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COMO RAZONA CHACHO ANTES DE SER (O NO) CANDIDATO A VICEPRESIDENTE
La fórmula para la fórmula

Entre Maquiavelo y Freud, o quizás con la asistencia de los dos juntos, Alvarez demora el anuncio sobre su destino político: si copiloto de Fernando de la Rúa o postulante a sucederlo en el gobierno porteño. Aquí los argumentos a favor y en contra para una decisión inminente.

De la Rúa y Alvarez. Entre ellos no hay amor, pero podrían terminar formando pareja.
Si Chacho acepta, será para tener una voz en el gobierno y reforzar la imagen aliancista.

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Por Martín Granovsky

t.gif (67 bytes) Como queda claro en las páginas 2 y 3 de este diario, Graciela Fernández Meijide hizo una chachada: dijo en público qué debe hacer Chacho Alvarez con su futuro, como hizo Alvarez cuando en 1997 opinó ante Página/12 que Graciela debía competir en la provincia de Buenos Aires. Ahora sólo queda esperar si Chacho responde a la chachada aceptando la candidatura a jefe del gobierno porteño o si entre el viernes y el lunes anuncia que integrará la fórmula presidencial junto con Fernando de la Rúa. Anoche la alternativa más probable era la segunda, con el argumento de que el binomio De la Rúa-Alvarez fortalecería la imagen de la Alianza.
Desde el domingo Alvarez se mostró remiso a definirse formalmente sobre su destino en la dichosa ingeniería de la Alianza, una indefinición que se hizo más notoria con la rápida ocupación de espacios por parte de Graciela, quien con gran velocidad reconoció el triunfo del precandidato radical y avisó que iría de candidata a la provincia. La velocidad, en ese caso, no provocó ninguna resistencia interna en el Frepaso. Más bien lo contrario: los frepasistas de primera línea sugirieron incluso que una decisión rápida frenaría cualquier presión de los radicales más duros para cambiar el plano previo de la ingeniería electoral y meter baza en Buenos Aires. El escenario, razonaron el domingo por la tarde, con las encuestas de boca de urna en la mano, podía ser peor si la brecha en favor de De la Rúa se ampliaba, como efectivamente ocurrió.
La decisión de Graciela, con todo, era más fácil porque ella misma había dejado en claro que no aceptaría la candidatura a vice.
La de Alvarez es más compleja. Por lo menos así surge de una compulsa entre los chachistas y los chachólogos del Frepaso.
La posición más favorable a Chacho vice debería incluir estos argumentos:
u Es la mejor fórmula para la Alianza, en términos de coalición. Si Graciela sale del ticket presidencial para el ‘99 nadie salvo Alvarez puede expresar sin necesidad de segundas explicaciones el contenido aliancista de la propuesta electoral.
u Es la forma más seria de terminar de construir al Frepaso como fuerza confiable.
u Es el modo de contar con un negociador fuerte en el Senado y, de paso, dejarle las manos libres para la construcción política en lugar de someterlo al desgaste de la función administrativa, que por otra parte nunca fue el deseo más profundo de Alvarez.
u Es la manera en que el Frepaso tendría asegurada una presencia de alto nivel –y con una duración que no se limitaría a la decisión administrativa de De la Rúa, como en el caso de los ministros– en la gestión de gobierno y las reuniones de gabinete.
u Sería la compensación contra un presidencialismo demasiado fuerte.
u Bendeciría la convivencia con De la Rúa, en una señal poderosa hacia los militantes del Frepaso, a los políticos de la segunda línea y a buena parte de los votantes, sobre todo los de origen peronista.
u Como Duhalde en 1991, podría resignar la vicepresidencia y presentarse en el 2000 a las elecciones para gobernar la Capital.
u Aunque las brujas no existen, pero que las hay las hay, quedaría bloqueada en la línea sucesoria la chance de un senador del PJ, presidente provisional del Senado (¿Menem Eduardo? ¿Menem Carlos?) de llegar a la Casa Rosada por un atajo.
La postura contraria, que entonces se completaría con Chacho jefe del gobierno porteño, hilvana elementos como los que siguen:
u Tal como lo señala Graciela en la entrevista con Página/12, la Alianza se presentaría en el ‘99 con una fórmula de hecho: De la Rúa flanqueado por Fernández Meijide y Alvarez.
u El Frepaso quedó revalidado como primera fuerza en la Capital Federal. Por eso, y también porque la Alianza disuelve la única alternativa viableen el distrito, que sería un candidato radical, la victoria parece asegurada más allá de cualquier figura. Más aún: el candidato probable, Aníbal Ibarra, tiene un alto grado de aceptación popular en las encuestas de imagen individual. Pero si gana el gobierno de la ciudad Chacho quedaría en carrera presidencial con una experiencia ejecutiva. Si la experiencia es buena, claro. En este razonamiento, repetiría el bautismo de fuego de Fernando de la Rúa, que en sólo dos años se desprendió del reproche de no haber pasado jamás por el desgaste de una gestión administrativa.
u Si la Alianza pierde a nivel nacional y en la provincia, el Frepaso quedaría controlando un distrito grande.
u El vicepresidente, en la Argentina, no existe. Carece de entidad política. Termina enfrentado al Presidente y renunciando, como Alejandro Gómez con Arturo Frondizi, o enfrentado y sin peso político, como Víctor Martínez con Raúl Alfonsín. El ejemplo contrario sería Carlos Ruckauf, a quien no le fue mal diferenciándose y construyendo imagen desde la vicepresidencia.
La discusión entre los chachistas, y la interpretación de los chachólogos, tiene un elemento curioso a primera vista. Curioso: parece la prehistoria, pero Alvarez ya fue candidato a vicepresidente, en 1995, acompañando a José Octavio Bordón. A primera vista: en 1995 el Frepaso no podía ganarle a Menem, y en el horizonte próximo no había ninguna perspectiva de gobernar un distrito importante. El intendente de la Capital Federal aún era elegido sin el voto popular.
¿Chacho realmente se debate en el gran dilema de su vida? ¿O ya decidió por Alvarez vice y está dejando que los demás elaboren el duelo del domingo y hagan su catarsis? La respuesta la tienen Maquiavelo y Freud. O, mejor, los dos juntos.

