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POSTALES DE LOS BOCA CAMPEONES, DE 1931 HASTA EL QUE PUEDE SERLO HOY
De Varallo a Palermo, la pasión y la gloria

A punto de consagrarse una vez más, Boca –primer campeón del profesionalismo– pasa revista a sus dieciséis estrellas desde 1931. Planteles y anécdotas de siete décadas de gloria.

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Por Gustavo Veiga

t.gif (67 bytes) Francisco Varallo pasó de Gimnasia a Boca en 1931. El máximo goleador de la historia boquense –181 tantos– acaso no será desplazado de ese sitio de privilegio por varias décadas más. Hoy, a los 88 años, recuerda cómo festejó el primer título del profesionalismo: “Viví una experiencia imborrable. Recuerdo que mi amigo Roberto Cherro decía que yo parecía un tipo del campo, por lo tímido. Después de salir campeones nos llamaban de todos lados para regalarnos cosas. Ibamos a tiendas como Alvarez y Cabanas o Costa Grande a probarnos trajes. Pasábamos tardes enteras en la Avenida de Mayo recorriendo negocios; la gente expresaba así su gratitud para con nosotros. Tampoco nos cobraban cuando íbamos a comer a Tuñín de la Boca. En el club pasé varias temporadas hermosas”.
Pancho Varallo sigue viviendo en su modesta casa del barrio Los Hornos de La Plata, frente a una plaza apacible. La hija aún atiende el negocio de lotería que antes manejaba su padre. El, con una lucidez admirable, recrea las charlas con viejos amigos ofrendando siempre una anécdota nueva. “Yo era un hombre de rush, de pique, de shot...”, suele evocar.
Campeón 1931: Mena, Fossatti, Bidoglio, Mutis, Estrada, Dedovich, Juan Evaristo, Pedemonte, Fleitas Solich, Spitale, Silenzi, Arico Suárez, Beghé, Moreyras, Tarascone, Varallo, Vargas, Trujillo, Cherro, Kuko, Mario Evaristo y Alberino.

“La firma comercial Mc Hardy, Brown y Cía. auspicia un concurso de popularidad entre todos los clubes de fútbol, por intermedio del diario República Ilustrada. Finalizado el concurso, Boca Juniors queda al tope con la mayoría de los sufragios emitidos, lo que evidencia una vez más la firme popularidad que goza esta entidad entre la masa del pueblo. Los cómputos arrojados en este certamen fueron los siguientes: Boca 57.410, River 14.708, Independiente 4.353, Huracán 3.367, San Lorenzo 2.281 y Estudiantes 53...” (Del libro Historia de Boca Juniors, Editorial Eiffel, 1954).
Campeón 1934: Yustrich, Mena, Succo, Echeverry, Piaggio, Pereyra, González, Corsetti, Viola, Silenzi, Silveyra, Martínez, Arico Suárez, Spíndola, Nardini, Lorenzo, Varallo, Sánchez, Benítez Cáceres, Cherro, Kuko, Garibaldi y Alberino.
Campeón 1935: Yustrich, Pardiez, Domingos Da Guía, Valussi, Menéndez, Vernieres, Lazzatti, Mundt, Martínez, Arico Suárez, Tenorio, Zatelli, Benítez Cáceres, Luco, Benavídez, Varallo, Providente, Cherro, Cusattis y Garibaldi.

En 1940 Boca inauguró la Bombonera en Brandsen y Del Valle Iberlucea. Esa temporada ganó todos los partidos que disputó como local, excepto uno contra Ferro y que finalizó 1 a 1. De los dieciséis encuentros que jugó en la nueva cancha, en ocho terminó con el arco invicto. Marcó 56 goles en ese escenario de una resonancia inigualable y sólo le convirtieron 13.
Campeón 1940: Estrada, Ibáñez, Marante, Valussi, Arcadio López, Viana, Arico Suárez, Lazzatti, Angeletti, Tenorio, Alarcón, Sarlanga, Carniglia, Gandulla, Emeal, Shon, Gelpi y Rosell.

