Por Alejandra Dandan Otro más al pozo. Mami, acordarte que ahora sigo
yo. Fue hace un año. Jorge supo que el sida acababa de matar al
Alemán. Sabía que ese pozo ahora lo esperaba a él. Aguantó los ocho años
de convivencia con el VIH pero no soportaba la caída de otro amigo. Primero fue su
hermano que era portador. Viviana, la mujer del Alemán, murió en el 95. El virus
se tragó después a Fede, el hermano de Viviana. Jorge entró con tuberculosis
multirresistente al Muñiz y murió el 7 de octubre. Su foto estuvo ayer en la Plaza Las
Heras. Al lado, sobre otras mantas, retratos del Alemán, Fede y Viviana. Ana María
Damario y Susana París, madres de Jorge y del Alemán sumaron ayer las historias de sus
hijos a las de otras 498 víctimas del sida. Para desnudar la voracidad de los datos que
hablan de once infectados cada minuto en el mundo, se armaron decenas de escenarios en la
Capital. Hubo pase de información de mano en mano, encuestas y una provocativa suelta de
preservativos. Hubo gente que pasó, escuchó y se fue pensando. Pero también muchos que
repetían gracias a Dios mi familia ha tirado por el buen camino. O fórmulas
parecidas.
Un gorro de los Chicago Bulls fue el legado del Alemán. Susana lo lleva
encima. Habla de cómo el Alemán cambió un día esas drogas que le habían causado el
contagio por el vino: Era la única forma que concebía para seguir perdido.
La mujer habla de resignación frente a la muerte. Pero a su lado Ana María se resiste a
comulgar con las ideas de la madre del mejor amigo de su hijo: Qué querés que te
diga. Yo no lo veo así insiste cuando veo pasar un chico que tiene la misma
edad de Jorge digo: Por qué él. ¿Por qué?.
Cada minuto once personas se contagian el VIH en el mundo. Adriana está metida en otra
plaza. De mañana se enteró por radio lo del día contra el sida. Estudió su
agenda. La Plaza Houssay le quedaba más cerca que la Las Heras y se acercó en subte.
Está enfrentada al dibujo de un Cristo firmado por Benetton. El icono es metáfora de un
joven que muere de sida rodeado por su familia. Adriana queda turbada por la imagen:
Uno nunca sabe si puede estar ahí o del otro lado. A pocos pasos un pibe con
la remera marcada por Metallica se mete a ver qué onda. Da vueltas entre los
dibujos más altos. Alguien con una credencial de la Fundación Huésped intenta darle un
papel. El pibe lo rechaza y dispara. Adriana responde ahora que no tengo nadie
cercano con sida. Bah,...creo.
Las mantas en Plaza Las Heras
hablaron de 500 historias.
Los familiares las confeccionaron como homenaje. |
La gente se detuvo a mirar los
afiches de Plaza Houssay que advierten cómo cuidarse del sida.
Algunos se negaban a recibir los preservativos que les daban: No lo necesito,
fue una frase muy oída. |
Mientras la señora cordobesa piensa si hacerse un análisis o no, Beatriz corre lejos de
ahí a buscar una jeringa. Le pone una scotch y la pega en la vidriera de la farmacia. La
aguja cuelga justo arriba del frasco que dice Loco cuidá tu vida. Usá forro.
El local está en Avenida de Mayo al 1200. Desde tempranito, puertas adentro, se
repartieron folletos y profilácticos como en otras 24 farmacias de la urbe porteña desde
ayer metidas en la difusión de un programa preventivo. Eh...amiga. Soy grande, no
lo necesito, se asustó un hombre grandote cuando una empleada intentaba darle el
obsequio. Después de algunas explicaciones teóricas la mujer persuadió usted
probablemente tenga hijos adolescentes o sobrinos. Al lado una chica recibía
idéntico presente junto con el ticket de compra. Y alguien repetía: cada minuto once
personas se contagian el VIH.
