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Por Martín Granovsky Como queda claro en las páginas 2 y 3 de este diario, Graciela Fernández Meijide hizo una chachada: dijo en público qué debe hacer Chacho Alvarez con su futuro, como hizo Alvarez cuando en 1997 opinó ante Página/12 que Graciela debía competir en la provincia de Buenos Aires. Ahora sólo queda esperar si Chacho responde a la chachada aceptando la candidatura a jefe del gobierno porteño o si entre el viernes y el lunes anuncia que integrará la fórmula presidencial junto con Fernando de la Rúa. Anoche la alternativa más probable era la segunda, con el argumento de que el binomio De la Rúa-Alvarez fortalecería la imagen de la Alianza. Desde el domingo Alvarez se mostró remiso a definirse formalmente sobre su destino en la dichosa ingeniería de la Alianza, una indefinición que se hizo más notoria con la rápida ocupación de espacios por parte de Graciela, quien con gran velocidad reconoció el triunfo del precandidato radical y avisó que iría de candidata a la provincia. La velocidad, en ese caso, no provocó ninguna resistencia interna en el Frepaso. Más bien lo contrario: los frepasistas de primera línea sugirieron incluso que una decisión rápida frenaría cualquier presión de los radicales más duros para cambiar el plano previo de la ingeniería electoral y meter baza en Buenos Aires. El escenario, razonaron el domingo por la tarde, con las encuestas de boca de urna en la mano, podía ser peor si la brecha en favor de De la Rúa se ampliaba, como efectivamente ocurrió. La decisión de Graciela, con todo, era más fácil porque ella misma había dejado en claro que no aceptaría la candidatura a vice. La de Alvarez es más compleja. Por lo menos así surge de una compulsa entre los chachistas y los chachólogos del Frepaso. La posición más favorable a Chacho vice debería incluir estos argumentos: u Es la mejor fórmula para la Alianza, en términos de coalición. Si Graciela sale del ticket presidencial para el 99 nadie salvo Alvarez puede expresar sin necesidad de segundas explicaciones el contenido aliancista de la propuesta electoral. u Es la forma más seria de terminar de construir al Frepaso como fuerza confiable. u Es el modo de contar con un negociador fuerte en el Senado y, de paso, dejarle las manos libres para la construcción política en lugar de someterlo al desgaste de la función administrativa, que por otra parte nunca fue el deseo más profundo de Alvarez. u Es la manera en que el Frepaso tendría asegurada una presencia de alto nivel y con una duración que no se limitaría a la decisión administrativa de De la Rúa, como en el caso de los ministros en la gestión de gobierno y las reuniones de gabinete. u Sería la compensación contra un presidencialismo demasiado fuerte. u Bendeciría la convivencia con De la Rúa, en una señal poderosa hacia los militantes del Frepaso, a los políticos de la segunda línea y a buena parte de los votantes, sobre todo los de origen peronista. u Como Duhalde en 1991, podría resignar la vicepresidencia y presentarse en el 2000 a las elecciones para gobernar la Capital. u Aunque las brujas no existen, pero que las hay las hay, quedaría bloqueada en la línea sucesoria la chance de un senador del PJ, presidente provisional del Senado (¿Menem Eduardo? ¿Menem Carlos?) de llegar a la Casa Rosada por un atajo. La postura contraria, que entonces se completaría con Chacho jefe del gobierno porteño, hilvana elementos como los que siguen: u Tal como lo señala Graciela en la entrevista con Página/12, la Alianza se presentaría en el 99 con una fórmula de hecho: De la Rúa flanqueado por Fernández Meijide y Alvarez. u El Frepaso quedó revalidado como primera fuerza en la Capital Federal. Por eso, y también porque la Alianza disuelve la única alternativa viableen el distrito, que sería un candidato radical, la victoria parece asegurada más allá de cualquier figura. Más aún: el candidato probable, Aníbal Ibarra, tiene un alto grado de aceptación popular en las encuestas de imagen individual. Pero si gana el gobierno de la ciudad Chacho quedaría en carrera presidencial con una experiencia ejecutiva. Si la experiencia es buena, claro. En este razonamiento, repetiría el bautismo de fuego de Fernando de la Rúa, que en sólo dos años se desprendió del reproche de no haber pasado jamás por el desgaste de una gestión administrativa. u Si la Alianza pierde a nivel nacional y en la provincia, el Frepaso quedaría controlando un distrito grande. u El vicepresidente, en la Argentina, no existe. Carece de entidad política. Termina enfrentado al Presidente y renunciando, como Alejandro Gómez con Arturo Frondizi, o enfrentado y sin peso político, como Víctor Martínez con Raúl Alfonsín. El ejemplo contrario sería Carlos Ruckauf, a quien no le fue mal diferenciándose y construyendo imagen desde la vicepresidencia. La discusión entre los chachistas, y la interpretación de los chachólogos, tiene un elemento curioso a primera vista. Curioso: parece la prehistoria, pero Alvarez ya fue candidato a vicepresidente, en 1995, acompañando a José Octavio Bordón. A primera vista: en 1995 el Frepaso no podía ganarle a Menem, y en el horizonte próximo no había ninguna perspectiva de gobernar un distrito importante. El intendente de la Capital Federal aún era elegido sin el voto popular. ¿Chacho realmente se debate en el gran dilema de su vida? ¿O ya decidió por Alvarez vice y está dejando que los demás elaboren el duelo del domingo y hagan su catarsis? La respuesta la tienen Maquiavelo y Freud. O, mejor, los dos juntos.