En aquel plantel que obtuvo el quinto título en la historia boquense, Mario “El atómico” Boyé era el futbolista mejor pago. Los montos percibidos por los jugadores durante 1943 hoy resultan insignificantes si se los compara con las sumas que cobrarán por salir campeones Martín Palermo y el colombiano Oscar Córdoba, entre otros. En el ranking de aquella temporada Mario Boyé figuraba al tope de ingresos con 6665 pesos, seguido por Ernesto Lazzatti y José “Perico” Marante con 6540, Jaime “Piraña” Sarlanga 6480 y así, en una escala descendente, hasta llegar a una de las figuras de esa temporada, el uruguayo de la boina blanca, Severino Varela. Adquirido a Peñarol a cambio de Emeal y Laferrara más15.000 pesos, al goleador del equipo –junto a Sarlanga– le pagaron apenas 5053 pesos, según constaba en los registros de la época.
Campeón 1943: Vacca, Estrada, Laidlaw, Marante, Valussi, Flores, Sosa, Faccone, Lazzatti, Pescia, Zárraga, Vacarezza, Boyé, Barrios, Corcuera, Elena, Sarlanga, Severino Varela, Gandulla, Valsechi, Sánchez y Rosell.
Campeón 1944: Vacca, Diano, Marante, Valussi, Sosa, Pascal, Lazzatti, Pérez, Pescia, Vilanova, Boyé, Corcuera, Sarlanga, Valsechi, Lijé, Severino Varela, Rodríguez, Castro y Sánchez.

Una sequía de diez años sin títulos provocó que el campeonato obtenido en 1954 fuera uno de los más festejados. Durante esa temporada se incrementó de manera notable la cantidad de socios del club. Unas 14.000 personas llenaron la ficha de ingreso correspondiente y llevaron la cantidad de asociados hasta 44.452. Una cifra que, incluso, supera a las conseguidas muchos años después. Boca incorporó ese año a los futbolistas Rubén Gil, Juan C. Navarro, Juan Vairo, Eliseo Mouriño, Rubén Fernández, Julio Elías Musimessi, Elio Montaño y Roberto Rolando por la suma global de 2.470.000 pesos. Los dirigentes boquenses apelaron a un viejo método para recolectar fondos que les permitieron afrontar aquellas erogaciones. Rifaron varios automóviles y encontraron respuesta en los generosos bolsillos de muchos hinchas boquenses.
Campeón 1954: Musimessi, Ricardo, Colman, Otero, Fiaño, Edwards, Lombardo, Mouriño, Pescia, García, Acosta, Schiaffino, Navarro, Herminio González, Aguilar, Pérsico, Borello, Baiocco, Roselló, Juan Vairo, Busico, Rolando, Zelada y Marcarián.

Alberto Jacinto Armando, el presidente que más perduró en su cargo durante toda la historia del club, adoptó la costumbre de hacer valiosos regalos a los futbolistas que se consagraban campeones en la década del sesenta, la más prolífica en títulos de la institución. Mexicanos de oro -que algunos vendían después a 3600 pesos– o automóviles de su antigua concesionaria pasaron a manos de las estrellas de entonces. El desaparecido dirigente solía entregarlos en agasajos que siempre eran esperados con ansiedad por el plantel. Eso sí, en aquellos tiempos, los jugadores no percibían suculentas primas como ahora. Cobraban solamente el sueldo y los premios.
Campeón 1962: Roma, Errea, Simeone, Silvero, Orlando, Marzolini, Rattín, Valenti, Davoine, Lugo, Garabal, Loayza, Menéndez, Callá, Alberto González, Valentim, Grillo, Nardiello, Sasía.
Campeón 1964: Roma, Simeone, Silvero, Magdalena, Orlando, Silveyra, Marzolini, Rattín, Grillo, Angel Clemente Rojas, Pianetti, J.J. Rodríguez, Callá, Rulli, Alberto González, Menéndez, Raúl Pérez, Abeledo, Ayres Moraes y Barale.
Las diferencias físicas resultaban tan obvias como el fútbol que desplegaban adentro de una cancha. Uno, el más pequeño y escurridizo, dueño de una cintura que desparramaba rivales en el área, se llama Rojas. El otro, grandote y de movimientos hoscos, no perdonaba ante el arco contrario. También respondía al mismo apellido: Rojas. Sin embargo, Angel Clemente y Alfredo tenían dos apodos que permitían distinguirlos a través de las transmisiones radiales. Al centrodelantero ya se lo conocía como el “Tanque”. Bernardino Veiga, el relator-emblema de la historia boquense, desde entonces le puso “Rojitas” al más talentoso de los dos. Y así le quedó el sobrenombre para siempre.
Campeón 1965: Roma, Errea, Simeone, Silvero, Magdalena, Orlando, Marzolini, Rattín, Corbatta, Grillo, Angel Clemente Rojas, Alfredo Rojas, Sacchi, Menotti, Silveyra, Alas, Marinelli, Ditro, Raúl Pérez, Alberto
González, Menéndez, Acosta y Davino.