 

OPINION
El dilema de Chacho

Por Mario Wainfeld

A dos días de perder una interna, Carlos “Chacho” Alvarez afronta una dilema: elegir entre candidatearse a ser vicepresidente de la Nación o jefe de Gobierno de la Capital Federal, en ambos casos con buenas posibilidades de ganar. No parece precisamente el dilema de un derrotado, seguramente porque visto en perspectiva no lo es. Si se mira con precisión y sin simplismo puede decirse que a esta altura sólo hay tres políticos en la Argentina que aspiran con cierta chance a sitiales mejores que el suyo: Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Palito Ortega. Acaso Carlos Menem. No está tan mal, sobre todo si se toma en cuenta que, hace apenas cuatro años, Alvarez era un renunciante del peronismo, condición vital que, como él mismo gusta recordar, sólo garantiza “comer anchoas en el desierto”.
El crecimiento de Alvarez no se deriva de su invicto electoral (condición que ningún político argentino ostenta, ni aun los presidenciables) sino de su aptitud para salirse de los laberintos por arriba, especialmente urdiendo alternativas electorales tentadoras mediante un manejo inédito, dinámico, creciente y a veces hiperquinético de las alianzas (“Pino” Solanas, Bordón, la UCR). Engarzando a velocidad difícil de seguir derrotas, victorias y rupturas el Frepaso está en el umbral de integrar una coalición gobernante a nivel nacional y de pilotear los dos gobiernos locales más importantes del país, un salto cualitativo para una fuerza que hasta ahora no tiene ninguna gobernación y sólo una intendencia importante (Rosario).
La jefatura de gobierno porteña le augura una victoria y puede permitirle intentar una asignatura pendiente: la gestión. Por eso casi todos los cuadros de primera línea del Frepaso, con Graciela Fernández Meijide a la cabeza, están convencidos de que debe ir a lo seguro, que es su terruño, y rehusar integrar la fórmula presidencial.
El límite de esa jugada es que pone en el asador de gobiernos distritales a Chacho y Graciela, el más importante capital del Frepaso. Dado el spread que separa a los líderes frepasistas de sus compañeros es una señal de que se apuesta más a la identidad propia que a la de la coalición. Poner las fichas a la vicepresidencia (un cargo de poca entidad en la tradición política local) es en cambio toda una apuesta a la novedad. Se intentaría crear un nuevo rol, consolidar la identidad aliancista y demostrar la intención de meterse con patas y todo en el gobierno nacional. Aunque el líder frepasista no ha verbalizado aún su decisión, quienes mejor lo conocen están casi seguros de que irá en la fórmula con De la Rúa. Que optará por un camino inexplorado, que –esa es la clave de sus avances y retrocesos– son los que mejor transita.

