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SUBRAYADO
Perón, Paco y Palito
Por Mario Wainfeld

Juan Domingo Perón comenzó su carrera a la triple presidencia por voto popular en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Una figura casi olvidada, Francisco "Paco" Manrique, fue ministro de Bienestar Social de la dictadura militar de 1966/1973, tras lo cual, si bien no pudo llegar a la Rosada, sí pudo armar en torno de su figura un partido político, candidatearse varias veces y en una de ellas arañar el 15 por ciento de los votos del padrón nacional. Eran otros tiempos, es cierto, en los que el Estado benefactor funcionaba en regímenes populares y aun en los autoritarios, pero es también ostensible que siempre disponer recursos del Estado para la acción social fue un buen rebusque para acumular consenso y votos.

Esos ejemplos u otros similares debieron rondar la cabeza del presidente Carlos Menem cuando puso a su supuesto delfín Ramón "Palito" Ortega a cargo de la Secretaría de Desarrollo Social. A unos meses vista se advierte que Ortega --quien, a diferencia del primer Perón y el primer Manrique, no arrancaba de cero sino de un enorme conocimiento público-- no ha capitalizado esa ventaja. Su perspectiva de ser candidato por el PJ es más remota que entonces. Su decisión, que concretará en esta semana, de pasar al Senado es una muestra de debilidad. Ni siquiera pudo abrochar bien la interna de Tucumán lo que fuerza al Gobierno a dar a la senadora tucumana saliente Olijela del Valle Rivas (quien con mejores títulos disputa la banca en la que se sentará Palito) un bocado no menor en el gabinete nacional (apenas detrás o tal vez en la misma silla que la ministra de Educación, Susana Decibe).

Ortega suele quejarse amargamente de que, desde el gobierno nacional, no lo apoyan con recursos y acciones. Sus interlocutores en la Casa Rosada, en especial quienes rodean de cerquísima al ministro del Interior, Carlos Corach, lo acusan de perezoso: "No se mueve, no camina el país, lo único que hace es pedir y rezongar". La política suele replicar la lógica de Rashomon. La realidad puede ser una, pero admite variadas versiones según quien la mire y narre. Desde su punto de vista, ambos tienen razón. Ortega pide que lo ayuden a crecer, desde el riñón del menemismo le retrucan con un planteo de pura cepa peronista: "Crecé y el apoyo vendrá por añadidura".

Nada es definitivo en la política nacional. Falta mucho para las elecciones y, tal vez, Ortega pueda repechar la cuesta, remontar su situación como lo hizo su compañero Eduardo Duhalde. Parece muy difícil.

De momento, si se compara su trayectoria con la Carlos Alberto "Lole" Reutemann, a quien Menem inventó (como a él) en 1991 para gobernador, el saldo le da muy perdedor. Ambos llegaron a gobernadores, pero al Lole le fue mucho mejor en la gestión, conservó prestigio, entró en el Senado por la puerta adecuada y ahora va con rumbo firme en pos de la gobernación de Santa Fe. En las vidas paralelas de dos dirigentes sacados de la manga por la creatividad de Menem, todo indica que uno de ellos, no precisamente el músico, fue el que mostró más uña para guitarrero.

 

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