Durante una de las vueltas olímpicas más recordadas de nuestro fútbol, aquella tarde en que se abrieron los grifos sobre el césped del estadioMonumental, Silvio Marzolini cumplió un rol determinante durante el festejo boquense. Al observar que se había complicado el tránsito sobre el césped, el marcador de punta arengó a sus compañeros para que continuaran con el rito futbolero por la pista de atletismo. Marzolini, no sólo dio dos vueltas alrededor de la cancha. Además, cuando un hincha de River se cruzó en su camino, lo llevó por delante hasta tumbarlo. Personalidad no le faltaba a uno de los campeones de aquel equipo conducido por Alfredo Di Stéfano.
Campeón Nacional 1969: Sánchez, Suñe, Meléndez, Rogel, Marzolini, Ovide, Madurga, Medina, Savoy, Novello, Ponce, Coch, Angel Clemente Rojas y Peña.
El marco para la final que concluyó con una nueva estrella boquense en el estadio de River –por segundo año consecutivo– hubiera resultado impensable bajo un arbitraje a los que nos tenía acostumbrados Javier Castrilli. Boca superó a Rosario Central por 2 a 1 con goles de Rojitas y Coch y jugó los últimos minutos rodeado de una multitud, como en los partidos de potrero, al borde de la cancha. Así, sin garantías de seguridad, con hinchas que saltaban pegados a las líneas de cal, el equipo guiado desde el banco de suplentes por José María Silvero, completó uno de los dos ciclos más exitosos. Boca había salido campeón en 1962, 1964, 1965, 1969 y 1970. Cinco títulos en una década.
Campeón Nacional 1970: Roma, Suñe, Meléndez, Rogel, Nicolau, Ovide, Medina, Madurga, Savoy, Novello, Ponce, Coch, Angel Clemente Rojas y Peña.

