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PROPONEN A UNA DIRIGENTE TRAVESTI COMO CANDIDATA A DIPUTADA
De la zona roja al Congreso nacional

Se llama Lohana Berkins y las organizaciones de travestis porteñas la proponen como candidata a diputada nacional. Aún no tiene partido pero cuenta con el apoyo de lesbianas y gays. “Queremos entrar en el sistema”, dice.

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Lohana nació en Salta, trabajó en un cabaret y después fue prostituta en Buenos Aires.
Al calor de la lucha contra los abusos policiales, transitó hacia la militancia política.


Por Cristian Alarcón

t.gif (67 bytes) Las organizaciones de travestis porteñas acordaron esta semana una pretensión de la que no piensan bajarse: creen que ha llegado el momento de que de entre sus dirigentes salga una diputada. “El sistema nos ha excluido siempre y nosotras no queremos que nos integre desde el morbo del talk shaw. Nosotras queremos entrar en el sistema. Que la gente también pueda votar a una travesti sería lo más sano que le podría pasar a esta política enrarecida”. Habla la virtual candidata. Se llama Lohana Berkins y es la presidenta de ALITT, Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual, una salteña que llegó a Buenos Aires en los duros años de la dictadura y que no sabe ya contar las celdas en las que estuvo. Con el apoyo de las organizaciones de lesbianas, gays y bisexuales, y aunque las vías institucionales para que materialicen el proyecto aún no existen, las travestis comienzan a pararse no ya como simple oferta sexual en las veredas, sino en la arena de la política parlamentaria. “Nosotras somos ciudadanas –subraya una sobria candidata–. Votamos, pagamos impuestos, vamos presas, pero también podemos ser legisladoras”.
El advenimiento de la democracia las vio llegando silenciosamente a las grandes ciudades, generalmente desde pueblos del interior que las expulsaban hacia la única vía del comercio sexual. El número de travestis fue creciendo en las sombras a expensas de miles y miles de clientes y de las eternas coimas policiales. Hace seis años, cuando las violaciones de los uniformados se volvieron intolerables, ya lejos de los tiempos en que eran blanda carne de cañón en la Panamericana, las travestis iniciaron el camino de la militancia. Lohana Berkins dice que no puede precisar el momento en que llegó para ella el esclarecimiento, aunque siempre tuvo en claro que no “merecía el escarnio, la sensación de basura humana que nos querían inculcar, la cárcel como único castigo por reivindicar nuestra diferencia”. Pero de hecho se fue dando en las puertas de las comisarías donde comenzaron a mezclarse con los organismos de derechos humanos, con feministas, con las organizaciones gays y lesbianas, ya formadas en aquel entonces. “Hoy para nosotras es claro que la lucha más fuerte está en los HIJOS (de los desaparecidos), en las Madres de Plaza de Mayo, en los Familiares. Compartimos espacios. Nosotras estamos más esclarecidas. Ellos se han abierto”.
“Todas trabajamos mucho en la construcción de nuestra identidad. Y el contacto con la política en la pelea por nuestros derechos
también nos ha hecho construir nuestra identidad desde la concepción de ciudadanía”, sostiene Berkins. Ella podría ser la primera diputada travesti de la Argentina y no considera que su deseo sea la desmesura misma. “Por qué partido me postularé es una buena pregunta que no tiene aún respuesta. Trabajamos en esta idea, estamos imaginando esto y viendo cómo cristalizarla. El futuro está lleno de muchas conversaciones y se viene una real toma de posiciones de los sectores verdaderamente progresistas de la Alianza. Asumamos que la Alianza es imperfecta, pero no creamos que por eso es imposible proponerles algo diferente”.
Ocupada en cerrar las candidaturas después del triunfo del delarruismo, la Alianza no parece ser terreno fértil para la idea de las minorías sexuales. El flamante candidato es enemigo de travestis, transexuales, gays y lesbianas. La gran mayoría de los legisladores porteños, en contra del discurso conservador de De la Rúa, este invierno, durante las discusiones sobre el Código de Convivencia Urbana, bregó en el recinto por que no se penalice la oferta sexual callejera ni el merodeo. Aún así está previsto que el próximo jueves, al tratar una nueva reforma al Código, el delarruismo fortalecido consiga sancionar con multas severas a prostitutas y travestis. “En esa lucha entre justicialistas y radicales nosotros quedamos como el pato de la boda. Es lamentable que un hombre, para satisfacer la moral media e hipócrita de una sociedad, para que se lo agradezcan en las urnas, sostenga una postura a costillas del encarcelamiento de muchas personas y del delito de la policía. Porque porese discurso y esa postura la policía continuará con los mismos niveles de corrupción, metiéndonos presas y coimeando para llegar al ingreso extra que siempre tuvieron”.
César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), le dijo a este diario que la organización apoyará la iniciativa de las organizaciones travestis. “Entendemos que todos los políticos deben ser nuestros representantes y estamos en contra de esta visión equivocada de la democracia en la que los políticos consideran que sus decisiones sólo deben responder a las pretensiones de las mayorías, sin posibilidad de obtener leyes que las contemplen o contrarrestar el accionar represivo, que por más que digan lo contrario, no se detiene”, opinó el dirigente.

 

“El sistema no me ganó”
Por C.A.

Ella fue un chico afeminado que sobrevivió amigándose con “las locas” del pueblo en Pocitos, cerca de la frontera salteña con Bolivia, hasta que el ansia por vestir como una mujer la escupió hacia la vida de cabaret. Su padre era un hombre rudo que había sido militar de joven y terminó como empleado de YPF y patriarca de una familia con una decena hijos. A los catorce años la dueña del lupanar donde comenzó sus días prostibularios le prohibió llevar el nombre que más quería, el de su madre Ana. Recordó entonces a un tío de esos que en el norte lo nombran todo “con el lo adelante”. “Decía lo carnicero, lo fotógrafo, lo chico, y a mi madre le decía lo Ana. Me gustó. Para no ser tan silvestremente salteña, le mandé la “h”. El Berkins sobrevino a un novio Berklins al que nunca nadie le pronunció bien el apellido. Y así, la candidata se construyó un nombre.
En plena dictadura llegó de Salta a la nada o peor. Al comienzo no había hoteles que admitieran travestis. De noche hacía la calle. De día simulaba ser una turista durmiendo en la plaza del Obelisco. Luego hizo una amiga. Después vino el trabajo in crescendo, más tarde la militancia. Ahora Lohana Berkins viste con la sobriedad de una Eva. Dice que aprendió de las lesbianas y las feministas a ser mujer fuera del mandato patriarcal. Por eso no se desvive por el brillo y la lentejuela y construye su identidad lejos de la imagen travesti en la que estuvo encerrada durante años, cuando la noche era trabajo o cárcel y el día puro sueño. Ahora dice: “Cuando muera estaré segura de que el sistema no me ganó. Sigo siendo sensible y humana, me rebelo a la pobreza y a la opresión. Soy consciente de que hay treinta mil desaparecidos y que cincuenta asesinos están impunes. Amo a mis amigos, amé a un hombre. Sufrí mucho, a veces más de lo tolerable por un humano, pero no seré jamás una resentida cruel”. También dice que se imagina de campaña en una villa: “Soy consciente. Soy negra. Soy judía. Soy prostituta. Soy gorda. Soy pueblo. No soy burguesa. No seré nunca una burguesa”.

 

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