 


 

Nueve nombres en grilla si no va el preferido

Para acompañar a De la Rúa en la fórmula los radicales quieren  a Chacho. Graciela no. La indefinición logró que florecieran los   nombres. Aquí la lista, con sus puntos a favor y en contra.

Por Sergio Moreno

t.gif (862 bytes) “No quiero hacer nombres. Sobre eso escriben ustedes, que tienen libertad de opinión.” Fernando de la Rúa, reticente como siempre que quiere –y quiere a menudo– no insinuó siquiera algún indicio sobre el nombre del frepasista que lo acompañará en la fórmula de la Alianza para 1999. Prefiere el silencio porque, dice, no quiere “manosear” a nadie. Pero, tal como afirmó a Página/12 en su edición de ayer, no se opone a que el periodismo ejerza su libertad. La lista que posibles candidatos a vicepresidente que se barajaron es, si se quiere, larga. De todos ellos, la palabra “ideal” le cabe solamente a Carlos “Chacho” Alvarez.
No son más de diez. Todos cargan en sus espaldas chances a favor y en contra. Pero, estas últimas, por más desfavorables que sean, no constituyen veto alguno para, finalmente, inscribir su nombre en la boleta debajo del logo de la Alianza y de Fernando de la Rúa.

ron2.gif (93 bytes)  Aníbal Ibarra

Es el más firme candidato del Frepaso para pelear por la Jefatura del Gobierno porteño. Pero ese sitio es el que muchos frentistas –con Graciela Fernández Meijide a la cabeza– quieren para Chacho. Quizá por eso su nombre fue barajado en los últimos días para completar la fórmula presidencial. Joven y conocido, Ibarra lleva de lastre su condición de porteño pero, en definitiva, De la Rúa, a pesar de haber hecho su carrera política en la Capital, es cordobés.

ron2.gif (93 bytes) Juan Pablo Cafiero

Ayer mismo, desde la cúpula frepasista, lanzaron su nombre. Juampi es uno de los ocho del Grupo de los Ocho, la génesis misma del Frente Grande y, por transitividad, del Frepaso y de la Alianza. Hombre de Chacho, porta un apellido que destila bronce para el peronismo y es bonaerense. Pero Juampi no goza de la simpatía de Graciela Fernández Meijide (los íntimos de la diputada cuentan que lo nomina como “el hijo de Cafiero”) y para los radicales es poco menos que un demonio: dicen que es muy antirradical, si es que queda alguno dentro de la Alianza. También, sostienen en la UCR, su nombre no tracciona demasiados votos en su distrito.