Francisco Pedro Manuel Sá, un correntino querible y animador musical de cada grupo que integró, disfrutó los cinco títulos –dos locales y tres internacionales– que consiguió Boca durante el exitoso ciclo de 1976 a 1978. Si tiene que optar por uno de los torneos que ganó, Pancho se queda con el primero: “La vuelta olímpica del Metropolitano ‘76 fue la que más gocé. Quizá por ser la primera. Salimos campeones una noche muy fría y lluviosa en la cancha de River. Le ganamos a Unión 2 a 0. De los últimos partidos recuerdo siempre que no estuvo presente Felman. No pudo jugar por una fractura y nosotros le dedicamos el título”.
Campeón Metropolitano 1976: Gatti, Pernía, Sá, Mouzo, Tarantini, Benítez, Suñe, Trobbiani, Zanabria, García Cambón, Veglio, Mastrángelo, Felman, Taverna, Ribolzi, Oviedo, Osvaldo Gutiérrez, Ovide, Salinas, Salas y Dorado.
Una de las anécdotas menos difundidas y más risueñas de la historia boquense está emparentada con la segunda vuelta olímpica que dio el equipo conducido por el Toto Lorenzo el 22 de diciembre de 1976. Cuando el árbitro Arturo Ithurralde hizo sonar su silbato en la cancha de Racing -Boca acababa de ganarle a River por 1 a 0 en la única final de un torneo argentino en que se enfrentaron los dos clásicos rivales–, Jorge Ribolzi escondió la pelota bajo su camiseta. El volante de Boca la tomó para ofrendársela a su hijo que nacería unos días después: el 7 de enero de 1977. Pasaron algunos años y, esa pelota que hoy podría ser considerada una reliquia de nuestro fútbol, desapareció del hogar de los Ribolzi. En la actualidad, el padre y ex jugador trabaja en Newell’s; su hijo, que también se llama Jorge, integra el plantel de Argentino de Rosario, uno de los líderes del torneo de la Primera B Metropolitana.
Campeón Nacional 1976: Gatti, Pernía, Sá, Mouzo, Ovide, Tarantini, Suñe, Benítez, Ribolzi, Zanabria, Salas, Felman, Suárez, Veglio, Mastrángelo,
Taverna, García Cambón, Salinas, Bernabitti y Oviedo.

Silvio Marzolini, uno de los futbolistas que más títulos ganó con Boca, también se dio el gusto de salir campeón como director técnico en 1981. Eso sí, tuvo que sufrir demasiado, como recuerda hoy: “Cuando fuimos a Rosario a definir el torneo en la anteúltima fecha contra Central, Diego Maradona erró aquel famoso penal. Eso provocó que nos afectara una desconfianza total. Ferro no aflojaba y los amistosos que habíamos jugadodurante el año para pagar el pase de Diego los terminamos sufriendo. Si no nos poníamos las pilas, perdíamos el título. Por eso, cuando empatamos con Racing en el último partido disputado en nuestra cancha, no gocé tanto la vuelta olímpica. El festejo no fue como hubiera querido...”
Campeón Metropolitano 1981: Carlos Rodríguez, Gatti, Suárez, Mouzo, Ruggeri, Córdoba, Brindisi, Krasouski, Maradona, Escudero, Benítez, Passucci, Perotti, Morete, Squeo, Trobbiani, Ribolzi, Sá, Cecchi, Abel y Hugo Alves.

La vuelta olímpica más demorada de la historia alumbró once años después del título obtenido con aquel equipo conducido por Diego Maradona y Miguel Brindisi en la cancha, más Silvio Marzolini como director técnico. El espíritu indomable de una Bombonera colmada se congeló por un instante cuando San Martín de Tucumán convirtió el primer gol del partido. Boca, agotado por los nervios, consiguió el empate en el segundo tiempo con un gol del cordobés Benetti. En el festejo, varios futbolistas se treparon al alambrado que da a la tribuna de Casa Amarilla. Esa vez aguantó, pero no cuando jugadores e hinchas desataron su ansiedad contenida al finalizar el encuentro. Alejandro Giuntini, Sergio Martínez y otros campeones cayeron desde lo alto y se temió lo peor. Apenas con algunos contusos terminó esa noche impregnada de calor y humedad en un estadio trepidante.
Campeón del Apertura 1992: Navarro Montoya, Soñora, Medero, Simón, Giuntini, Mac Allister, Moya, Benetti, Giunta, Tapia, Márcico, Carranza,
Villarreal, Neffa, Martínez, Cabañas, Cenci, Saturno, Charles, Pogany, Marchesini, Pico, Farías y Pereyra.

