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Cuatro heridos, una docena de detenidos, 100 hinchas sofocados o contusos, 12.000 entradas populares vendidas y 854.235 pesos de recaudación fueron los datos salientes de una mañana teñida por la pasión y el caos en la cancha de Boca. La venta de tickets para el partido del domingo, entre Boca e Independiente, en el que el equipo de Carlos Bianchi puede consagrarse campeón del torneo Apertura, y que para muchos hinchas significó el fin de uno o dos días de cola ante las boleterías, fue dominada por los incidentes y la violencia. A las 8 de la mañana, cuando el sol ya apretaba y faltaba una hora para que se abrieran las 15 ventanillas dispuestas para vender las 12.000 populares disponibles a razón de una por persona la cola de mujeres alcanzaba tres cuadras de longitud; la de los hombres superaba las diez cuadras. En ese momento comenzaron los problemas, cuando un grupo de avivados intentó colarse entre los adelantados. En la fila de mujeres, que superaba el medio millar de fanáticas, sucedió algo similar, y los 150 policías destacados para garantizar la seguridad se mostraban incapaces de contener el desbande: vallas derribadas, lluvia de cascotes, puñetazos como en el ring. Recién cuando la Montada cargó sus palos, llegó la primera calma, que no fue más que el ojo del huracán. Gustavo Correa, un hincha de Hurlingham, fue el primero en comprar su entrada. Estoy en la cola desde el miércoles a las 16 dijo, mostrando su ticket como un billete de lotería premiado. Natalia y Claudia Fernández, las dos primeras hinchas en comprar sus entradas, aseguraron estar en la cola desde el martes a la mañana. El orden duró lo que una popular en el aire. Pasadas las 9.30, los más exaltados por la lentitud con que transitaba la cola se vendían tres entradas por minuto en cada ventanilla comenzaron a tirar piedras, que golpearon a un hincha y a un policía. Algunos sacaron a la luz las botellas que habían consumido durante la noche, ahora vacías. La Montada reaccionó nuevamente, pero a las 10.45, cuando el ambiente estaba calentito, calentito, hubo que apelar a otro calmante, un camión hidrante, mientras un helicóptero comenzó a sobrevolar a menor altura la zona. En la primera hora se habían vendido 2650 entradas. En la cola de las mujeres, algunas hinchas se cambiaban de ropa para no ser reconocidas y volver a sacar entrada. En el Hospital Argerich se reportaba el ingreso de dos policías heridos con traumatismo de cráneo (la rúbrica de los piedrazos) y un hincha con una cortadura en el pie. Los dos policías (el agente Hernando Díaz y el cabo Héctor Riquelme) fueron derivados al Churruca. Los detenidos ya eran diez, por desorden y arrebato. El inspector Gustavo de la Sota apelaba a la jerga del tablón para calmar la ansiedad: A ver, loco, si no hacemos avalanchas reclamaba, mientras los hinchas puteaban a Mauricio Macri, el presidente de Boca, haciéndolo depositario de sus frustraciones. A las 13.40 se vendió la última popular, cerca de 200 hinchas se quedaron sin entrada y la policía los desalojó rápidamente. Los socios no tuvieron que sufrir tanto: el domingo podrán entrar sólo con el carnet y la cuota al día.
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