Por Marcelo Justo desde Londres
El dictamen
de los lores es un paso adelante y a la vez constituye un precedente muy peligroso.
Esta paradójica afirmación sorprende más por venir de un conocido especialista en
derecho internacional Sayyad Mohyeddeen, que pertenece a Justicia Internacional, una red
de juristas de distintas partes del mundo que luchan por el imperio de los derechos
humanos en las relaciones internacionales. Así como está planteado puede generar
un caos en las relaciones internacionales. La salida pasa por la creación de un tribunal
criminal internacional permanente y por el reforzamiento de las instituciones
existentes, indicó a Página/12.
¿Por qué le parece un precedente muy peligroso?
Aclaremos una cosa primero. A nosotros nos parece un paso adelante que los lores
hayan dicho que el general Pinochet no tiene inmunidad soberana. Esto es un precedente muy
importante: un jefe de Estado no puede cometer actos de lesa humanidad y ampararse en que
fueron actos oficiales en su condición de jefe de Estado. Pero creo que la división del
fallo, ese ajustado 3 a 2, refleja las dificultades de interpretación en este punto. Uno
de los problemas es que en teoría este fallo habilita a todo Estado a presentar pedidos
de extradición a otros Estados con los que tenga un tratado de extradición. Ahora bien,
¿cómo funcionaría esto en la práctica? Una cosa es que España le pida al Reino Unido
que extradite a un ex jefe de Estado latinoamericano. La pregunta es, ¿funcionaría igual
si se tratara de un juez argentino pidiéndole a Colombia que arreste a Margaret Thatcher?
¿O dado el poder relativo del Reino Unido en relación a los dos países latinoamericanos
esto no ocurriría? Imagínese si el pedido de extradición es contra un ex funcionario de
Estados Unidos. De modo que estaríamos ante una situación en la que en última instancia
lo que se haría valer es el poder del país en cuestión.
Sin embargo, usted considera que esto es un precedente muy importante.
Es un precedente y es necesario que exista como tal. Como precedente dice eso: no se
pueden cometer impunemente crímenes contra la humanidad. A partir de aquí empiezan los
problemas. Otro obvio, complementario del que ya mencioné, es la elección selectiva de
los líderes que se van a extraditar y juzgar. Justicia Internacional intentó la
extradición del líder serbio Radovan Karadzic en 1995 pero EE.UU. hizo valer su peso
diciendo que su extradición crearía un caos internacional y que Karadzic, en tanto cuasi
jefe de Estado, gozaba de inmunidad. ¿Por qué entonces Pinochet sí y Karadzic no?
¿Quién lo decide? Se necesita una instancia internacional, no nacional para resolver
esto.
Una de las propuestas es la creación de un tribunal internacioal penal permanente,
al que EE.UU. se ha opuesto.
En efecto. Pero por más importante que sea EE.UU., que se oponga no quiere decir
que la comunidad internacional deba abandonar los planes que tiene para crear este
tribunal. En el caso de Pinochet, la primera instancia debería ser la Justicia chilena
que tiene obligaciones nacionales e internacionales para juzgarlo. La segunda instancia
sería el sistema regional. La tercera sería el tribunal internacional penal permanente.
OPINION
Pinochet y el quinto lord
Por M. Vázquez Montalbán |
Don
Augusto no ha tenido un cumpleaños feliz. Continúa, incluso se acelera para él un Vía
Crucis en el que más de una vez tendrá que contemplarse en el espejo que le devuelve su
rostro de genocida. Sospecho que debido a su edad, finalmente no pisará prisión alguna y
volverá a Chile como un mártir de la Tortura y la Picana, sagrada causa defendida por
sus truculentos abogados en la Cámara de los Lores. Pero el Vía Crucis ya no se lo quita
nadie.
Dos de los cinco lores que han decidido retirarle la inmunidad a Pinochet son judíos, es
decir, tienen memoria del Holocausto y al tomar su decisión han pensado en el rostro de
las víctimas de Pinochet como si fuera el rostro de las víctimas de Hitler.
Los dos lores que estaban en contra de retirarle la inmunidad forman parte de la secta de
la razón de Estado, esa secta que en el Reino Unido ha amparado la tortura y la guerra
sucia en las colonias exteriores o en las interiores, como Irlanda, sin que se les pusiera
a sus señorías jamás la peluca a media asta.
El quinto lord, el que ha decidido, pertenece simplemente al género humano, y se ha
sentido en algún momento un hombre solo y débil, cómplice pues de los débiles, de
todos los expuestos a los Pinochets de este mundo. Se ha situado a la altura del juez
Garzón, un nombre a situar en el inicio de la larga marcha hacia un nuevo orden legal
internacional, hasta ahora lo más positivo que nos ha aportado la globalización. Hoy no
es que pueda ser un gran día, es que es un gran día.
Es como si aún fuera posible el sueño de la Razón, por encima de los cadáveres éticos
de los teólogos de la razón de Estado y de la soberanía de la represión. Si Tony Blair
no lo impide, Pinochet volverá a España en circunstancias bien diferentes a la de su
visita en otoño de 1975, cuando representó a Chile en los funerales de Franco, de quien
se declaró ferviente admirador. Entonces los ultras españoles le gritaban: Vivan los
generales valientes, porque Pinochet había tenido el valor de ametrallar a masas
indefensas, de troncharle la muñecas al cantante Víctor Jara, de torturar hasta la
muerte al funcionario internacional español Soria, de asesinar en Argentina al general
demócrata Prats o en Nueva York al político democristiano Letelier o de atentar en Roma
contra opositores democráticos. Ahora volverá a España perseguido por un clamor
universal tardío y oportunista, pero necesario, como si le gritaran ¡Al Ladrón! ¡Al
Asesino! No, no es un anciano de 83 años. Es un torturador de ochenta y tres años.
La tenacidad de la memoria de las víctimas o de sus descendientes y de un juez español,
el sentido común de un lord, el quinto lord, inglés han puesto en marcha el imaginario
emocionante del gobierno universal de la Razón. Este Milenio va a acabar mejor de lo
esperable. Se había diseñado al happy end de un presente sin pasado y por lo tanto sin
causas ni culpables de tan miserable fin de fiesta y de momento ya tenemos a uno de los
matarifes más significados obligado, al menos, a celebrar su cumpleaños lejos de las
fosas comunes que tanto se jactaba de haber llenado económicamente. Escrupuloso con el
presupuesto general del Estado, según confesión tragicómica propia, había utilizado
muchas veces un ataúd para dos cadáveres. |
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