ron2.gif (93 bytes) Alfredo Bravo

El dirigente de la APDH tiene el beneplácito del progresismo porteño. Su buena imagen como político honesto y luchador lo ubicó en la grilla, además de ser una figura conocida a nivel nacional. Pero Bravo no forma parte del riñón “chachista”, su distrito es el puerto de Buenos Aires, y su extracción socialista. Su tendencia a la independencia de criterios no es un punto a su favor en el bunker del Frepaso. Los radicales lo miran con recelo por esa autonomía.

ron2.gif (93 bytes) Hermes Binner

El intendente de Rosario había sido sumado a la lista cuatro meses atrás, cuando las encuestas comenzaron a favorecer a De la Rúa. Binner, elegido dos veces consecutivas al frente de la segunda ciudad del país, era en ese entonces el frepasista del interior con mayor caudal electoral propio. Hubieron intentos para darle alcance nacional a su figura, como la aparición en el balcón de la Casa del Frente en 26 de octubre del año pasado. Binner es un socialista popular y, como tal, periférico de la mesa de decisiones del Frepaso. Su mayor contrapeso, ahora, es la magra elección que hizo en su ciudad, donde ganó la UCR luego de diez años de defecciones ininterrumpidas a manos del PSP.

ron2.gif (93 bytes)  Oscar Massei

Massei era otra figura naciente en el interior. Neuquén, un distrito históricamente manejado por los caudillos Sapag, vio cómo de la mano del joven dirigente el Frepaso crecía a punto tal de convertirse en alternativa de poder. Pero Massei no es una figura conocida en el resto del país y, además, la performance del pasado domingo creó el desánimo que deja la derrota en un distrito que se descontaba ganado.

ron2.gif (93 bytes) Humberto Volando

El aplastante resultado que consiguió el radicalismo cordobés el domingo último, sin bien previsible, dejó sin aliento a los frentistas de esa provincia. Una de las consecuencias de la primaria cordobesa podría ser que Volando y su candidato a vicegobernador, Horacio Viqueira, resignen sus apetencias para apoyar al radical Ramón Mestre. Bajo esa condición, Volando forma parte de las especulaciones sobre armado de la fórmula nacional. Los radicales, con Mestre a la cabeza, le desconfían por su dura oposición a la gestión provincial.

ron2.gif (93 bytes) Estévez Boero

El jefe y fundador del Partido Socialista Popular conduce su fuerza con mano férrea desde su creación. Diputado nacional desde principios de la restauración democrática, Estévez Boero conoce los vericuetos de la política y el manejo parlamentario. Así y todo, no son pocas sus críticas a la conducción del Frepaso por la no inclusión del socialismo en la mesa donde se sientan los cinco que definen el destino de la Alianza. Eso no contribuyó a mejorar su relación con Chacho Alvarez. Los radicales lo han tenido a menudo en la vereda contraria en Santa Fe hasta que sellaron la Alianza. Pocas bolillas negras para el santafesino.

ron2.gif (93 bytes) Dante Caputo

El rostro del ex canciller de Raúl Alfonsín es conocido en todo el país. Fuerte e incisivo en la discusión política, Caputo disfruta de su imagen de progresista. Recientemente afiliado al PSP, forma parte del Frepaso y mantiene una cordial relación con el ex presidente. Tiene un pasado en el radicalismo que no suele jugarle a favor entre los frepasistas ni entre los radicales. A lo hora de juntar votos, todos dudan.

ron2.gif (93 bytes) Elisa Carrió

“Lilita” es una de las radicales que mejor cae entre los frepasistas. Supo afinar su sintonía con Nilda Garré y Alfredo Bravo en las reuniones de la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja y es una de las convencidas de la necesidad de enjuiciar a la administración de Carlos Menem a partir de 1999. Vehemente, progresista, hábil argumentadora, es chaqueña y, como tal, parte de la “pata federal” que no tiene aún la fórmula presidencial. “Es la Graciela de la UCR”, dicen tirios y troyanos. Tiene en su contra una calidad no menor a la hora de invalidarla: es radical.

 

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