Soy el eco de mis personajes
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El escritor portugués José Saramago se definió como un discípulo de los personajes de sus libros, reivindicó su origen campesino y atacó otra vez al Vaticano, al aceptar ayer en Estocolomo, en una ceremonia privada, el Nobel de Literatura, que recibirá el jueves. El discurso que leyó ayer por la tarde ante la Academia Sueca lleva por título "Los personajes de la novela como maestros y el escritor como aprendiz", y en él Saramago se tomó unos párrafos para recordar la complicidad de la Iglesia Católica durante la dictadura salazarista en Portugal. "Conocí gente del pueblo engañada por una Iglesia tan cómplice como beneficiaria del poder del Estado y los terratenientes latifundistas, gente permanentemente vigilada por la policía, gente que innumerables veces fue víctima inocente de las arbitrariedades de una justicia falsa", leyó. El tono del discurso, en rigor una conferencia, fue definido, desde el comienzo, con esta frase: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir". Ese hombre era su abuelo materno, un campesino que criaba cerdos y por la noche le relataba historias. Saramago, militante del Partido Comunista Portugués, se indignó cuando el Vaticano criticó a la Academia por haberle concedido el Nobel y desde entonces ha venido fustigándolo, acusándolo básicamente de ser una institución reaccionaria. Esas historias de su abuelo, que ubicó como el germen de su posterior vocación, eran, "leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al tiempo que suavemente me acunaba". Saramago contó que en la casa donde vivía con sus abuelos habitaba "gente capaz de dormir cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente --y ese fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias-- que tenía pena de irse de la vida porque el mundo era bonito, gente que al presentir que la muerte venía a buscarlo se despedía de los árboles del huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver". Al pintar a sus ancestros con tintas literarias --transformándolos de las simples personas que fueron en personajes constructores de su vida-- Saramago estaba trazando el camino por el cual los seres inventados acabarían haciendo de él una persona que se reconoce "creador de esos personajes y, al mismo tiempo, criatura de ellos". "Sin mis personajes, no sería la persona que hoy soy. Sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras, la existencia de alguien que pudiese haber sido y no llegó a ser. Ahora puedo ver con claridad quienes fueron mis maestros de vida, los que más intensamente me hicieron vivir, esa decenas de personajes de novela y de teatro que en este momento veo desfilar ante mis ojos, esos hombres y esas mujeres hechos de papel y de tinta, esa gente que yo creía que iba guiando de acuerdo a mi conveniencia de narrador, como títeres articulados". Saramago, que se reconoció discípulo de Fernando Pessoa, concluyó afirmando que "la voz que leyó estas páginas quiso ser el eco de las voces conjuntas de mis personajes. No tengo más voz que las que ellas tuvieron. Perdónenme si les pareció poco esto, pero para mí era, es todo". El autor, que acaba de cumplir 76, recordó que publicó su primera novela, Tierra de pecado, en 1947 y luego pasó 20 años sin escribir: "Supongo que no tenía nada que decir. Uno siempre tiene algo que decir, es verdad, pero la cuestión es si piensas que vale la pena o no decirlo". A su llegada a Estocolmo, el domingo, el autor de Memorial del convento no ocultó su orgullo ante el premio y destacó: "Los portugueses hemos crecido unos centímetros". El significado que tiene para Portugal el premio obtenido por Saramago será subrayado por la visita del presidente Jorge Sampaio, quien, acompañado por su esposa, María, se sentará a la mesa de honor de los laureados, presidida por el rey Carlos Gustavo de Suecia y la reina Silvia. "Intentaré sobrevivir a todo lo que me espera", ironizó el escritor. Saramago está escribiendo un libro, que piensa titular La caverna, inspirado en una interpretación de los diálogos de Platón. "Nunca hemos vivido tanto en las cavernas de Platón como ahora", remarcó el autor de El Evangelio según Jesucristo. "Entiendo que el Nobel transforme mi economía, pero sería triste si cambiara mi vida, aunque yo ya he vivido bastante", dijo.
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