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Por Martín Pérez La luna llena brillaba alta sobre el Río de la Plata cuando llegó el momento de que Los Fabulosos Cadillacs ocupasen el escenario. En la calurosa noche del jueves, antes de su anunciado último show porteño del año, el boliche El Santo --en Punta Carrasco-- estaba a punto de estallar. "Directamente de Puerto Rico" --como la presentó su pareja, el ex Cadillac Sergio Rotman-- la cantante Mimi Maura había calentado el ambiente ante el siempre entusiasta público Cadillac entonando clásicos de Billie Holliday y Bob Marley. La acompañaba una amplia banda que incluía integrantes de Cienfuegos como el bajista Martín Aloé o el propio Rotman, así como actuales Cadillacs como Toto Rotblat, Mario Siperman y Fernando Ricciardi. Sin que ellos dejasen de tocar, el resto de los Cadillacs fueron ocupando el escenario. Flavio ocupó el costado derecho, Vicentico dominó el centro, y Rotman se ubicó a la izquierda, junto al "Trombo" y a Dani Lozano. Cuando cada uno estuvo en su lugar, y ante la perplejidad y el entusiasmo de los cuatro mil presentes, Los Fabulosos Cadillacs abrieron su show a la orilla del Río de la Plata con "Siguiendo la luna", un clásico que no tocaban desde hacía casi dos años, más precisamente desde que Rotman abandonó el grupo. Compartiendo por primera vez escenario con sus ex compañeros desde aquella instancia, el saxofonista saludó a todos los integrantes al terminar el tema (de su autoría), se abrazó con Flavio y Vicentico, y se retiró escuchando a los fans entonar un cariñoso "Y Sergio no se va...". Acto seguido, el grupo arrancó con "Piazzolla" --comienzo habitual del poderoso show que han llevado por el mundo durante todo el '98-- dejando en claro que "Sergio ya se fue". Lo que siguió fue hora y media de un apabullante set que recorre el repertorio Cadillac de punta a punta, con momentos a toda máquina como "Sabato", y clásicos acústicos como la versión de "Basta de llamarme así", con Vicentico solo en guitarra. Lo mismo de todo el año, el mejor de todos los posibles para el grupo que --desde la separación de Soda Stereo y obviando a Los Redonditos de Ricota-- ha pasado a ser el más antiguo (en actividad consecutiva) del rock local. Después del cimbronazo del año pasado (el año de su último disco, de su conflicto con la Rock & Pop, del cambio de integrantes y de roles dentro de la banda), en el que --como alguna vez confesó Flavio-- cambiaron tanto que casi dejaron de ser Los Fabulosos Cadillacs para llamarse Fabulosos Calavera, el grupo está terminando un 1998 brillante. Que comenzó con una contundente demostración de su convocatoria reuniendo cien mil personas en Figueroa Alcorta y La Pampa, para su show gratuito en el Buenos Aires Vivo 2, y siguió con la conquista del Grammy, que fueron a recibir en el Radio City Music Hall de Nueva York. Durante el resto del año, el grupo tuvo su Calavera Experimental Concherto; giró sin parar por Latinoamérica y el interior de Argentina, dando shows memorables, como los del Monumental de Santiago de Chile, en el que el público sostuvo carteles publicitarios sobre sus cabezas con fans surfeando sobre ellos. También realizaron la proeza de ser el primer grupo de rock argentino que recorrió las rutas estadounidenses en micro durante un mes, tocando casi todas las noches en ciudades fuera del circuito del rock latino. Y fueron la atracción fundamental de la gira española "Calaveras y diablitos", con la que BMG presentó sus grupos de rock latino en la península ibérica. Este último show porteño de los planeados por el grupo para su fin de año --que culminará, en realidad, el próximo fin de semana con un show multitudinario en Lanús-- estuvo a la altura de los realizados durante todo el año. Cada fan se habrá quedado con su estampita (las sentidas estrofas de Vicentico al final de "Carmela", por ejemplo, o el final a todo trapo con el ex guitarrista y actual manager Vaino cantando "Yo no me sentaría en tu mesa"), pensando en repetir en el próximo Buenos Aires Vivo. Después, sí, vendrá el momento de grabar el sucesor de Fabulosos Calavera. Por ahora, queda el recuerdo de la luna llena de El Santo, y el chapoteo feliz de los fans del grupo en las piletas de Punta Carrasco como epílogo de un show (y un año) bien Calavera.
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