La discriminación puede salir cara
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Por Horacio Cecchi
¦"No estamos hablando de una gripe. Lo que usted tiene es sida." La médica laboral no hizo demasiados preámbulos para comunicarle a Walter Barría los resultados de sus análisis de sangre. Pero no fue el único impacto que sufrió. A partir de entonces, Barría, portador asintomático de vih recorrería todos los vericuetos posibles para mantener su trabajo, que finalmente perdió, y mantendría una batalla judicial de cuatro años contra la empresa que lo despidió. El caso de Walter salió a la luz precisamente cuando se celebra el Día Internacional del Sida: ayer se conoció el fallo de la Cámara de Apelaciones que consideró el hecho como un "acto discriminatorio" y condenó a la empresa agropecuaria El Aguará a indemnizarlo con 50 mil pesos. El 19 de marzo de 1994 Walter Barría fue incorporado a la empresa agropecuaria El Aguará S.A. como administrativo de segunda, cumpliendo funciones de cadete, limpieza y archivo. Cinco meses después, el 29 de agosto, denunció un estado de "decaimiento general" y se ausentó a su trabajo. La empresa le mandó una médica de CEMA --Centro Médico Asistencial SRL, de medicina laboral--, que detectó ganglios inflamados. --Me dijo que podía ser una mononucleosis --aseguró Barría a Página/12. Junto a él, Gabriel Gálvez, su pareja desde hace poco más de 6 años, asintió. --Vio la cama matrimonial, nos vio a los dos, y ahí empezó todo --dijo Gálvez. A los dos días, en CEMA le ordenaron una serie de análisis, incluido el hematológico. "No me preguntaron si aceptaba hacerme el test para el vih", recordó Barría. Es lógico que no lo hubieran hecho: la ley 23.798 obliga a una autorización previa antes de realizarlo. La empresa El Aguará decidió darle una licencia por enfermedad hasta recibir los resultados del estudio. Siete días después, los análisis no hablaban de mononucleosis --tampoco de sida-- pero señalaban una "sintomatología inespecífica" y recomendaban continuar con estudios médicos "más intensivos y en un centro asistencial capacitado", según consta en el fallo de la Cámara. La empresa El Aguará tomó la precaución de extender la licencia por enfermedad, licencia que se fue renovando casi automáticamente cada 10 o 15 días. A mediados de setiembre, Barría fue citado al centro médico. --No estamos hablando de una gripe. Lo que usted tiene es sida --así, sin más preámbulo, una directora del CEMA, informó a Walter Barría sobre los resultados del análisis sanguíneo, aseguró el mismo Barría. "Seguí los estudios en el Durand. Allí me hicieron el test Elisa, que dio positivo dudoso." Cuando llevó los resultados al centro médico para que le dieran el alta por tratarse de un portador asintomático, rechazaron su pedido y pidieron más confirmaciones. En el Muñiz le realizaron tres nuevos tests, los tres con resultados positivos. A todo esto, en CEMA seguían resistiéndose al alta, pese a que el especialista del Durand, Gabriel Levy Hara, había considerado que "desde el punto de vista infectológico Barría se encuentra en condiciones (e incluso es conveniente) de retomar sus tareas habituales". A todo esto, el 19 de diciembre, El Aguará decidió dar por terminado el período de licencia, pero evitando el retorno de su empleado mediante un telegrama que anunciaba que "desde el 1º de diciembre de 1994 comienza el período de reserva del puesto", es decir que, durante un año la empresa mantendría el puesto de Barría, sin pagarle el sueldo, pero sin dejarlo retornar. Al fin de ese año estaría en condiciones de darlo de baja. El centro médico agregó otro análisis de sangre para el conteo de linfocitos. "Cuando salió el resultado, obviamente el nivel de linfocitos estaba bien, porque soy portador asintomático", sostuvo Barría. "Los amenazamos con hacer un juicio y entonces me dieron el alta." Con el alta en la mano, el viernes 20 de enero del '95 Barría se comunicó telefónicamente con la empresa: "El lunes me reintegro", les dijo. "Mejor venga el martes y hable con el contador", le respondieron. Ese martes, Carlos Yacobino, contador de El Aguará, le recomendó: "Walter, por qué no se toma unas vacaciones", pero Barría, después de 4 meses de ausencia y teniendo en cuenta el estado de situación, lo que menos quería era despegarse de su trabajo. Comenzó entonces un cruce de cartas-documento y telegramas, incluyendo