"No hay proyecto Frepaso sin Alianza"
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Por Mario Wainfeld y José Natanson El único momento en que Carlos "Chacho" Alvarez hace algo que lo diferencie del resto de los parroquianos que cafetean en un viejo bar de Paraguay y Scalabrini Ortiz es cuando desacata a la fotógrafa de Página/12 y rehúsa acodarse a la ventana. "Ahí no, los que pasan me hablan y me distraen", explica, rezonga y seduce. El resto del tiempo parece estar a sus anchas aunque acaba de pasar una semana intensa y crucial. La fuerza que conduce perdió una interna y él decidió ser candidato a vicepresidente y no a jefe de gobierno, contra el parecer de muchos de sus compañeros. Sin embargo, luce convencido de que en esta semana --y estos años-- no le fue tan mal. Explica cómo creció el Frepaso, relativiza el potencial del peronismo y de Domingo Cavallo. Y justifica su integración a la fórmula como un mandato político ineludible: "De la suerte de De la Rúa depende el Frepaso. El proyecto Frepaso depende del proyecto Alianza" se acelera, explica, seduce. --¿Cuándo se dio cuenta de que el Frepaso perdía? --(Se toma un tiempo antes de contestar, por única vez.) Cuando los datos masivamente no eran buenos. Es cierto que muchas veces no reflejaban lo que pasaba, hay mucha operación política atrás. También que esta interna era muy difícil de medir. Pero era muy fuerte la sensación. Era fácilmente percibible, yendo al interior, que no había un clima para un aluvión de presencia independiente. Yo estuve mucho en las provincias las últimas dos semanas y no se percibía un clima de masividad de independientes. A menos que la gente tomara las decisiones en la semiclandestinidad ... (ríe). Nosotros teníamos que haber interpelado más a la gente de 25 a 40 años. Debimos hacer una interpelación muy fuerte, haberlos constituido como sujeto. --¿Cómo lograrlo? ¿Con otro discurso o más diferenciación con De la Rúa? --Esa gente conocía la diferenciación, que no pasa solamente por el discurso, tiene que ver con una historia, con la forma de haber construido un espacio, una pelea fuerte con el Gobierno durante mucho tiempo. Lo que faltó es una fuerte convocatoria. Nosotros sabíamos que en las internas se mueve la gente mayor, faltó hacer un esfuerzo para que participaran sectores más dispuestos al cambio y al riesgo por razones ideológicas y hasta biológicas. --¿La diferencia también estaba dada? --Con ese nivel de votantes, sí. No hay misterio, es matemática estricta. 700 mil votantes votaron al radicalismo en la interna de Massaccesi. Con ese piso de movida ... Las posibilidades de Graciela estaban con una participación del 18 al 25 por ciento. --Los conflictos internos, ¿contribuyeron a que votara menos gente? --Había un problema irresoluble. Si aparecían los dos candidatos básicamente coincidiendo había que cambiar de canal. Y si se diferenciaban y discutían por diferencias no formales, sino reales, ponían en riesgo la Alianza. La gente veía con más preocupación la división que el aburrimiento, intuye que las internas son el peor momento, cuando salen a relucir las peores cosas. Nos pedía que no nos peleáramos, incluso en los momentos en que no había peleas. --¿No hubiera convenido consensuar la fórmula? --Yo no podía hacerlo. Nunca un dirigente político que no es el candidato puede construir el consenso para estas cosas. Hubiera quedado siempre la impronta de que una ingeniería de cúpulas, un pacto de cúpulas, impidió quizás el triunfo de Graciela (Fernández Meijide). Yo creo que aún es inconveniente convenciendo al candidato o a la candidata, que nunca va a aceptar que no hubiera tenido una mínima posibilidad de haber ganado. Siempre va a quedar esa duda. Además, son 800 mil votos, una cifra importante. El Frepaso todo votó 500 mil en la otra interna. Y a Graciela la votaron 800 mil. ¿Qué hubiera pasado con esos 800 mil votantes, que no es una cifra menor en la Argentina? --¿Qué votó la gente cuando votó a De la Rúa? --Un cambio tranquilo. --¿Un oxímoron? --(Pasa de largo.) Era la consigna de (François) Mitterrand en Francia. Es un perfil más moderado para conducir la coalición, con un partido que ofrecía más garantías. Graciela