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QUE PASARA DESPUES DE LA ELECCION INTERNA DE LA ALIANZA
Un solo voto, cuatro escenarios

Más de dos millones de personas definirán mañana quién competirá en 1999 como alternativa política frente al oficialismo. Aquí, el futuro según ganen, y por cuánto, De la Rúa o Fernández Meijide.

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Por Martín Granovsky

t.gif (67 bytes) Mañana por la tarde, una primaria histórica, después de la interna más larga del mundo, determinará la candidatura presidencial de la Alianza, la relación de fuerzas de la coalición y el estado de ánimo de sus líderes. Como la política es, por definición, incertidumbre y sorpresa, ningún dirigente ni encuestador arriesga hoy qué ocurrirá con un triunfo holgado de Fernando de la Rúa o una victoria aplastante de Graciela Fernández Meijide, o con diferencias relativamente pequeñas entre ambos. Pero pueden imaginarse algunos escenarios. Y sus consecuencias.
Domingo, 18 horas. De la Rúa 60, Graciela 40. El candidato radical sabe desde temprano que las encuestas de boca de urna lo dan ganador por alrededor de 20 puntos. Sin embargo, en público mantiene la cautela. “Estoy satisfecho porque la ciudadanía ejerció su derecho al voto, pero espero el resultado del escrutinio”, dice a los movileros en el hall del Comité Nacional de la UCR. Pero a esa altura ya recibió dos llamados. Uno del ex ministro del Interior, Enrique Nosiglia:
–Siga o no siga la Alianza, la Alianza somos nosotros, Fernando –escuchó De la Rúa, pero no contestó ni se sorprendió: a Coti, sabía, la Alianza nunca lo entusiasmó.
También llamó un operador de Melchor Posse, precandidato radical a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
–Dice el Cholo que si Graciela se baja de la candidatura a gobernadora lo más lógico es que él encabece la fórmula. Ninguno recorrió tanto la provincia como Posse.
Otra vez De la Rúa escuchó sin contestar. Ya tenía opinión tomada, pero relató las dos conversaciones a la segunda línea del radicalismo.
–Coti está loco si cree que el radicalismo ya se reconstituyó y puede ganar solo, sin el Frepaso, las elecciones contra Duhalde en el ‘99 –dijo Elisa Carrió.
Y el secretario general Jesús Rodríguez refutó la tesis del operador de Posse.
–Fernando, algunos correligionarios tienen que refrescarse la memoria –dijo como si recitara un versículo de los Santos Evangelios–. Cuando Alfonsín te ganó en la interna del ‘83 vos fuiste como candidato a senador por la Capital Federal.
De la Rúa sorbió su té de frutas, miró a los demás y tomó el teléfono. Tenía decidido que la UCR no debía romper la Alianza pero quería saber de primera mano cómo andaba el ánimo de Graciela.
Domingo, 18 horas. Graciela 60, De la Rúa 40. En Buenos Aires, Graciela recupera la sonrisa del 26 de octubre de 1997, cuando aplastó al peronismo en su corazón territorial. Está eufórica pero intuye que, igual, gobernar la Argentina será duro. “Yo también estoy cansada de un año de interna, pero no pienso mandar a De la Rúa al diablo. Todavía hay que ganarle al peronismo y después necesitamos la Alianza en el Gobierno”, dice. En Córdoba Eduardo Duhalde acaba de llegar para un acto de campaña cuando recibe la tercera encuesta de boca de urna que confirma el aplastante triunfo de Graciela.
–Es lo mejor, Eduardo –lo tranquiliza una encuestadora–. En intención de voto para la presidencial estaba mejor De la Rúa que Graciela.
Duhalde respira hondo y busca con la mirada a José María Díaz Bancalari. No le hace falta decir nada. Ambos saben que el fantasma del gobernador bonaerense era un escenario de competencia con una candidata que lo derrotó, si no a él, al menos a su apellido, y nada menos que en Buenos Aires.
En Olivos, Carlos Menem pide que le adelanten el vuelo a Japón, que debía salir a las diez de la noche. Quiere discutir consigo sin interrupciones una sensación agridulce. Por un lado, el temor a lo imprevisible. En campaña, Graciela había dicho que le encantaría verlo preso. Por otro, el gusto que lo imprevisible siempre despertó en él: si un triunfo aplastante de Graciela rompe toda la lógica política, él podrá buscar una ruptura aún mayor dibujando un plan para desgastar a la administración de Fernández Meijide, erosionar aún más el poder interno de Duhalde y confiar que el establishment y el electorado reclamarán su regreso en el 2003.
Domingo, 18 horas. De la Rúa 53, Graciela 47. En la Casa del Frente, sobre Callao, Chacho Alvarez tiene la certeza de que ahora debe rechazar las presiones inmediatas hasta decidir él mismo su propuesta para la ingeniería definitiva de la Alianza. Hace media hora Rafael Pascual de la UCR habló con Alberto Flamarique del Frepaso.
–O Graciela se queda en la fórmula o vayan pensando en Alvarez –dijo.
Pero los dirigentes del Frepaso no están convencidos. Si Alvarez no integra la fórmula presidencial y Graciela tampoco, el puesto cantado para el líder del Frepaso es la candidatura a jefe del gobierno porteño. Si Alvarez va a la fórmula como postulante a vice en lugar de Graciela y Graciela se presenta como candidata a gobernadora, ¿el Frepaso podrá retener el candidato a gobernar la capital poniendo, por ejemplo, a Aníbal Ibarra? ¿O los radicales pedirán el puesto para uno de los suyos? El problema es a quién sugerir como candidato a vice, sobre todo teniendo en cuenta que el Senado es el sitio donde se va a dirimir buena parte de la batalla política. No sólo por el peso de los senatruchos. También por la chance de que Carlos Menem termine como senador por La Rioja y desde allí pilotee el trabajo de la oposición, que para fines del ‘99 ya tendrá garantizada la mayoría por lo menos hasta el 2001.
Domingo, 18 horas. Graciela 53, De la Rúa 47. Graciela Fernández Meijide ya es la candidata de la oposición. La madre de un desaparecido, y además ella misma dirigente de derechos humanos, tiene grandes perspectivas de asumir como Presidenta el 10 de diciembre de 1999, último Día de los Derechos Humanos en el siglo XX. Toda su vida se concentra en el momento de la última información de las encuestas a boca de urna, que al final desmintieron a todas las encuestas previas, para las que Fernando de la Rúa sería el ganador indiscutido. Duhalde está en Córdoba, inquieto por el triunfo de una mujer que ya le ganó a su apellido, y al peronismo, en un terremoto nacional con epicentro en la provincia de Buenos Aires. Menem se consuela. Lejos de sus disquisiciones públicas sobre la política como ciencia y arte, opta por una declaración parca:
–Felicito a la señora Fernández Meijide y ahora espero el resultado de las internas en el justicialismo para esa suerte de competencia entre proyectos que son las elecciones de 1999.
Aunque no lo confiesa, el Presidente duda. Fernández Meijide ganó por una diferencia menor al diez por ciento, pero quizás igual sea suficiente para que él pueda erigirse como jefe de la oposición, desgastarla desde el Senado y, sobre todo, quitar base de sustentación a Duhalde para que, en el 2003, el candidato del PJ vuelva a llamarse Carlos Saúl Menem.

 

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