muestra un dato contundente: el 54 por ciento de la inversión extranjera que recibió la Argentina en los últimos años apuntó al Mercosur como mercado. Hoy mismo muchos proyectos de inversión se cancelan ante el paisaje de un Mercosur estancado.
Es preciso tener en cuenta que fueron las inversiones las que dinamizaron a la economía argentina entre 1995 y 1997. Además, como las empresas argentinas tienen en Brasil un conjunto de inversiones por 7000 millones, caerá esa fuente de rentabilidad de las compañías locales.
De acuerdo a Giorgi, el presidente Cardoso optó por una receta dolorosa pero gradualista porque la situación internacional tornaba imposible pensar en una solución drástica y heroica, con una especie de Plan Bónex (reprogramación forzosa de la deuda pública) y una maxidevaluación. Esto hubiese hecho pensar en Brasil como una nueva Rusia.
Un dolor de cabeza para la Argentina será, de cualquier forma, la gradual devaluación del real, en un marco de precios internos planchados o en caída. Esto agravará los problemas competitivos de las empresas argentinas.

 

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