era, para algunos, cambio con cierto margen de riesgo. Es lógico, quizá, en una Alianza que el primer turno electoral sea para la fuerza más organizada. Hay que darle a la sociedad ciertas señales de cómo se sale de la transgresión reaccionaria de Menem. Nosotros competíamos con un partido muy fuerte, con mucho anclaje político a nivel nacional y con un candidato muy prestigioso, no con (el candidato a presidente por el radicalismo en 1995 Horacio) Massaccesi. Era el aparato con un candidato muy fuerte y que transformó la prudencia, el sentido común, en un valor agregado. --¿Pudo convencer a sus hijos? --Cuando dije que quería hablar con mis hijos quise indicar que necesitaba una reflexión íntima, en el living de mi casa. Pero pude convencerlos. A mi hija Dolores le impresionó mucho y bien el tratamiento que nos dieron los radicales el domingo a la noche. Le impactó, todos juntos festejando con nosotros. Mi mujer, Liliana, también estaba crítica, tenía una actitud más pesimista (que yo) al igual que muchos compañeros del Frepaso. --¿Por qué esa primera actitud del Frepaso? --Para preservarse, ante una derrota y por reflejo, se ladearon a la diferenciación y al refugio. No llegaron a entender que los lugares en los que había que gobernar son de la Alianza y no de la UCR. Más aún: los humores de esta ciudad no son por problemas municipales, son nacionales. La primera reacción era el descompromiso: "El candidato no es el que votamos nosotros, hay que retacear la inversión de sentido de la Alianza". Pero nosotros tenemos que involucrarnos en el gobierno.
--¿No podían involucrarse sin que fuera usted en a la fórmula? --Ese es un déficit nuestro. Si no estaba yo no había otro. ¿Cuál iba a ser la lectura si iba otro? "Se recluyen a los distritos en donde pueden ganar." Era una actitud defensiva, cuando en realidad el Frepaso hizo un avance importante. Hace un par de años no hubiera podido hacer una elección como la del domingo. En general se cumplió bien con los fiscales, en lugares en donde gobiernan los radicales salimos 65 a 35, en las capitales se hizo una buena elección ... --¿Cómo se consolida el Frepaso a partir de ahora? --Con buenas gestiones donde uno está. No, como piensan algunos, sólo como fiscales ideológicos o poniendo la conciencia crítica. Algunos no bancan pasar de la cultura de la oposición a la de gobierno. Piensan todavía en ser oficialismo crítico, cuando la mejor manera de crecer es gestionar bien. ¿Cómo construyó (el socialista Ricardo) Lagos su perfil en Chile? No siendo opositor a (el presidente democristiano Eduardo) Frei, sino siendo un buen ministro de Educación y de Obras Públicas. --Parece más fácil en un gobernador o jefe de gobierno pero difícil en el caso de un vicepresidente. --Yo tuve un diálogo con De la Rúa y hay un acuerdo para que la vicepresidencia tenga programas especiales. Vamos a tener gente del Frepaso en el Gabinete, porque formamos un gobierno de coalición. Yo creo que puedo aportar a la conducción de un buen gobierno, no haciendo confrontación con De la Rúa sino haciendo agregativo para ayudar a que el gobierno pueda caminar. Porque de la suerte de De la Rúa depende el Frepaso. De la suerte de De la Rúa dependemos nosotros. El proyecto Frepaso depende del proyecto Alianza. Esto hay que decirlo con todas las letras: no hay destino de la Alianza independientemente de cómo nos vaya en el gobierno. --Más allá de la voluntad, lo cierto es que el lugar del vice es, por características institucionales, muy chico. ¿Cómo se potencia? --Depende de la relación con el presidente, hay que construirla. Por eso la campaña va a ser un indicativo. Si el candidato a presidente siente que el vice tiene una fuerza importante de representación política en el proyecto, pero no en términos de disputa, creo que va a andar bien. En general, los vices son una concesión del primer término de la fórmula al segundo. O la elección de un jefe distrital sin alcance nacional. Pero ahora es otra cosa, la Alianza quiebra las fronteras Frepaso-UCR. Y en los gobiernos nacionales, de Capital y de provincia va a haber mucha transversalidad. El radicalismo es un partido de fronteras fuertes, con una historia y tradición. Es