La semblanza del Boca de Carlos Bianchi recién comienza a escribirse. ¿Cómo quedará en la historia este equipo sólido, calculador y de una eficacia poco común para la época? Quizá esa tarea lleve unos años, acaso décadas. El status final de esta formación surgirá de las consabidas comparaciones, de cada polémica entre jóvenes y veteranos. Que el técnico hizo un culto a la cautela, que los jugadores siguieron sus pasos al pie de la letra, que Palermo es –desde hace varias fechas– el símbolo insustituible del equipo. En fin, anécdotas habrá para contar de aquí y hasta las fiestas.
¿Campeón del Apertura 1998?: Córdoba, Abbondancieri, Ibarra, Bermúdez, Samuel, Arruabarrena, Cagna, Serna, Basualdo, Riquelme, Palermo, Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Navas, Adrián Guillermo, Giménez, Matellán, Traverso, Barijho, Ortiz, La Paglia, Rosada, Rey y Pereda.

 

OPINION
Espacio cedido
Por Diego Bonadeo

Aparece Macaya, enfundado y naftalineado en su asepsia gris. Anuncia los episodios excluyentes de la fecha: jugadas polémicas que resolverán inexorablemente las cibernéticas del telebeam. Nunca un sombrero o una rabona o un caño. Siempre la duda entre una posición adelantada o no y entre una infracción descalificadora o no.
Aparece Araujo, mirándose fijo la punta de sus dedos largos de sus manos largas. Y arranca con alguna desconceptualización pretendidamente editorializadora, nunca en sintonía con la obviedad con que lo antecedió su compañero. Pero muchas veces, especialmente en tiempos electorales, Torneos y Competencias tiene en “Fútbol de Primera” un espacio cedido a los partidos políticos. Que curiosamente siempre se le cede al mismo partido. Algunos años atrás, este espacio fue cedido para que Néstor Clausen, radical confeso, explicara por qué votaría a Eduardo Duhalde en los inminentes comicios para gobernador bonaerense. El 25 de octubre de 1997, en plena veda electoral –al día siguiente hubo parlamentarias– y jugando River y Boca el último clásico en el que participó Diego Maradona, el relator del espacio cedido a los partidos políticos le anticipó con triunfalismo a su comentarista algo así como “che, Macaya, mañana vamos a festejar con Chiche con un champucito, ¿eh?”. Al día siguiente, después de la medianoche, y con la señora de Duhalde derrotada por la señora Fernández Meijide, se le contestó por Canal 9 algo así como que “antes de tomarse un champucito con Chiche, uno prefería comerse una buseca con Graciela”.
Una semana atrás, el hombre de los dedos largos volvió a la carga ante la posibilidad de que se cambiara la hora o el día de Boca-Independiente de esta tarde con motivo de las internas de la Alianza, afirmando algo así como que el justicialismo jamás hubiera insinuado un pedido en ese sentido. Cualquier futbolero más o menos informado supo de las dudas que entornaron fecha y día de realización de Central 2 - Boca 3 porque había un acto –ni siquiera una elección– de Eduardo Duhalde en Rosario en horario y día parecidos. Sin embargo, nada se dijo desde el espacio cedido a los partidos políticos los domingos a las 22, sobre los recientes atropellos institucionales protagonizados por los senadores del poder, aunque semanas atrás, para defender a Javier Castrilli sin atacar al “socio” Julio Grondona se haya utilizado a Fidel Castro en un galimático planteo cuya finalidad última estaba a la vista y era la de siempre: atacar a César Luis Menotti.
Así las cosas, hoy hay internas. Y uno respeta la veda y se limita a preferir ser fiscal, como tantas veces antes, aunque sin poder sutraerse al probablemente definitorio Boca-Independiente que se jugará a la hora en que están cerrando los comicios y empezando los escrutinios.
Por la noche, entre la asepsia gris de Macaya y los dedos largos de Araujo aparecerán seguramente los centros de cómputos y habrá o no doble festejo. Y los goles y las atajadas se mezclarán con los cruces de Meijide -De la Rúa y Chacho-Alfonsín asumiendo triunfos o reconociendo derrotas. Y el espacio cedido a los partidos políticos por “Fútbol de Primera” reaparecerá seguramente en algún momento de 1999, quizá por última vez. Es probable que después se tengan que ir. Para que también desde los domingos por la noche en Canal 13 podamos ayudar a hacer un país que se parezca un poco más al que la mayoría de los argentinos nos merecemos.

 

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