uno, el 25 de enero, en el que Barría resultaba despedido "por reestructuración empresarial". Iniciada la demanda en la justicia civil, en primera instancia se consideró demostrado que no había existido tal reestructuración sino que se había tratado lisa y llanamente de "un acto discriminatorio". El fallo fue ejemplar: se condenó a El Aguará y a CEMA a indemnizar en 50 mil de los 200 mil pesos reclamados por Barría. El 6 de noviembre pasado, la Sala A de la Cámara de Apelaciones confirmó la sentencia, aunque separó del caso al centro médico. "Es bueno que el caso se haya dirimido en la justicia civil, entre otras cosas porque tiene mayor repercusión social", sostuvo Ignacio Maglio, abogado de la Sección Riesgo Médico Legal del Hospital Muñiz. Son pocos los antecedentes por discriminación laboral a portadores de hiv en la justicia civil. "Uno fue por un despido en la Editorial Sarmiento --sostuvo Maglio-- y otros dos contra la Policía Federal, por haber dado de baja a un cabo y a un subcomisario. Los fallos favorecieron a los demandantes. El del subcomisario es paradójico: llegó a la Corte, que sostuvo que estaba mal discriminar, ordenó que el oficial fuera reintegrado, pero aceptó que se realizaran análisis seropositivos antes de incorporar a alguien."
Cada minuto, once personas contagiadas
Cada minuto once personas son contagiadas de VIH en el mundo. En el '98 las muertes provocadas por el síndrome de inmunodeficiencia fueron 2,5 millones, 80 por ciento de las cuales ocurrió en Africa. Este año el virus atrapó 5,8 millones de personas. Y los datos no dan tregua: hacia fines de diciembre serán 33 millones quienes padezcan la enfermedad, diez por ciento más que hace un año. Los países en desarrollo son los flancos devorados por la enfermedad. "Más del 95 por ciento de las personas infectadas viven en el mundo en desarrollo y es en estos países en los que se ha producido el 95 por ciento de las muertes", asegura un informe difundido por la organización de la ONU para la lucha contra el sida, Onusida. Pobreza y falta de prevención fueron marcados como los dos ejes que vertebran el avance y la dispersión del virus. Los datos en el país repiten cada paso de la tendencia mundial: sólo en el Hospital Fernández se diagnostican 15 nuevas infecciones cada semana. La ONU estimó en 120 mil los afectados por el virus. Los datos oficiales del país que describen la presencia del virus varían de acuerdo con la fuente. Mientras desde el Ministerio de Salud se habla de 13.789 casos registrados desde el '82, Onusida estimó que las cifras concretas oscilarían entre los 80 mil y 120 mil enfermos. Pedro Cahn, jefe del Servicio de Infectología del Fernández entendió la estadística como alarmante y aseguró que "la epidemia en la Argentina está creciendo". Del total de personas sobre las que efectivamente se detectó la presencia del virus, el 50 por ciento se contagió en los últimos tres años. La provincia de Buenos Aires concentra el 42 por ciento de los personas infectadas, seguida por la Capital en un 34. El especialista aseguró que Argentina tiene el record de transmisión vertical de América latina: "El 7 por ciento del total de casos --detalló-- son sida por transmisión perinatal, cuando el promedio del continente es del dos por ciento". El titular de la cartera de Salud, Alberto Mazza admitió ayer el "incremento notable del porcentaje de infectados en el país" aunque subordinó el contagio a la difusión de la drogadicción. "Las faltas de atención, carencia de información e inexistencia de políticas de prevención", son los ejes que según la OMS provocan el irrefrenable avance del virus en los sectores de mayor pobreza. Los dos focos de mayor contagio de América latina se dan en relaciones homosexuales entre varones y en consumidores de drogas intravenosas. Frente a estas dos invariantes en el desarrollo del virus durante los últimos veinte años, ahora comienza a advertirse un aumento de transmisiones en relaciones heterosexuales. Creció en dos dígitos la población femenina mayor de 15 años afectada por el virus que hasta el año pasado constituía el 41 por ciento. El 70 por ciento de los casos de infecciones de este año tuvieron por
epicentro el continente africano. En esta porción de tierra negra se dio el 83 por ciento
de las muertes desde el comienzo de la epidemia. Nueve de cada diez personas contagiadas
son niños menores de 15 años. |