diferente del Frepaso. En los temas programáticos y de gestión las fronteras se diluyen. Por ejemplo, quiero en la ciudad un núcleo fuerte de frepasistas y radicales construyendo para terminar bien esta experiencia y ayudando a construir la otra. Me voy a juntar con la gente con la que tengo mucho en común, que conozco, como Jesús Rodríguez. Igual va a pasar en la provincia de Buenos Aires. --¿Aníbal Ibarra ya es número puesto para Capital? --Ese es un lugar del Frepaso. En la ciudad la tercera figura es Aníbal, aunque puede no tener el consenso político de De la Rúa o que puedo tener yo. Por eso, hay que ir construyendo junto con el radicalismo lo que va a ser el futuro gobierno. --¿Qué futuro imagina para Gustavo Beliz? --Beliz y algunos de los que están en Nueva Dirigencia se tendrían que sentir mucho más contenidos en el proyecto de la Alianza. Irse del peronismo para protagonizar un espacio de centroderecha ... de centroderecha testimonial, con un liderazgo como el de Cavallo ... (se encoge de hombros). Con un liderazgo de una persona con serios problemas de conducta ... Me parece que, si la Alianza es inteligente y abre el espacio sin caer en las tonterías de parroquia para acumular, Beliz debería estar mucho más cerca del Frepaso. Tanto De la Rúa como los principales dirigentes de la UCR tienen una visión de apertura. Sería bueno que sectores del peronismo, incluyendo sectores que rompieron con el menemismo, se incorporen a la Alianza para un gobierno de transformación social. La idea de cambio está muy vinculada con la necesidad de ampliarse y al equilibrio de fuerzas. Gobernabilidad menemista es con el stablishment. Gobernabilidad y cambio es juntar más consenso político y social. Si no, somos el partido de (Domingo) Cavallo. --¿No pueden sumar a Cavallo, no necesitan sus votos? --Es el límite. Es emblemático de la estabilidad monetaria pero también del desempleo, de la concentración de poder y riqueza, de haber hecho de Menem un prócer en su primera etapa. Y no es cierto que sea dueño de un paquete de votos decisivos. Si hay segunda vuelta, los votos de Cavallo son autónomos. No van a decir: "¿Qué querrá el Mingo que hagamos?". ¿No? (Ríe.) Esos votantes (gente de nivel económico y social alto) van para la Alianza sin esperar lo que diga Cavallo.
Los ciudadanos no están de acuerdo
Los habitantes de la Capital y el conurbano bonaerense no comparten la decisión que tomó en esta semana Carlos "Chacho" Alvarez. Sólo un 23,6 está de acuerdo con lo que hizo, contra un 32,8 por ciento que piensa que debió candidatearse a jefe de Gobierno. Y un llamativo 18,9 por ciento prefiere que no se postule a nada. Los encuestados por la consultora Equis que dirige el sociólogo Artemio López fueron 450, durante los días 3 y 4 de diciembre. Si se desagrega la muestra por ubicación geográfica se detecta que los porteños están mucho más en desacuerdo con Alvarez que los bonaerenses. En efecto, sólo el 20,1 por ciento de los habitantes de la Capital quieren que sea vicepresidente, contra un 34,2 que preferiría tenerlo como intendente. En el conurbano, en cambio, hay un empate casi matemático: 30,1 para vice, 30,2 para jefe de Gobierno. La inferencia es que la gente de la ciudad valoraba a Alvarez como posible jefe de Gobierno y resiente más su decisión nacional. La desagregación por género muestra que los hombres piensan más en línea con Alvarez. Un 31,9 por ciento lo prefiere intendente y un 28,1 por ciento vice. En las mujeres la diferencia es mayor: 33,6 contra 19,4. La muestra parece subrayar por qué el propio Alvarez confesaba tener "el alma dividida", su opción era bien compleja. Y desde luego, no indica cómo valorará el conjunto social su apuesta cuando el candidato entre en campaña. No deja de llamar la atención la cantidad de gente que dice preferir un camino que casi ningún dirigente o analista político considera válido ni aun posible: el de no postularse a ningún cargo en las elecciones de 1999 y el año 2000. La consulta se hizo mediante entrevistas telefónicas y está ajustada conforme a los parámetros usuales de sexo y edad y tiene un margen de error del 4,5 por ciento.
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