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Todo lo económico fue posible a partir de un firme y sólido liderazgo político. Cualquiera en el mundo puede poner al mejor ministro de Economía al frente de esa área, en cualquier país de la tierra, pero si no hay un liderazgo político que lo apoye, se viene todo abajo, dijo ayer el presidente Carlos Menem frente a más de 600 empresarios nipones. Así, en el penúltimo día de su viaje a Japón, mató dos pájaros de un tiro: autoelogió su gestión, como viene haciendo desde que comenzó la gira, y les respondió a los empresarios argentinos de la delegación oficial que el miércoles dijeron que gane quien gane en el 99, la estabilidad está garantizada. Más tarde dejó la política doméstica para intentar convencer al primer ministro, Keizo Obuchi, de que Japón incremente las inversiones en la Argentina. Menem fue el orador principal en un Seminario de Inversiones que se realizó en el auditorio Nikkei Hall. Se explayó varios minutos más de lo previsto en el protocolo, entusiasmado con la presencia de 620 empresarios en una sala con capacidad para 570. Luego de hacer referencia a que los radicales se fueron seis meses antes del poder ante la ingobernabilidad del sistema y que en ese período se hablaba de economía de guerra y libanización, en un país pacífico como la Argentina, se dedicó a alabar su gestión. Se jactó, por ejemplo, de haber sido invitado especial en la última Asamblea del Fondo Monetario Internacional para explicar cómo la Argentina había mantenido su estabilidad y su modelo a pesar de las crisis del Tequila y del sudeste asiático. Para rematar, atacó: Todo lo económico fue posible a partir de un firme y sólido liderazgo. En la Argentina hubo economistas y de los buenos, y sin embargo por ahí se priorizó la política partidaria sobre la política que favorece a los intereses del país y se vino todo abajo, que es lo que ocurrió de 1983 en adelante. Fue la manera que el Presidente encontró para responderles a los empresarios argentinos, esos que agrandaron sus ganancias durante su gestión, esos que forman parte de la comitiva oficial, esos que ayer dijeron que en el 99 con De la Rúa si gana va a estar todo bien. El Presidente retornó luego al Palacio Akasaka, donde se reunió con el ministro Keizo Obuchi. Fuentes de la delegación argentina contaron que Obuchi se comprometió a recomendar a los inversores japoneses que hagan negocios en la Argentina y reiteró que su gobierno está dispuesto a abrir el mercado nipón a las carnes de nuestro país, ahora que se erradicó definitivamente la aftosa. Japón, por su parte, pidió que la Argentina apoye el ingreso de ese país al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En su discurso del Nikkei Hall, para tentar a los empresarios nipones, el Presidente recitó las ventajas de mirar al país como polo de futuros negocios. Habló de las ventajas comparativas que la Argentina tiene sobre los países vecinos y hasta improvisó una teoría. Aseguró que esas ventajas han hecho que una fuerte corriente de inmigración vaya en busca de trabajo y que por ende se nos creó un increíble mercado negro que es en parte el culpable de la tasa de desempleo que vive el país. Hoy, en el último día del viaje, Menem viajará a la ciudad de Nagoya para visitar la planta automotriz Toyota.
Acompaño a papi Por si a alguien le
quedaban dudas, Zulemita aclaró: Yo no soy la primera dama, sólo acompaño a
Papi. Desde Japón, la hija del presidente Menem también habló de la entrevista
que le había pedido al presidente de Toyota Corporation, Hiroshi Okuda, a la que
finalmente no fue: Es que tuve una apretada agenda, volvió a justificar.
Ayer, su agenda no era tan apretada: su única obligación era estar lista a
las 9.30, para el banquete. Entonces se alejó del lluvioso Tokio y dio un paseo por los
templos budistas de Kyoto.
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