Triste final para el caso Cabezas
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Por Raúl Kollmann
El riesgo mayor es que en ese juicio se instale la historia oficial que se viene preparando desde hace rato: Yabrán habría dado una orden tácita de que le den una paliza al fotógrafo que supuestamente lo acosaba; el oficial de la policía bonaerense Gustavo Prellezo instruyó a los "horneros" para que le peguen y éstos lo mataron sin querer. Yabrán está muerto, Prellezo no ordenó ningún crimen sino una paliza con lo que espera una pena baja y lo de los horneros fue un accidente, producto de que estaban alcoholizados y drogados. También les correspondería una pena baja. Este paquete, así atado, se contradice con la forma en la que ejecutaron al fotógrafo, esposado, con dos tiros en la nuca, quemando el cadáver con un combustible comprado antes del secuestro.
Peligro en el juicio El cabo suelto, el volcán que puede provocar una gran erupción en el juicio oral son los ladrones de Los Hornos: hoy por hoy van camino a la cadena perpetua por haber matado a Cabezas y son la parte más débil de la historia oficial. Está casi comprobado que el fotógrafo fue asesinado en el auto, enseguida después de haber sido secuestrado por ellos, y todo indica que uno de los horneros le pegó el primer tiro en la nuca dentro del Ford Fiesta. El cuento de la cava es falso y más todavía en la forma en la que lo contaron ellos. Los ladrones dicen que hubo una especie de fusilamiento, pero esto de ninguna manera coincide con la forma en la que ingresaron los proyectiles en el cráneo y, además, no había rastros de sangre en la cava. Todo eso terminará comprometiéndolos aún más, especialmente a Horacio Braga, el presunto asesino. El viernes declaró ante Macchi un remisero de apellido Carabutti, quien supuestamente vio a Prellezo a las 6.15 de la mañana del día del crimen en Valeria del Mar. Con esto los defensores de Prellezo pretenden probar que no estuvo en la cava y que recién a esa hora llegó a la Costa. En realidad, esa versión de los hechos no mejora mucho la situación del ex policía, ya que igualmente está probado que los horneros trabajaban para él, que los llevó y trajo de la Costa, les dio alojamiento y compartió las ganancias de los robos y la venta de droga. Todo indica que Prellezo no debería zafar de ser imputado como una especie de capataz del asesinato.
Un futuro venturoso El cierre de la causa implica que deberá definirse la situación de algunos personajes que estuvieron imputados en la causa. Da toda la impresión de que Macchi los va a sobreseer:
* El ex comisario de Pinamar, Alberto Gómez: parece que el magistrado decidirá que no tuvo nada que ver, que no hubo zona liberada, recortando nítidamente la responsabilidad de los efectivos bonaerenses. La investigación fue tan pero tan mala que no se llegó a conclusión alguna sobre los llamados hechos a la comisaría denunciando que había movimientos raros ni se determinó por qué se cambiaron los turnos y las guardias esa noche.
* El ex oficial Jorge Cabezas: todo indica que también lo van a sobreseer, a pesar de haber sido identificado por vecinos de la casa de Andreani y de que se le imputa haber sido parte de la mafia policial de la Costa.
* Los pepitos: el curioso grupo marplatense seguramente también quedará sobreseído después del blooper y el armado policial de la pista falsa que condujo hacia ellos.
* Otros personajes sospechosos como los policías Juan Carlos Salvá y Carlos Stoghe también quedarán fuera de la causa. La mafia policial de la Costa nunca se investigó.
Cerremos aunque no sepamos Tal vez lo más grave de la pesquisa que ahora pretende concluir el juez Macchi es que quedan un largo listado de temas sin aclarar:
* El móvil del crimen: es un aspecto fundamental para el esclarecimiento. En principio, Macchi tiene preso como autor intelectual a Gregorio Ríos, el jefe de la custodia de Yabrán. Esto de por sí ya parece extraño, porque si Ríos dio instrucciones para matar a Cabezas seguramente la orden provino del llamado papi-mafi. Lo cierto es que los elementos existentes contra Ríos-Yabrán demuestran nítidamente que el fallecido era jefe de una mafia, con un ejército de ex represores a su servicio, pero hay muy poca evidencia que los relacione con el crimen. Paralelamente, la banda de policías que probadamente participó del asesinato, los negocios de los uniformados y el poder detrás de esa mafia no han sido investigados.
* El arma: fue, desde el principio, un drama de enredos. Las pericias dicen que es la pistola que mató a Cabezas, pero nadie puede explicar cómo apareció en Mar del Plata (ver aparte). Algunos letrados sostienen que a veces se esclarecen delitos sin que se encuentre el arma con el que se cometieron.
* El combustible: está claro que se compró la noche del crimen, antes del secuestro. Además, los horneros actuaron a cara descubierta. Estos dos elementos demuestran, en concreto, que estaba planificado el asesinato. Por otra parte, los criminales no trataron de ocultar el cuerpo ni aparentar un accidente: dejaron las esposas puestas y quemaron el cuerpo, como para dejar un mensaje bien claro. Todos estos elementos contradicen la historia oficial.
* Los otros participantes: hay evidencia nítida de que otras personas, posiblemente policías, también participaron del crimen. Existen, por ejemplo, testimonios e incluso identikits de los tres tripulantes de una camioneta que fue vista en la cava a la hora del asesinato. Además, sigue sin aclararse la cuestión de la zona liberada y los individuos que hicieron todo el trabajo previo frente a la casa de Oscar Andreani. En síntesis, cuando se cumplen casi dos años del asesinato del fotógrafo, la Justicia da por concluida la investigación. La esperanza está puesta ahora en el juicio oral y más concretamente en que las audiencias produzcan una verdadera sucesión de escándalos, acusaciones cruzadas, testigos truchos puestos al descubierto que obliguen a que se investigue de verdad.
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