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LA CONCENTRACION DEL INGRESO CADA VEZ ES MAYOR
La torta se distribuye peor

En agosto se batió un nuevo record de desigualdad. Mientras  la remuneración de los pobres continúa cayendo, los de arriba  no paran de escalar. Argentina, entre los países más regresivos.

Un 40 por ciento de las familias del Capital y GBA vive con menos de 570 pesos al mes.
El quinto más rico de la población se apropia del 53,2 por ciento del ingreso total.

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Por Maximiliano Montenegro

t.gif (67 bytes) Los últimos datos sobre distribución del ingreso del INdEC, a los que accedió Página/12, revelan que los frutos de la economía argentina son acaparados cada vez en menos manos. En 1991, una persona del décimo más rico de la población ganaba, en promedio, 15 veces más que una del décimo más pobre. En agosto pasado la distancia se estiró hasta 25 veces, un record nunca visto desde que el INdEC empezó a elaborar este tipo de estadísticas a principios de los años setenta.
En agosto, el club de los argentinos más pudientes se apropiaba del 37,2 por ciento de la torta mientras que el grupo de menores recursos accedía apenas al 1,5 por ciento, consolidándose uno de los repartos más injustos del mundo. El deterioro de las remuneraciones en los empleos peor pagos, junto con la mejora para los estratos más altos, explica esta impresionante concentración. Es decir: mientras los de abajo caen, los de arriba no paran de escalar.
La información oficial sobre ingresos (salariales e independientes) está contenida en un módulo de la Encuesta Permanente de Hogares que relevaba el INdEC desde 1974 dos veces al año (mayo y octubre) hasta que en 1998 se agregó una onda más en agosto. Los datos de esta última encuesta se terminaron de procesar recién ayer.
Para medir la distribución, el organismo oficial ordena a la población en diez grupos de igual cantidad de personas, llamada deciles en la jerga de los economistas. En agosto, el decil más rico de la población acaparaba el 37,3 por ciento de los ingresos totales, contra el 34,6 al inicio de la convertibilidad, y el 26,7 a principios de los 80. En cambio, el decil más pobre de la población, en agosto, se quedaba con un mísero 1,5 por ciento del total del ingreso, menos de la mitad del 3,2 por ciento recibía en la década pasada (ver cuadro).
Otra manera de medir la desigualdad surge de comparar los ingresos promedio entre el grupo que está en la cúspide de la pirámide y el que está en la base. Así, como se dijo arriba, una persona del 10 por ciento más rico gana hoy 25 veces más que una del sector más bajo (ver cuadro). En las estadísticas internacionales, como las que elabora el Banco Mundial, se suele presentar las cifras dividiendo a la población en cinco grupos. De allí surge que el quinto más acomodado en Argentina se adueña hoy del 53,2 por ciento del ingreso, un nivel de concentración que confirma que Argentina ha dejado de ser un caso peculiar en términos de equidad en la región. Según datos del BM, en promedio, en América latina, el quinto más rico se apropia del 52,9 por ciento del ingreso, en Medio Oriente y el Norte de Africa el 45,4 por ciento, en Estados Unidos el 41 por ciento, en el Sudeste Asiático el 40 por ciento y en Europa el 38 por ciento.
Durante buena parte de la convertibilidad el segmento más pobre perdía participación en el ingreso, mientras el más rico la ganaba. En los últimos relevamientos, el sector más acaudalado también copó riqueza a costa de la clase media.
Los resultados de la encuesta de agosto del INdEC ratifican que la prosperidad para los sectores bajos y una distribución más igualitaria no está asociada con la mera reducción de la desocupación. En agosto, el desempleo se mantuvo en el mismo nivel que en mayo e incluso retrocedió en relación con octubre pasado. Sin embargo, no sólo empeoró la posición de los sectores bajos en comparación con los altos sino que, para colmo, hubo un deterioro en los ingresos en términos absolutos, que acentúa la pauperización ocurrida desde fines de 1994.
Sólo entre agosto y mayo último, los ingresos del grupo menos favorecido de la población cayeron un 1 por ciento, mientras que los del sector alto aumentaron un 3 por ciento. Si la comparación se efectúa entre octubre del ‘94, justo antes del tequilazo, y agosto último, el ingreso promedio de un individuo del sector bajo disminuyó en un 19 por ciento, el de una persona del sector mejor posicionado aumentó casi un 9 por ciento.
En los sondeos del INdEC existe una evidente subdeclaración en las remuneraciones, en especial de los sectores más altos, por miedo a que los inofensivos encuestadores del organismo terminen aportando información a la DGI. Así, de ajustarse las cifras, la concentración sería todavía mayor. De cualquier manera, como la encuesta en los últimos años no varió en absoluto, es un excelente termómetro para medir cómo evolucionaron las remuneraciones a ambos extremos de la pirámide.
El nuevo salto en la desigualdad no sólo se explica por la destrucción de puestos de trabajo, que se hizo evidente en agosto, sino también porque las nuevas ocupaciones son características de un mercado laboral precarizado: modalidades temporarias con salarios bajos, empleos en negro, changas eventuales, y planes oficiales a nivel nacional y provincial, con sueldos inferiores a los 200 pesos.

 


 

EL 60 POR CIENTO VIVE CON MENOS DE 900 PESOS
Salarios cada vez más magros

Por M.M.

t.gif (862 bytes) En el área metropolitana, según los últimos datos de agosto del INdEC, el 60 por ciento de las familias vive con menos de 894 pesos mensuales. En esa situación se encuentra, entonces, poco más de 1,9 millones de hogares, en los que habitan 5,9 millones de individuos.
De acuerdo con los cálculos de la consultora FIDE, 1035 pesos mensuales es lo que cuesta en la actualidad una canasta de consumo familiar básica en alimentos y bebidas, indumentaria, salud, educación, transporte y alojamiento, sin contar gastos de esparcimiento como ser entradas de cine, teatro, comidas fuera del hogar.
Todavía más alarmante es la situación del 40 por ciento de familias de la región (3,6 millones de personas), que tienen que arreglársela con un ingreso total inferior a los 570 pesos mensuales. En tanto que en el 10 por ciento de hogares más pobres (760 mil personas), el ingreso es de sólo 172 pesos al mes.
A nivel individual se refleja mejor tanto la distribución de la torta como la evolución de los ingresos. Así, un individuo del estrato más pobre que en octubre del ‘94 ganaba en promedio de 131 pesos mensuales, hoy declara recibir sólo 106 pesos. Es decir, un 19 por ciento menos.
Según los expertos, las encuestas del INdEC reflejan con bastante exactitud los ingresos de los sectores bajos y medios bajos. En cambio, la subdeclaración resulta grosera para los grupos más altos de la pirámide. Por ejemplo, en el área metropolitana las familias del 10 por ciento más encumbrado (323 mil hogares) declaran ganar en promedio sólo 4279 pesos al mes, una cifra que, por lo insignificante, ni siquiera cierra con la cantidad de contribuyentes a Bienes Personales (con un patrimonio superior a los 102 mil pesos) que figura en la DGI. De todos modos, vale el análisis que pueda hacerse en cuanto a la evolución de los ingresos del grupo, aunque éstos hayan sido subdeclarados. Entre 1994 y agosto último, las remuneraciones de este sector aumentaron en casi un 9 por ciento.

 

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