Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


“ORESTES”, ADAPTADO Y DIRIGIDO POR OMAR FANTINI
El eterno encanto de los clásicos

La puesta que se lleva a cabo en el C.C.Rojas permite un singular acercamiento aun drama de histerias y resentimientos.

Muy cerca del público, los intérpretes de “Orestes” le dan forma a un excelente trabajo actoral.
En enero del próximo año, la obra partirá de gira, para presentarse en París y en Madrid.

na29fo01.jpg (6520 bytes)

Por Hilda Cabrera

cua1.gif (7992 bytes)t.gif (67 bytes) Es probable que la dramaturgia musical del espectáculo –obtenida no sólo de la interpretación de un instrumento, sino también del canto, del lamento entonado y hasta del “bramido” de los personajes atenazados por el rencor y la culpa–, y la transfiguración del gesto en los actores constituyan las apuestas más fuertes de este trabajo, que disocia y reordena en forma experimental el mito del matricida Orestes. El autor toma situaciones excepcionales, concentra el drama y dirige el texto hacia afuera y adentro del cuerpo de los actores, que parecen liberarse en cada movimiento de la presión de la palabra. No faltan, sin embargo, las actuaciones quietas o en pose. El tratamiento corporal es complejo pero no hermético.
Durante 55 minutos, el público –ubicado sobre el mismo pequeño escenario de la sala principal del Rojas– asiste a una representación donde las acciones, el texto y las impostaciones de la voz traducen la potencia de una historia plena de significados, que el autor, Omar Fantini, recorta y subraya, pero a la que no agrega nuevas reflexiones. No se perciben distorsiones al estilo de las hechas sobre el personaje de Orestes por el filósofo Jean Paul Sartre en su pieza teatral Las moscas, ni tampoco simbolizaciones esquemáticas, como aquella que tiende a mostrar a Clitemnestra esencialmente adúltera y criminal. El adulterio de la reina aparece en todo caso desvitalizado ante el sentimiento de culpa, que en ella hace tantos estragos como antes sus celos por la traición y el abandono de Agamenón.
Esta pieza de pequeño formato –que se presentará en enero del ‘99 en París, en el Teatro del Oprimido, fundado por Augusto Boal, y en el Teatro Fronterizo de Madrid– parte de La Orestíada de Esquilo, la célebre trilogía que data de los años 460 y 458 a. de C, compuesta por “Agamenón”, “Las Coéforas” y “Las Euménides”. De lo que ha quedado de esta obra monumental, Fantini tomó sólo fragmentos de las dos primeras, de modo que en su puesta, Agamenón, de Micenas –quien sacrificó a su hija Ifigenia para obtener el favor divino–, es ya un rey muerto por Egisto, amante de su esposa Clitemnestra. En esa instancia, Electra, la otra hija de Agamenón y de la reina, espera el regreso de su hermano Orestes para vengar el crimen.
Para el público, la cercanía de los actores en acción es decisiva para apreciar el excelente trabajo del elenco y la artesanía del montaje, que cuenta con una sugerente escenografía de Paula Senderowicz, vestuario en su mayor parte cedido por el Teatro Nacional Cervantes y diseño de iluminación de Alejandro Le Roux. La pesadilla de la vengativa familia de Agamenón tiene incluso una cronista (Nauplio, cortesana y servidora obsecuente, que a veces también sugiere qué hacer) y un observador algo despistado, Erigone, hijo de Egisto, intérprete de unos farsescos interludios musicales que introducen aire fresco a este drama de histerias y fieros resentimientos, en el que se destacan –dentro del buen nivel del grupo– las composiciones de Alberto Suárez (Egisto), María Onetto(Nauplio) y Silvia Docampo Ares, la Clitemnestra que devolvió mal por mal pero siente culpa, y que –a despecho del vaticinio del amante– encuentra finalmente quién encarne el papel de su verdugo.

 

PRINCIPAL