Al chiquilín de Plaza Houssay no le queda mucho tiempo para pasearse entre afiches. Pasa
el dedo en unos dibujos de condones y alguien desde un costado lo reclama. El sexo
no ha cambiado mucho a lo largo de los años, por suerte los preservativos sí,
decía el afiche número cuatro con retratos en la línea evolutiva de los protectores. El
petiso sigue a un lado y estira la mano hasta alcanzar el piolín que sujeta un montón de
globos. Sólo que no tenían colores. Eran unos 150 profilácticos que desde el aire
hablaban del peligro de relaciones sexuales no protegidas. Eran las 13 y Mario Burgos
había dejado la Legislatura y estaba metido en la plaza de las facultades. Como
integrante de la Fundación Red esa mañana entregó un petitorio a los diputados para
exigir el tratamiento gratuito en todo el mundo y, entre otros reclamos, la reducción del
75 por ciento en los precios de medicinas. Al mismo tiempo cuenta Burgos
se hizo en la Legislatura bonaerense, en Costa Rica, El Salvador y en Colombia.
Mientras, la vieja Beatriz iniciaba finalmente la despedida de su hijo a cinco años de su
muerte. La mujer menea la piernas frente a cada manta de Las Heras. Cada una de esas
cuarenta mantas están sobre el piso divididas en ocho partes. Cada parte aparece como
tapa de lápida. Ahora también la de su hijo Fernando Scandone está ahí, recién
bordada. Tardó dos meses en armarla y años en decidirse a pensarla. La cara de Fernando
está pegada a un reloj, una pulsera con los colores de San Lorenzo y un pedazo de
esponja comida. Ella lo bañaba con esa gomaespuma. No cuando era chico, sino hace seis
años cuando el virus terminaba de paralizar su cuerpo de hombre de treinta. Un pibe desde
la avenida dice ahora que no quiere folletos, una chica rapada repudia desde un grafitti
el poder del virus, Dora de 48, lagrimea frente a la manta de Miguel Abuelo. Una sonrisa
espléndida gana la cara de Beatriz cuando se acuerda de ese velorio hecho tal como
quería Fernando: Fue en casa, puse velitas y música de fondo.
ELIAS NEUMAN Y EL SIDA EN LAS CARCELES
Pena de muerte extrajudicial
Por Mariana Carbajal
La confesión de Elías
Neuman estremece: Este es mi libro número 28 pero quedé tan golpeado con la
investigación que no creo que vuelva a escribir otro, afirma el reconocido
criminólogo y profesor de grado y posgrado de la Facultad de Derecho de la UBA sobre su
última obra: Sida en prisión (un genocidio actual), que ayer salió a la venta en
coincidencia con el Día Internacional de la Lucha contra el Sida. Me ha dolido
mucho lo que he visto. Me he dado cuenta que el sistema carcelario es aún más atroz y
perverso que como lo imaginaba, dice, después de tres años de exploración en
Argentina, México, Colombia, Venezuela, Paraguay, Chile y Uruguay y más de 30 años de
estudio de la problemática carcelaria, durante los cuales conoció alrededor de
cuatrocientos presidios latinoamericanos.
¿Es el contagio de sida una sentencia a muerte en las cárceles?
Sí. Creo que es una operación de limpieza. A nadie le interesa el delincuente
sano, ¿por qué va a interesar el que está enfermo?
En su libro, usted califica a las cárceles como sidarios y las compara con los
leprosarios de la Edad Media. ¿Es un camino sin retorno?
Sin dudas, porque a nadie interesa. No sé si es porque los presos no votan... Es
una suerte de pena de muerte extrajudicial. Hubo un momento en la investigación que para
mí fue conmovedor: cuando la más alta autoridad en materia sanitaria del Distrito
Federal me dijo en forma muy simpática que en México no tenían ninguna política
antisida a nivel nacional y mucho menos en las cárceles porque ésa era la política. En
ese instante advertí concretamente la falta absoluta de interés por una ingente cantidad
de personas.
Una sinceridad que duele.
El episodio no terminó ahí. El mismo hombre me entregó un libro, muy bien
encuadernado, del Banco Mundial, donde después de una reseña histórica del sida como
jamás había leído y otro capítulo sobre los costos de la enfermedad, aparecía el
tercer capítulo con estadísticas, que señalaban cuánta seropositividad tenía que
tener un país para pedir el subsidio al Banco. Para mí quedó muy claro y de ahí
la terrible depresión que me provocó este libro que todo aquello que uno y tanta
otra gente desarrolla por el sentimiento ético de la vida humana termina siendo un
problema de costoriesgobeneficio.