Nueve nombres en grilla si no va el preferido Para acompañar a De la Rúa en la fórmula los radicales quieren a Chacho. Graciela no. La indefinición logró que florecieran los nombres. Aquí la lista, con sus puntos a favor y en contra. Por Sergio Moreno Es el más firme candidato del Frepaso para pelear por la Jefatura del
Gobierno porteño. Pero ese sitio es el que muchos frentistas con Graciela
Fernández Meijide a la cabeza quieren para Chacho. Quizá por eso su nombre fue
barajado en los últimos días para completar la fórmula presidencial. Joven y conocido,
Ibarra lleva de lastre su condición de porteño pero, en definitiva, De la Rúa, a pesar
de haber hecho su carrera política en la Capital, es cordobés. Ayer mismo, desde la cúpula frepasista, lanzaron su nombre. Juampi es uno
de los ocho del Grupo de los Ocho, la génesis misma del Frente Grande y, por
transitividad, del Frepaso y de la Alianza. Hombre de Chacho, porta un apellido que
destila bronce para el peronismo y es bonaerense. Pero Juampi no goza de la simpatía de
Graciela Fernández Meijide (los íntimos de la diputada cuentan que lo nomina como
el hijo de Cafiero) y para los radicales es poco menos que un demonio: dicen
que es muy antirradical, si es que queda alguno dentro de la Alianza. También, sostienen
en la UCR, su nombre no tracciona demasiados votos en su distrito. El dirigente de la APDH tiene el beneplácito del progresismo porteño. Su
buena imagen como político honesto y luchador lo ubicó en la grilla, además de ser una
figura conocida a nivel nacional. Pero Bravo no forma parte del riñón
chachista, su distrito es el puerto de Buenos Aires, y su extracción
socialista. Su tendencia a la independencia de criterios no es un punto a su favor en el
bunker del Frepaso. Los radicales lo miran con recelo por esa autonomía. El intendente de Rosario había sido sumado a la lista cuatro meses
atrás, cuando las encuestas comenzaron a favorecer a De la Rúa. Binner, elegido dos
veces consecutivas al frente de la segunda ciudad del país, era en ese entonces el
frepasista del interior con mayor caudal electoral propio. Hubieron intentos para darle
alcance nacional a su figura, como la aparición en el balcón de la Casa del Frente en 26
de octubre del año pasado. Binner es un socialista popular y, como tal, periférico de la
mesa de decisiones del Frepaso. Su mayor contrapeso, ahora, es la magra elección que hizo
en su ciudad, donde ganó la UCR luego de diez años de defecciones ininterrumpidas a
manos del PSP. Massei era otra figura naciente en el interior. Neuquén, un distrito
históricamente manejado por los caudillos Sapag, vio cómo de la mano del joven dirigente
el Frepaso crecía a punto tal de convertirse en alternativa de poder. Pero Massei no es
una figura conocida en el resto del país y, además, la performance del pasado domingo
creó el desánimo que deja la derrota en un distrito que se descontaba ganado. El aplastante resultado que consiguió el radicalismo cordobés el domingo
último, sin bien previsible, dejó sin aliento a los frentistas de esa provincia. Una de
las consecuencias de la primaria cordobesa podría ser que Volando y su candidato a
vicegobernador, Horacio Viqueira, resignen sus apetencias para apoyar al radical Ramón
Mestre. Bajo esa condición, Volando forma parte de las especulaciones sobre armado de la
fórmula nacional. Los radicales, con Mestre a la cabeza, le desconfían por su dura
oposición a la gestión provincial. El jefe y fundador del Partido Socialista Popular conduce su fuerza con
mano férrea desde su creación. Diputado nacional desde principios de la restauración
democrática, Estévez Boero conoce los vericuetos de la política y el manejo
parlamentario. Así y todo, no son pocas sus críticas a la conducción del Frepaso por la
no inclusión del socialismo en la mesa donde se sientan los cinco que definen el destino
de la Alianza. Eso no contribuyó a mejorar su relación con Chacho Alvarez. Los radicales
lo han tenido a menudo en la vereda contraria en Santa Fe hasta que sellaron la Alianza.
Pocas bolillas negras para el santafesino. El rostro del ex canciller de Raúl Alfonsín es conocido en todo el
país. Fuerte e incisivo en la discusión política, Caputo disfruta de su imagen de
progresista. Recientemente afiliado al PSP, forma parte del Frepaso y mantiene una cordial
relación con el ex presidente. Tiene un pasado en el radicalismo que no suele jugarle a
favor entre los frepasistas ni entre los radicales. A lo hora de juntar votos, todos
dudan. Lilita es una de las radicales que mejor cae entre los frepasistas. Supo afinar su sintonía con Nilda Garré y Alfredo Bravo en las reuniones de la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja y es una de las convencidas de la necesidad de enjuiciar a la administración de Carlos Menem a partir de 1999. Vehemente, progresista, hábil argumentadora, es chaqueña y, como tal, parte de la pata federal que no tiene aún la fórmula presidencial. Es la Graciela de la UCR, dicen tirios y troyanos. Tiene en su contra una calidad no menor a la hora de invalidarla: es radical.
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