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Por Hilda Cabrera Dos réplicas que muestran la imagen de Pepino el 88, el personaje que representa al gran José Podestá con su traje de payaso, escoltan la entrada a la carpa instalada en Garay y Combate de los Pozos, donde a partir de hoy (a las 20.30), y hasta el domingo 13 de diciembre, un elenco conformado por figuras de trayectoria y jóvenes intérpretes ofrecerá una nueva versión de El conventillo de la Paloma, uno de los clásicos sainetes de Alberto Vacarezza (1888-1955), autor, entre otras doscientas piezas, de la inaugural Los Escrushantes (1911), Tu cuna fue un conventillo y Juancito de la Ribera. Nuestra intención es generar un movimiento importante de reactivación, tanto a nivel de público como laboral para los actores. Esta presentación no tiene carácter político, apuntó de entrada el director José María Paolantonio en la conferencia de prensa realizada en la misma carpa a instancias de la Fundación para las Artes del Espectáculo (Fundares). La aclaración era pertinente, puesto que el evento, organizado por esta entidad que integra, entre otras personalidades del teatro, el mismo Paolantonio, y preside la actriz y directora Alejandra Boero, cuenta con el apoyo de la Secretaría de Desarrollo Social a cargo de Ramón Ortega. Este es un proyecto que se ha concretado por consenso. Queremos mantener vivo el amor por la profesión y el teatro. No queremos desaparecer, precisó a su vez Boero. La particular elección de esta obra, estrenada en 1929, se debe según explicó a Página/12 el director Julio Baccaro, a cargo de la puesta a que la pieza mantiene su carácter de fiesta, tanto en lo musical como en el lenguaje: Esto produce una identificación inmediata con el público, un clima de celebración que permite acercarnos de manera más alegre a ciertos aspectos de nuestra identidad. Así, los conflictos surgidos del aluvión inmigratorio aparecen primordialmente a través de las varias formas que adquiere un mismo idioma, y no constituyen un problema a resolver. Para mí El conventillo ... es esencialmente un juego escénico, como pudieron serlo en su época las obras de la Commedia dellArte. Lo principal en este montaje es transmitir la vitalidad y frescura original de la obra, puntualiza Baccaro. No es ésta, sin embargo, una adaptación. Los conflictos subsisten, incluso aquellos que hoy pueden parecer demasiado inocentes, puros, según define el puestista. Participan de este juguete cómico Onofre Lovero, Rafael Pato Carret, María Leal, Elena Lucena, Rubén Stella, Mario Alarcón, María Rosa Fugazot, Diana Maggi, Beatriz Bonnet, Mario Labardén, Aldo Bigatti, Tony Spina, Pachi Armas y Néstor Ducó. El elenco (que codirigen Baccaro, Boero y Alejandro Samek) es numeroso, también por la inclusión de clowns, malabaristas, lanzallamas, una orquesta dirigida por Gualberto Rodríguez Córdoba y una murga conducida por Gustavo Mozzi. La propuesta es rescatar un teatro para disfrute del público, como aquél de los Podestá, de Pepino el 88, nombre que surgió del italiano chapurreado de Pepe y del número que resultó de un tijeretazo hendido en un paño negro, del que sólo se querían obtener cuatro lunares para adornar el traje de payaso de José Podestá. Bajo la carpa instalada a una cuadra del Hospital Garrahan, una escenografía estilizada muestra lo que pudo ser el patio de un conventillo y las habitaciones que confluían en él. La línea es muy simple resume Baccaro. Podría parecer el dibujo que hace un chico en la escuela. Es sencilla, apenas un trazo, como los personajes y las situaciones que se suceden en la obra, breves, ligeras.
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