¿Cuál es el porcentaje de presos infectados en Argentina?
(Fernando) Galmarini. cuando fue ministro de Gobierno de la provincia de Buenos
Aires. hablaba de un 30 por ciento. Pero nunca se han hecho estadísticas serias ni se
quieren hacer. Tampoco se ha hecho prevención dentro de las cárceles ni reparto gratuito
de preservativos. En los Estados Unidos hay videos con información de prevención del
sida para los presos e incluso les dan consejos para cuando han sido violados en prisión.
¿Reciben medicación y alimentación adecuada los presos con sida?
La situación en las prisiones de las ciudades argentinas y de la Capital Federal es
muy mala, pero mucho mejor que la de otros países como Colombia, Brasil y México. Aquí
está el Hospital Muñiz que recoge a la gente para bien morir, y ¿bien vivir, para
cuándo? Hoy la gente que tiene posibilidades no muere de sida y logra remitir su
enfermedad. Si existe esa posibilidad y tenemos grupos de alta vulnerabilidad como son los
pobres y más vulnerables aún como son los presos, y no practicamos una acción
preventiva y asistencial, estamos matando gente.
¿Deliberadamente no hay una política antisida en el sistema penitenciario
argentino, como en México?
Sí: es la política de la no política. Y como el pobre no consume y no interesa
siquiera como sano, tengo que pensar que esto es un genocidio. En las cárceles se
encuentra, más que en ninguna otra parte, una suerte de retroalimentación del sida a
través de lo que sabemos que sexualmente ocurre intramuros. Además, existen otros
problemas: la inyectomía dedrogas que es la vía de contagio más rápida del
HIV, los tatuajes, y los cortes intencionales que se hacen los presos para
protestar.
¿Hay alternativas?
El problema no se arregla en las prisiones tradicionales. Es necesario crear
comunidades terapéuticas, donde ellos puedan cogestionar a la manera de los alcohólicos
anónimos, con trabajo productivo y terapia clínica y psíquica.
Suena utópico.
Son conductas innovadoras en materia carcelaria. Tenemos que entender que el hombre
nació para ser libre y buscar otros medios, que no sean esta segregación que lo único
que hace es resentirlo, cosificarlo. Muchos presos contrajeron la enfermedad en la
cárcel. Hay un caso que Página/12 publicó de un muchacho de San Luis
condenado por el homicidio de su novia. Muchos años después se descubre que ella está
casada en San Juan. Inmediatamente fue liberado. Pero había contraído el sida en la
cárcel.
De Clinton a Sharon Stone Los padres tienen que poner unos 200 condones en una caja en algún
lugar de la casa. Provocativa, la sugerencia de la actriz Sharon Stone fue
pronunciada ante un panel de la ONU reunido ayer por el Día Internacional de la Lucha
contra el Sida. En este marco el presidente Bill Clinton anunció el aumento de un tercio
47 millones de dólares en el presupuesto para las investigaciones que buscan
una vacuna contra el sida. Con el aumento, el presupuesto destinado a las investigaciones
será de 200 millones de dólares. El jefe de la Casa Blanca adelantó que la Oficina para
el Desarrollo Internacional distribuirá el año próximo una ayuda de 10 millones de
dólares a los chicos huérfanos como consecuencia del sida. Fue ese departamento quien
estimó además que unos 8 millones de niños perdieron a sus padres por culpa del
sida, dijo Clinton al tiempo en que anticipó que en el 2010 serán 40
millones, de los cuales el 90 por ciento vivirán en el Africa subsahariana.
En tanto, Sharon Stone denunciaba en Naciones Unidas que siete mil jóvenes entre 10 y 24
años se infectan a diario con el vih. Por eso, insistió, es necesario informar a
los jóvenes sobre los peligros de las relaciones sexuales sin protección o más van a
morir. Para mostrar el carácter negativo de los prejuicios se puso como ejemplo:
Cuando yo era adolescente y sostenía relaciones sexuales en el asiento trasero de
un coche, mis padres no lo hubiesen creído bueno. |
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